“Los cables de China”: 3 revelaciones de la filtración de documentos secretos sobre los campos de uigures
Severos castigos, control y seguridad extrema para evitar fugas, y adoctrinamiento psicológico: así funcionan los campos de internamiento en China
Castigos, vigilancia extrema y la obligación a aceptar que sus conductas pasadas fueron criminales, peligrosas e ilegales.
Es parte del manual de operaciones expuesto en una serie de documentos oficiales chinos que detallan lo que sucede en los campos de detención masivos construidos en la región noroccidental china de Sinkiang, donde son encerrados miles de uigures musulmanes.
La filtración de estos textos altamente clasificados del gobierno de China forma parte de una investigación liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) y se considera la mayor filtración de este tipo en décadas.
En ellos, se incluye una lista de 25 directrices donde se detalla cómo los presos, todos de minorías étnicas, son encerrados, adoctrinados y castigados.
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Las autoridades chinas han insistido en que los internos no son prisioneros, sino que son estudiantes que aceptan “voluntariamente el entrenamiento” para alejarse de sus ideologías extremistas.
Además, aseguran que el propósito es que la gente tenga una “vida mejor”, aprendiendo nuevas herramientas de forma “gratuita”.
Sin embargo, con la filtración de estos memorándums -denominados “los cables de China”-, queda claro que las explicaciones del gobierno del país asiático están lejos de la realidad.
Y que estos “estudiantes” son en realidad prisioneros encerrados en centros de alta seguridad.
Aquí detallamos tres de las revelaciones más destacadas de los “cables de China”.
1. Régimen estricto y malos tratos
En los últimos tres años, China ha construido cientos de campamentos que albergan a cientos de personas.
En ellos, se impone un severo manual de conducta, según refleja uno de los documentos filtrados por el ICIJ junto a otros medios, como la BBC.
Denominado “Telegrama”, el texto contiene 25 puntos donde se instruye específicamente al personal de los recintos a controlar a los detenidos.
Una de las primeras medidas tiene que ver con “prevenir fugas”, bloqueando las puertas principales, los dormitorios y corredores, y restringiendo estrictamente las actividades.
“Controle estrictamente las actividades de los estudiantes para evitar fugas durante las clases, períodos de comida, descanso para ir al baño, hora del baño, tratamiento médico, visitas familiares, etc”, señala el documento.
“Maneje estrictamente a los estudiantes que soliciten tiempo libre, si realmente necesitan abandonar el centro de entrenamiento debido a una enfermedad u otras circunstancias especiales, deben tener a alguien especialmente para acompañarlos, monitorearlos y controlarlos”, agrega.
A ello, se suma el llamado a tener un sistema de seguridad severo, con la instalación de comisarías de policía en las puertas principales, guardias de seguridad, rondas de vigilancia, alarmas y el control de vehículos que entran y salen de los campamentos, entre otras cosas.
Sobre cómo manejar la disciplina de los prisioneros, el documento instruye a implementar normas para levantarse, ir al baño, comer y dormir, entre otros. En caso de que haya violaciones a este comportamiento controlado, se pide “aumentar los castigos”.
El memorándum también habla de la necesidad de prevenir “epidemias” y controlar la higiene de los internos.
En este punto, se dice que se debe colocar a los estudiantes que “consumen drogas” y “con enfermedades infecciosas como el sida” en cuartos aislados, capacitación y clases.
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Los testimonios recopilados por medios de comunicación de personas que fueron internadas en estos campos coinciden con lo expuesto en los documentos filtrados.
Es el caso de Gulzira Avelhan, quien entró en uno de estos campos en 2017 y permaneció 15 meses.
“Por supuesto que es una prisión. No puedes escapar, no hay libertad”, manifestó en conversación con el programa de la investigación de la BBC, Panorama.
Además, relató parte del trato y de las condiciones en las que viven los internos.
“Cada mujer tiene dos minutos para ir al baño. Te dicen que tienes que ser rápida. Si no lo eres, te dan descargas eléctricas en la cabeza. Realmente duele”.
“Incluso después de ser electrocutada teníamos que decir: ‘Gracias profesora, no llegaremos tarde la próxima vez'”, explicó.
2. Adoctrinamiento ideológico
La educación ideológica también es una de las revelaciones que se extra del informe secreto chino, donde se instruye a promover “la repetición y la confesión de los estudiantes para que comprendan profundamente la naturaleza ilegal, criminal y peligrosa de su comportamiento pasado”.
Además, se insiste en la importancia del estudio del mandarín, al cual se le debe dar “máxima prioridad”, de acuerdo con el documento.
Muchos de los internos de minorías étnicas no tienen incorporado el mandarín en su lenguaje y, para las autoridades gubernamentales, aprender el idioma es clave para salir del extremismo.
Otro de los puntos que se aborda en los cables tiene que ver con “prevenir problemas”. Se instruye al personal a implementar inspecciones para descubrir y “eliminar” violaciones de comportamientos y situaciones anormales en aulas, dormitorios y otras áreas.
“Evalúe y resuelva los problemas ideológicos y las emociones anormales de los estudiantes en todo momento”, se agrega.
Asimismo, se ordena que haya un despliegue de fuerzas secretas para evitar que las personas se unan entre ellas y, con ello, “causen problemas”.
“Los estudiantes no pueden participar en labores fuera de clase, y no pueden contactar con el mundo exterior”, indica el texto.
“Está estrictamente prohibido que los estudiantes tengan sus propios teléfonos celulares o que el personal les entregue los teléfonos celulares a los estudiantes, a fin de evitar que el personal interactúe con los estudiantes y (que haya) una colusión entre el interior y el exterior”, agrega.
De acuerdo con Leon Panetta, ex secretario de Defensa de Estados Unidos, el memorándum refleja la decisión del gobierno chino de hacer “lavados de cerebro”.
“Están intentando cambiar una cultura entera (…) y van a hacerle un lavado de cerebro a toda la población”, dijo a BBC Panorama.
3. La sorprendente escala detrás de las detenciones: 15.683 internos en una semana
Los uigures han vivido en la región de Sinkiang durante más de 1.000 años, adoptando el islam después del contacto con los comerciantes musulmanes.
Sinkiang fue durante años una región convulsa, con incidentes de violencia y enfrentamientos entre la minoría uigur y la etnia han, la mayoritaria en China y en el gobierno.
Uigures en el exilio atribuyen la violencia ocurrida a la política “represiva” de Pekín contra su cultura y su religión, mientras el gobierno chino considera los sucesos como “atentados terroristas” llevados a cabo por grupos separatistas islámicos con vínculos en el extranjero.
Los documentos filtrados revelan cómo China ha impuesto restricciones cada vez más severas hacia los uigures, liderando una campaña de detención masiva.
Entre los “cables”, figuran cuatro “boletines” cortos que abordan justamente la manera en que el gobierno de Xi Jinping realiza estas detenciones.
Se deja al descubierto cómo opera la Plataforma Integrada de Operaciones Conjuntas (IJOP), un programa que acumula grandes cantidades de información personal sobre ciudadanos y luego usa inteligencia artificial para formular listas de los llamados sospechosos.
De acuerdo con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), uno de los boletines proporciona instrucciones sobre cómo realizar investigaciones y detenciones masivas después de que la IJOP ha generado una lista de sospechosos.
Además, detalla que en un período de siete días en junio de 2017, los funcionarios de seguridad reunieron a 15.683 residentes de Sinkiang señalados por la IJOP, colocándolos en campos de internamiento.
Esa semana, se afirma que la plataforma había generado 24.412 nombres de “personas sospechosas” pero no todos habían logrado ser localizados.
Maya Wang, investigadora de China en Human Rights Watch, dijo al consorcio de periodistas que el propósito de la IJOP es examinar a toda una población en busca de comportamientos y creencias que el gobierno ve con recelo.
“Es un mecanismo de verificación de antecedentes, con la posibilidad de monitorear personas en todas partes”, dijo Wang.
En otro de los boletines, se hace alusión al papel de las embajadas y consulados de China en la recopilación de información para la IJOP.
Se cita una lista de 4.341 personas que, según el documento, solicitaron visas u otros documentos, y se instruye a que sean “investigadas y arrestadas en el momento en que crucen la frontera” de China.
Zhu Hailun, el “ideólogo” de los campos
La serie de documentos altamente clasificados que detallan el modus operandi de los campos de internamiento están firmados y aprobados por una persona: Zhu Hailun.
Quien fuera el subjefe del Partido Comunista de la región de Sinkiang, en 2009 llegó a hacerse cargo de controlar los disturbios liderados por la comunidad de uigures, convirtiéndose en un ejecutor de confianza del gobierno chino.
Zhu, perteneciente a la etnia china han -la mayoritaria en el país- tenía una ventaja sobre sus pares: sabía hablar con fluidez el uigur, el idioma de la minoría musulmana turca local.
Según se relata en la investigación realizada por el ICIJ, Zhu llegó a los 17 años a Xinjiang en 1975, como parte de una iniciativa del Partido Comunista, que envió a jóvenes urbanos educados a vivir en el campo para impulsar la revolución maoísta.
Zhu, entonces, decidió quedarse en la región y ascender en las filas del Partido Comunista local.
Años más tarde, en 2016, fue ascendido a vicepresidente del partido de Sinkiang, al mismo tiempo en que se comenzaba a preparar un amplio programa de vigilancia, internamiento y adoctrinamiento para las minorías étnicas.
Según un reportaje publicado por el periódico inglés The Guardian, Zhu -hoy de 61 años- le exigió a sus soldados “golpear sin descanso” hasta derribar a los “terroristas”.
En el momento de firmar los papeles, en 2017, Zhu era el jefe de la Comisión de Asuntos Políticos y Legales del Partido Comunista en la región de Sinkiang.
A principios de este año, Zhu renunció a ese cargo y fue elegido jefe adjunto de la Asamblea Popular de Sinkiang, un cuerpo legislativo regional.
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