Los mexicanos “desapreden” a leer

Son los “analfabetas funcionales” que la ONU define a aquellas personas que pueden leer frases simples, pero su nivel de comprensión de lectura es casi nulo

Nayeli Flores encontró trabajo como vendedora: sabe sacar cuentas pero no leer muy bien

Nayeli Flores encontró trabajo como vendedora: sabe sacar cuentas pero no leer muy bien Crédito: Gardenia Mendoza | Impremedia

MÉXICO – Nayeli Flores prefiere ver videos de música en su teléfono celular. O divertirse con los memes: pocas palabras, regularmente muy simples, acompañadas de imágenes chistosa sobre un tema que entiende y la hace estallar de risa, algo que no le pasa con los textos.

Porque no alcanza a comprender más de un párrafo. A veces sí entiende dos o tres oraciones seguidas, pero después se enreda, no hila una tras otra. Se pierde. ¿Qué decía antes? ¿qué después?¿a dónde van tantas letras?

Entonces Nayeli,  se desespera y deja la lectura para engrosar así una estadística incalculable de mexicanos: aquellos que de niños sabían leer y escribir y luego lo olvidaron.

Lo más cercano a este grupo que desaprendió el uso del lenguaje en este país son los “analfabetas funcionales” que la ONU define a aquellas personas que pueden leer frases simples, pero su nivel de comprensión de lectura es casi nulo y no podrían escribir un recado.

Según datos oficiales del Instituto Nacional de Geografía Estadística e Informática casi cuatro de cada 10 estudiantes de nivel medio y superior no comprende lo que lee; según el centro de estudios particulares Kumón, ocho de cada 10 bachilleres son “analfabetos funcionales”.

Nayeli, quien nació y vive en el municipio de Pilcaya, estado de Guerrero, es un caso peor: aénas terminó el sexto grado, sabe contestar un mensaje en WhatsApp, escribir sí o no y quizás hasta unas 50 palabras como máximo; sabe más, pero sólo pronunciarlas. Ni pensar en sinónimos o antónimos.

“Sé que me estoy perdiendo de saber muchas cosas, pero tengo trabajo”, se conforma la mujer de 35 años, vendedora en una tienda de regalos, limpiadora y niñera de una familia: tres empleos en uno aunque gana poco y no descansa ni un solo día de la semana. “Las cuentas sí las sé hacer y muy bien”.

Las causas para desaprender a leer son múltiples, entre ellas, la deserción escolar que impide que se refuercen las habilidades cognitivas. Esto ocurre en las familias más pobres del país; Chiapas, Guerrero y Oaxaca tiene el mayor número de analfabetas funcionales en el país que se calcula en 10 millones de personas oficialmente. Extraoficialmente se calculan más.

“Dejar la escuela se encuentra estadísticamente ligado al nivel socioeconómico de las familias: muchos lo hacen para ir a trabajar”, advierte Francisco Urrutia, coordinador e investigador de Posgrado del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente. “Otra razón es el mal desempeño de los centros educativos”.

María Isabel Méjia, directora de la Escuela Primaria Miguel Hidalgo en Pilcaya, Guerrero, ataja: “En esta época en que el padre y la madre tienen que trabajar pasa mucho que dejan al maestro toda la responsabilidad y es imposible que un niño aprenda si no tiene la motivación en casa: un círculo vicioso”.

Hace poco la escuela que dirige detectó el caso de niño cuyo aprendizaje era demasiado lento para ser normal. De la dirección lo enviaron a una atención especial y a terapias psicológicas. Cuando a los padres se les pidió apoyo para todo ello dijeron que no. “No va a cambiar: es burro”. Poco después el niño dejó de ir a clases.

“Ahora anda en la calle todo el día”, lamenta Mejía, maestra en ciencias de la educación.

El caso se repite generación tras generación. Irineo Arizmendi, un albañil que ahora tiene 55 años, dice que cuando iba a la escuela se aburría, se quedaba dormido en las clases y a los 12 mejor se fue a trabajar al campo, no terminó la primaria. “Mi mamá dijo que estaba bien”. Años después sus hijos llegaron a casa con el mismo cuento. “No querían estudiar y yo no iba a obligarlos”, concluye. Ninguno sabe ahora leer de corrido.

Arizmendi, igual que Nayeli Flores, dice que de vez en cuando ha pensado en volver a las aulas, pero el trabajo no se los permite.

El Instituto Nacional de Educación para los Adultos aún no clasifica a los “desaprendices”. Sólo tiene registros de los niveles de estudio en los que se quedó una persona y de los analfabetas —cuatro de cada 100 hombres y seis de cada 100 mujeres —. “Que no se hable de los que están desaprendieron es tan preocupante como que haya un combate al analfabetismo funcional o se maquillen cifras del analfabetismo”, advierte la maestra Mejía. “Tenemos que reconocer el nivel real de la educación en México”.

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