Recluso alza su voz desde adentro de la Cárcel Central de Hombres en el condado de Orange
Identificado como el Preso#8, un detenido denuncia que dentro de las instalaciones los reos siguieron trabajando, inclusive en zonas de contagio.
El creciente número de personas contagiadas con COVID-19 en las cárceles del condado de Orange puede ser detenido si las autoridades siguieran las medidas implementadas y las órdenes emitidas por el gobierno estatal.
Así lo narró en una carta un recluso cuya identidad no será revelada por miedo a represalias pero que se hace llamar el Preso#8.
Según el interno de la Cárcel Central de Hombres, en su carta a La Opinión, explica que cuando las autoridades carcelarias ordenaron la cuarentena de rigor, los presos que trabajan fueron excluidos e incluso obligados a continuar trabajando en zonas donde el contagio era de elevada probabilidad.
“Los encargados de manejar la logística de esta cárcel decidieron que los trabajadores (presos) fueran los únicos que no necesitaban seguir las medidas de completa cuarentena, y así forzarnos a seguir con el trabajo diario en zonas donde nos encontramos expuestos a un contagio”, dijo el Preso#8.
“Todo esto siguió así hasta que el viernes 17 de abril surgió el primer infectado en el dormitorio de trabajadores, lo cual nos genera miedo e incertidumbre y nos pone frente a frente ante a la amenaza de un contagio”, expresó.
El Preso#8 señaló que las medidas para evitar el contagio son nulas dentro de la cárcel, ya que la situación no permite el distanciamiento social.
“A la mascarilla que nos dieron le quitaron el grillete que se ajusta a la nariz, lo cual la hace inservible porque no se puede ajustar a la cara y todo se filtra. La cantidad de jabón y papel higiénico que se nos entrega sigue siendo la misma y no es suficiente”, agregó.
El Preso#8 explicó que por un periodo de tres semanas no había recibido comida caliente y que sus tres comidas solo consistían de un sándwich, una fruta y “cuatro galletitas”.
“Las personas que no tienen la oportunidad de comprar comida en la comisaría [de la cárcel] la está pasando mal porque no comen bien y se sienten débiles. Cabe mencionar que los precios de la tienda son más altos que en otros condados”, aseveró.
En la carta el Preso#8 agregó sentirse entre la espada y la pared ya que al igual que cientos de otros internos seguían hasta entonces siendo obligados a continuar trabajando, pero sin protección.
Además, de no obedecer serían removidos de su puesto, con la posibilidad de perder los créditos trabajados y la posibilidad de sufrir hasta un 25 por ciento de extensión a la condena.
“…algo injusto cuando lo único que estamos haciendo es intentar preservar nuestra salud dentro de esta pandemia”, señaló el documento.
Según Nancy Salazar, una residente de área, preocupada por la situación que se vive dentro de las cárceles del condado de Orange, el Preso#8 fue removido del área de trabajo y actualmente pasa 23.5 horas al día en una celda solitario.
“Se han detectado casos positivos en el área de trabajo y aquellos que no muestran síntomas han sido removidos, posiblemente porque son minoría”, dijo Salazar a La Opinión.
Agregó Salazar que el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), ha emitido pautas formales para intentar minimizar el riesgo de contagio dentro de las cárceles no solo de Orange sino del país, sin embargo, la ventana de oportunidad para la prevención ha caducado.
Según el tablero de COVID-19, el condado de Orange había registrado hasta el martes 12 de mayo 3,602 casos confirmados, y 77 muertes. Del número total de casos, al menos 259 eran personas recluidas en el sistema carcelario del condado. Ningún recluso ha sucumbido al virus.
Para minimizar el riesgo de contagio, Salazar recomienda la continua liberación de reclusos no peligrosos ni con crímenes de tipo sexual. Según datos del departamento del sheriff del condado de Orange, liderado por Don Barnes, durante el último fin de semana del mes pasado, se liberaron 130 reclusos que tenían fecha de liberación para este mes.
Un segundo grupo de 33 reclusos que tenían grave riesgo de contagio fueron liberados hasta 60 días antes de su fecha de liberación inicial.
En un comunicado Barnes dijo que la liberación temprana se tomó en colaboración con autoridades estatales y fue absolutamente necesaria para detener la propagación del virus, así como para preservar los recursos médicos que salvan vidas.
“Durante este momento sin precedentes, con una presión sustancial en nuestro sistema de salud, tomamos medidas para proteger a los que están bajo nuestra custodia, reducir el riesgo para nuestro personal correccional y, en última instancia, preservar nuestra misión de mantener al público seguro”, dijo Barnes.
El departamento del sheriff, se dice en el comunicado, además ha exigido por varias semanas una mejor evaluación médica para todos los reclusos, las fuerzas del orden y el personal que ingresa a las cárceles del condado.
Actualmente, es obligatorio pasar por una revisión de temperatura antes de ingresar a los edificios. Además, se ha suspendido temporalmente toda visita y se ha aumentado el número de artículos de higiene y limpieza para los reclusos, dijo la oficina del sheriff.
El Departamento del Sheriff del condado de Orange tiene espacio para 7,400 reclusos. Hasta finales de abril la población carcelaria había reducido de 5,303 detenidos en marzo, a 2,911, dijo el sheriff Don Barnes en un comunicado.