Joe Arpaio quiere volver a ser el sheriff de Maricopa

El regreso de Joe Arpaio puede cambiar el rumbo de la carrera electoral en Arizona

El perdón del presidente Trump no cambia la sentencia contra Arpaio.

El perdón del presidente Trump no cambia la sentencia contra Arpaio. Crédito: Scott Olson/Getty Images

Mientras Donald Trump ganaba en Arizona en su camino a la Casa Blanca hace cuatro años, los votantes al mismo tiempo cerraron el paso a otro republicano de renombre nacional y con puntos de vista polarizadores sobre la aplicación de la ley y la inmigración.

Ahora Joe Arpaio está de regreso, organizando una campaña para recuperar su antiguo trabajo como el Sheriff del condado de Maricopa, el cuarto condado más poblado del país, que podría determinar el resultado de las elecciones presidenciales no solo en Arizona, sino a nivel nacional.

El regreso a la arena política del exsheriff Joe Arpaio ha removido los cimientos de los preparativos de la campaña electoral del Partido Republicano en el estado, ante la posibilidad de que su extremista postura contra la inmigración y su violento pasado de abusos, especialmente hacia los latinos, pueda condicionar el resultado de las elecciones presidenciales de su amigo Donald Trump.

A primera vista Arpaio, de 87 años de edad, no parece un jugador importante hasta que pone en marcha la inmensa maquinaria política que le rodea, labrada durante casi un cuarto de siglo como máximo representante de las fuerzas del orden público en el cuarto condado más poblado del país, que cuenta con 3.1 millones de habitantes y es sede de Phoenix, la capital del estado.

En 2016, Arpaio sufrió una aplastante derrota por casi 13 puntos porcentuales en la reelección al cargo contra el demócrata Paul Panzone, la culminación de varios años de acusaciones de abuso vertidas contra él por organizaciones de defensa de los derechos humanos, como Amnistía Internacional.

“Tent city”

El nombre de Arpaio -autoproclamado “el sheriff más duro de América”- está inevitablemente vinculado con “Tent city”, la ciudad de las tiendas de campaña, el inmenso complejo carcelario a diez minutos de Phoenix que llegó a albergar a 1,700 reclusos.

Amnistía Internacional condenó las instalaciones como “inhumanas, superpobladas y peligrosas”, e incluso el Departamento de Justicia acusó a Arpaio de convertir a los latinos en objetivo específico de sus redadas y de negar a los prisioneros los derechos básicos más elementales, en un lugar al que el propio sheriff se refirió como un “campo de concentración”, según él, en tono jocoso.

“Pero aunque fuera un campo de concentración, ¿qué más da? Todavía me siguen eligiendo”, declaró al diario británico ‘The Guardian’ en una entrevista en 2017.

La caída en picado de Arpaio culminó en mayo del mismo año, cuando terminó un largo proceso judicial por desacato, al negarse a comparecer ante el tribunal por su presunta discriminación contra la población latina.

Sin embargo, su pesar solo duró tres meses: el tiempo en el que el presidente Trump tardó en concederle el perdón de la Casa Blanca, describirle como un héroe y acusar a su predecesor Barack Obama, de orquestar una campaña de desprestigio contra semejante “patriota americano”.

El impacto entre los latinos

“Para los latinos más jóvenes su retorno podría marcar la diferencia”, ha declarado el congresista demócrata por Phoenix Ruben Gallego en comentarios al grupo de comunicación McClatchy. “Los mismos votantes que dieron la patada a Arpaio serán los mismos que harán lo mismo con Donald Trump en Maricopa” en las elecciones presidenciales de noviembre.

La campaña republicana está divida al respecto. Si bien algunos responsables creen que la presencia de Arpaio no tendrá ninguna influencia durante la votación en el estado -donde Trump sacó más de 20 puntos a sus rivales durante las primarias del Partido Republicano, y ocho puntos de ventaja en las presidenciales a Hillary Clinton-, otros siguen mirando con recelo tanto los elogios que Arpaio dedica al mandatario, como la reivindicación de su mutua amistad.

“El presidente Trump me respalda, sabe”, declaró Arpaio en una entrevista. “Pero todos los días hablo sobre él. Le menciono cada día. No le estoy pidiendo que se involucre ni nada”, explicó el antiguo sheriff.

De hecho, ni siquiera los altos responsables del Partido Republicano están enterados de que Arpaio ha vuelto a la política. “Primera noticia que tengo. Si ustedes me lo dicen, me lo creo”, ha declarado el responsable de comunicaciones republicano en el estado, Rick Gorka. “Ni he pensado en él hasta que me he enterado ahora mismo”, ha añadido.

En cualquier caso, Arpaio debe ganar antes en las primarias de agosto, antes de volver a verse las caras con Penzone, conocido por su carácter apolítico y quien se ha granjeado la confianza de parte del sector republicano, principalmente por su moderación.

“A mí me parece que perjudica más que beneficia a la carrera del partido aquí, o por lo menos eso me dicen las personas con las que hablo”, ha explicado Penzone. “A mí me parece que nos estamos convirtiendo en un estado proclive al centrismo”, ha ponderado.

Otros republicanos de Arizona contemplan el retorno de Arpaio con escepticismo. “Ya no es el ‘sheriff Joe’ que un día fue, y cuando le ves se nota que el tiempo le ha hecho mella”, ha declarado la presidenta del partido Republicano en Maricopa, Rae Chornenky.

Con información de Europa Press

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