Refugios de migrantes en Tijuana reducen su capacidad

Debido a la emergencia de salud y para conservar la distancia social, los albergues decidieron admitir solo a la mitad de su aforo total

Joaquín es uno de decenas de migrantes que hoy buscan un refugio. /  fotos: Manuel Ocaño.

Joaquín es uno de decenas de migrantes que hoy buscan un refugio. / fotos: Manuel Ocaño. Crédito: Impremedia

Antes de deambular durante días por las calles de Tijuana, México, en busca de alimentos y refugio, Joaquín trabajaba en una mueblería en Los Ángeles, California.

“Pero, pues me deportaron”, dice. “Ya llevaba yo más de un año en ese jale. Subía muebles a los camiones, luego los íbamos a entregar y yo los bajaba”, recuerda el migrante del Estado de México.

“Era febrero. Me acuerdo que fue en los últimos días porque ya nos iban a pagar”, dice. Agrega que los agentes federales de migración en ropa de civil y autos sin marca que los distinga —según cuenta—lo detuvieron a unas dos calles de su trabajo. Había ido a comprar comida.

“Me llevaron a un lugar donde estuvimos esperando, otros [detenidos] y yo como dos horas. De ahí nos subieron a un camión y nos fueron a deportar hasta Piedras Negras”, un lugar en el estado mexicano de Coahuila —frontera con Texas y ubicado a unas 1,250 millas de distancia de Tijuana.

Joaquín piensa que fue deportado lo más lejos posible de Los Ángeles para desalentarlo a regresar.

Sin dinero, logró conseguir con la ayuda de un conductor tras otro y mediante caminatas, llegar a Tijuana donde esperaba encontrar ayuda en alguno de los albergues para migrantes.

Comenta que le dio el cuarto día que amanecía en una calle de Tijuana porque en todos los lugares donde fue en busca de refugio “me han dicho que ya no están recibiendo, por esto del virus [COVID-19]”.

Los albergues han instaurado medidas más estrictas de higiene.

‘Ya no podemos recibir a más migrantes’

Joaquín es uno de docenas de migrantes mexicanos que a diario son deportados de Estados Unidos y que ahora regresan a la frontera mexicana, junto a muchos otros expulsados de manera expedita en el marco de la pandemia.

“El CDC [Centro para el Control y Prevención del Enfermedades] emitió una orden directa: cualquier migrante que intente entrar por la frontera de forma irregular, será regresado a México o a sus respectivo país de origen, de manera inmediata”, confirmó el agregado de Departamento de Seguridad Interior (HSD) en la embajada estadounidense en México, Edgar Ramírez.

Y mientras cada vez más migrantes llegan a la frontera, menos espacio encuentran en los albergues.

“Por la pandemia, con todo el dolor de nuestro corazón, ya no podemos recibir más migrantes”, expresó Claudia Portelo, del refugio del Padre Chava en Tijuana.

“Regularmente acogemos a 92 personas, pero como ahora deben de guardar una sana distancia entre sí, solo tenemos refugiados a 53 de distintas nacionalidades”, dijo.

La pandemia obligó por primera vez en su historia a cerrar a La Casa del Migrante, que durante 33 años ha ayudado sin reservas a los migrantes deportados o a quienes llegan a la frontera para intentar cruzar a EEUU.

“Los migrantes que ya están, se quedan. No hay entradas ni salidas por ningún motivo porque tenemos que cuidar a los que ya están aquí y al personal de la Casa del Migrante, a los voluntarios y a mí”, dijo el padre Patrick Murphy, director del albergue.

La Casa del Migrante cerró con 100 migrantes, cerca de la mitad de los que recibe habitualmente.

En el refugio Embajadores de Jesús, el director pastor Gustavo Banda, dijo que “es prácticamente imposible que en los refugios guardemos la sana distancia. No podemos separarnos pero lo compensamos con medidas de higiene y de prevención”.

En el refugio Juventud 2000, el director José María García Lara explicó que su albergue se quedó con solo 80 migrantes, la mitad de los que llegó a albergar en el verano.

Además de establecer la distancia entre los migrantes, entre familias, todos han tenido instrucción sobre higiene, aseguró el director.

Pero con todos los refugios a media capacidad y un incremento en deportaciones, además de que miles de migrantes que aguardan asilo deberán esperar hasta mayo para comenzar a reprogramar audiencias, la población queda con menos albergues y más expuesta al contagio del coronavirus.

Jósé María García Lara es director del refugio Juventud 2000.

El gobierno federal mexicano abrió desde esta semana un mega-albergue en una remota zona industrial para llevar ahí a los mexicanos deportados, por lo menos durante la contingencia.

No obstante, según el Instituto Nacional de Migración (INM), por ahora no hay agentes de migración que informen a los mexicanos deportados sobre esto.

Joaquín, el migrante deportado de Los Ángeles, dijo que desconocía sobre la existencia de ese refugio oficial; sin embargo al enterarse de que está tan lejos de las garitas y de la frontera, dudó de querer ir hasta allá.

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