Paso a paso, con tacones, a abrir un negocio
Televisión, fútbol y moda han formado parte de la vida profesional de la peruana Flor de María Rivera, ahora centra su pasión en el diseño de zapatos y la empresa que lleva su nombre
Cuando era pequeña Flor de María Rivera andaba en los tacones de su madre, agarraba la escoba y simulaba tener un show frente a una audiencia familiar para la que había preparado las sillas en su casa.
Debía tenerlo muy claro desde su infancia porque años más tarde su vida ha girado en torno a la televisión, frente a las audiencias, y en estos últimos años los protagonistas son los zapatos de tacón que ahora diseña para la empresa que lleva su nombre, Flor de María.
Esta peruana, que llegó a Los Gatos en California a los 14 años y aprendió inglés mientras iba al colegio, empezó su trayectoria profesional en Telemundo donde entró como pasante. Habría preferido estar en la sección de entretenimiento pero le tocó hacer deportes, algo que inicialmente no encajó del todo bien. No obstante, fue con la cobertura de un partido de fútbol como consiguió dejar de ser pasante en muy poco tiempo para conseguir un contrato a tiempo parcial en la cadena.
En ese partido consiguió entrar en la cancha y entrevistar en exclusiva al arquero mexicano Jorge Campos, cuando ni siquiera llevaba credencial para estar allí ya que la asignación se la dieron porque el reportero titular no pudo cubrir ese partido. Consiguió lo que nadie esperaba y el director de informativos le ofreció el trabajo.
Como era a tiempo parcial tuvo que compaginarlo con otro empleo en una tienda de zapatos, Charles David.
Finalmente terminó consolidando su posición en la cadena y no solo trabajó para Telemundo, también para Univisión. Estaba en esta última empresa cuando su padre falleció y ella no se vio con fuerza para estar delante de las cámaras. “Si no doy el 200% me parece que estoy fallando y en aquellos momentos estaba muy triste. Fue una decisión triste pero todo tiene su final”, dice sobre el momento en el que dejó la televisión.
Era 2007, tenía 30 años y no sabía realmente qué iba a hacer. Estuvo ocupada con algún trabajo de freelance y un show de radio hasta que un día se enteró de que el equipo de fútbol de San José estaba buscando publicista. Lo oyó en un salón en la que estaba arreglándose el pelo y en ese momento pensó que ya tenía trabajo.
En realidad, no tenía ni la cita para optar al trabajo, pero se presentó igualmente ante las oficinas del club de fútbol y no consintió en irse hasta que pasadas las horas consiguió que le dieran un empleo en el que estuvo varios años. Lo tuvo que dejar por un accidente, una caída tras una cena con los presidentes de varios clubs de fútbol que se saldó con varios discos de la espalda dislocados.
Se abría una nueva etapa que Rivera. Quiso dar rienda suelta a una de las facetas que había desarrollado, ayudar con el estilismo a jugadores de fútbol y otras personas. Así que abrió un blog bilingüe de moda y se asentó en Nueva York donde buscó sitio donde pudo en los pequeños apartamentos de la ciudad para guardar una de sus posesiones más preciadas, su colección de 500 pares de zapatos. “Los tenía hasta en los gabinetes de la cocina”, dice riendo.
En 2017 decidió que tenía que dedicarse a ellos, a los zapatos. Y la misma decisión y empuje que mostró al inicio de su carrera para llegar con su micrófono donde nadie esperaba le llevó a Stanford a prepararse como empresaria. También a una de las cunas de la moda, la escuela de Arsutoria de Milán (Italia) donde aprendió a diseñar zapatos, mercadotecnia y los procesos de fabricación que estaba más que dispuesta a explorar para sacar su propia línea de zapatos con la horma que ella misma diseñó siguiendo el estilo italiano.
“He visitado más de 80 fábricas” dice. “México, Hong Kong y al final decidí fabricar en China porque en Italia era muy complicado con una producción pequeña y caro”. Dice que se quedó impresionada de la buena calidad en China, donde marcas famosas también han trabajado, y que todo se hace a mano.
“De haberlo hecho en Italia, tendría que cobrar mucho más de lo que cobro ahora por par de zapatos o diseños y tener una producción muy elevada”, explica. Sus diseños cuestan entre $225 a $325
Rivera describe los zapatos que llevan su marca como cómodos y versátiles porque las pulseras de las sandalias se pueden cambiar y con ello la imagen de un zapato. Lanzó su primera colección en octubre en Nueva York que vende a través de Internet. “Hay un par de tiendas que se han interesado en venderlos pero yo creo que voy a seguir vendiendo online porque en la tienda los precios suben al doble, estarían caros”, explica.
Tener sus zapatos en una tienda física es algo que no desestima del todo pero explica que hay muchas cosas que aún está aprendiendo, como el alcance de superinfluencers como Kylie Jenner quien mostró una de sus sandalias en su cuenta de Instagram.
Rivera dice que cada año va a tener dos colecciones principales y entre una y otra lanzamientos más pequeños, lo que le llama capsule collections. Ya está trabajando en ello.
A la hora de financiar esta empresa, Rivera explica que ha sido su banco, el que la conoce bien el que le ha brindado crédito al que ha sumado sus ahorros. “En otros bancos, ni me contestaban”.
Dice que en tres años se ve creciendo “con clientela más fuerte, con más presencia en revistas de moda y más celebridades usando sus zapatos”. También quiere empezar a vender fuera de las fronteras de EEUU y ya le han llegado muestras de interés desde México y España.
Entonces, tendrá que contratar a quien le ayude. Ahora cuenta con un grupo de 10 freelancers pero es ella la que está a cargo de casi todo.” “One woman show”, dice riendo.
Sorpresas
Flor de María ha ido siempre con paso decidido en todos los caminos profesionales que ha emprendido. Al ponerse el frente de un negocio dice que una de las cosas que le ha sorprendido es lo poco en serio que la toman los hombres en algunas ocasiones. “A veces, hasta que no tienes abogado no te hacen caso, si eres mujer, joven y atractiva creen que eres hueca”, se queja. “Creo que a los hombres no les tratan así”, dice convencida.