En el Día de la Madre, Rocío enfrenta tres dolores

Este año fue deportada a Tijuana, vive la pandemia lejos de su familia y en la incertidumbre de saber si su hijo, teniente del Ejército, será enviado al exterior

Rocío Rebollar (i) junto a sus hijos y nietos en en San Diego.

Rocío Rebollar (i) junto a sus hijos y nietos en en San Diego.  Crédito: Cortesía

A Rocío Rebollar Gómez, madre de un teniente de inteligencia del ejército estadounidense que fue deportada este año a Tijuana, México, le entristece pasar el Día de la Madres —el primero separados en décadas— lejos de sus hijos y nietos.

“Por primera vez en casi 32 años voy a estar lejos de ellos”, cuenta a La Opinión.

La mujer, de 51 años de edad, piensa que desde que la expulsaron de California su vida empezó a enfrentar diversas adversidades que se agravaron por la pandemia.

Dijo que desde que se fue, el contacto con sus hijos ha sido escaso y la emergencia de salud ha dificultado aún más la posibilidad de verse.

En un nuevo ambiente

Después de vivir en el condado de San Diego por 31 años, la madre de dos hijos californianos recibió el 2020 con su deportación el 2 de enero.

“Me he sentido un poco deprimida, por la situación y por mi entorno”, platica.

A un par de cuadras de donde vive, “a mi medio hermano lo asaltaron hace una semana, para quitarle 500 pesos (unos $21)… Hace un mes sufrió otro atraco, con una pistola y no crea que en la noche, a las 5 de la tarde cuando regresaba de trabajar”, dijo la mujer.

En un vecindario como ese, en la periferia de la ciudad y con Tijuana como el municipio con más fallecimientos y contagios de COVID-19 en México, la señora Rocío dice que le quedan pocas ganas de salir del hogar de sus medios hermanos.

Las visitas familiares tampoco han sido tan frecuentes.

Desde su deportación, su hija, Karla McKissick, pudo ir a verla para su cumpleaños en febrero pero por ocupaciones en San Diego, falta de pasaportes para sus hijos y luego la llegada del coronavirus, las siguientes visitas se suspendieron.

“Nos hemos visto en video llamadas algunas veces pero no es lo mismo que tener a mis hijos y a mis nietos cerca y poder abrazarlos”, platica.

El segundo teniente de inteligencia del Ejército, Gibram Cruz, y su mamá. / fotos: cortesía Rocío Rebollar facebook.

En la incertidumbre

En abril, cuando el COVID-19 comenzó a registrarse con mayor insistencia en Tijuana, doña Rocío se enteró por Karla que su hijo militar probablemente iba a ser enviado al frente y “de plano sentí que se me partía el corazón”, expresa.

El segundo teniente de inteligencia, Gibram Cruz, de 31 años, no puede viajar de California a Tijuana a ver a su madre si no es con un permiso expreso del alto mando debido a la naturaleza de su posición en el Ejército.

Tampoco puede comunicarse ni dar detalles a su madre si es movilizado.

“Lo único que supe es que podría ser enviado a otro lugar y de ahí parece que a Medio Oriente, pero no sé nada más y no me puedo comunicar con él [por su trabajo]”, dijo la madre.

Esa situación fue precisamente la que trataron de evitar tanto el teniente como la senadora Kamala Harris al pedir a la oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) que considerara la posición del teniente Cruz cuando doña Rocío iba a ser deportada.

Karla McKissick (i) dejó de ver a su madre desde febrero de este año cuando fue a verla a Tijuana.

Pero el ICE hizo todo lo contrario. El día que deportaron a doña Rocío, el teniente y la abogada de Rocío Rebollar fueron a entregar a la madre de familia al ICE en un acto voluntario que esperaban que tuviera algún mérito.

El ICE les indicó que fueran a solicitar un perdón a un edificio a menos de media milla pero cuando salieron, los agentes del ICE bajaron a Rocío Rebollar al sótano a un estacionamiento donde ya la esperaba un auto al que la subieron para deportarla.

En aquella época, el teniente dijo a la prensa sentirse desilusionado del gobierno estadounidense y profundamente traicionado por el ICE.

Desde entonces madre e hijo perdieron el contacto.

En Tijuana algunas organizaciones prometieron ayuda a doña Rocío pero ella cuenta que hasta este fin de semana nada se había presentado.

Su abogada, Tessa Cabrera, empezó a recaudar 5,000 firmas de apoyo para el caso de petición de perdón de la inmigrante, que en más de tres décadas careció de antecedentes delictivos.

Había sido deportada dos veces en los años 80 y 90 cuando autoridades de migración hicieron redadas en lugares donde trabajaba.

Un equipo de producción francés hace actualmente un documental sobre doña Rocío y otros dos migrantes deportados a Tijuana, pero el proyecto se detuvo debido a la pandemia por el COVID-19.

“Vamos a ver qué nos trae este Día de las Madres”, platica la expequeña empresaria de San Diego. Dice que tiene fe que todo lo que ha ocurrido en 2020 con su vida “sea para mejor, para un buen resutado”.

Para firmar la petición a favor de doña Rocío Rebollar, puedes visitar: bit.ly/3ceIwdb

La inmigrante, de 51 años de edad dijo extrañar mucho a sus nietos.

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