Niña acosada en la escuela inició su propio negocio y con 17 años ya era millonaria
La joven anima a cualquiera que tenga una buena idea a llevarla a cabo, emprender siempre es bueno
Después de cambiar de escuela en su adolescencia para escapar del acoso, Liv Conlon comenzó un negocio millonario antes de cumplir 20 años.
Nacida en un familia trabajadora de Escocia, comenzó todo su éxito en los negocios con unos $400 dólares que ahorró haciendo tareas para su madre.
“Fui intimidada en la escuela por sacar buenas notas y tuve que cambiarme una nueva escuela secundaria por eso. Lo más fácil hubiera sido creer lo que me decían, que no valía nada, pero mi madre Ali me ayudó a darme cuenta de que no era mi culpa, sino un reflejo de las inseguridades de los matones”, contó Liv a The Sun.
La emprendedora estudiante usó su dinero ahorrado para comprar uñas postizas de China y venderlas después en su país.
Pero si bien fue una buena fuente de ingresos, fue una segunda línea de negocio lo que le llevó a ganar mucho dinero. Todo ello, gracias a su madre que le sirvió de ayuda e inspiración.
“La inspiración vino cuando mamá tuvo problemas para vender un piso que había comprado como inversión, así que sugerí que lo decorara para hacerlo más bonito y llamativo. Tres días después de transformar el piso, se vendió”, explicó Liv.
“Asistí a eventos de la industria y hablé con la gente sobre lo que había hecho y me di cuenta de que había encontrado un hueco en el mercado”.
Así empezó su nueva trayectoria profesional, pero eso no significa que no haya estado exento de riesgos o que sea dinero fácil.
Los maestros le dijeron que estaba arruinando su vida al no postularse a la universidad y optar, en su lugar, por comenzar su propio negocio, a pesar de tener muy buenas calificaciones. Su madre le apoyó, pero algunos amigos y otros familiares no opinaban los mismo.
En 2015 encontró a su primer cliente a través de redes de conexiones en eventos inmobiliarios. Le preocupaba que mi edad fuera un obstáculo, así que se cortó el pelo para parecer más mayor.
“Lo hacía todo, cargaba y construía muebles, hacía camas y colgaba obras de arte. Fue agotador pero estimulante a medida que entraban más trabajos”, cuenta.
Trabajando 18 horas al día, su vida se volvió diferente a la de sus amigos. Ellos salían de fiesta mientras ella trabajaba y hacía sus impuestos. Con el tiempo se separaron.
Pero su arduo trabajo valió la pena.
En el primer año, la empresa – The Property Stagers – ganó $ 40,000 dólares, suficiente para pagarse un salario a sí misma y seguir invirtiendo en el negocio.
El segundo año ganó más de $ 1 millón, y pudo pagarle a su madre en nómina como parte del negocio. Todo continuó creciendo, hasta el punto de tener ahora a 10 empleados y oficinas en varias ciudades del Reino Unido.