“I am Vanessa Guillen”, soldado víctima de abuso sexual en Fort Hood fue encerrada en auto y tildada de “pu**” y racista

"Yo fui acosada en múltiples ocasiones por un sargento mayor en el edificio de mi brigada que me encerró en el auto hasta que acepté salir con él y que le diera mi número...", describe Jerryka Stevens en una publicación en Facebook

Soldados ya en Texas para afrontar la llegada de inmigrantes.

Soldados ya en Texas para afrontar la llegada de inmigrantes. Crédito: EFE

Los usuarios de redes sociales han reaccionado con ahínco al llamado: a medida que pasan las horas son más las soldados y exsoldados que relatan el acoso y los abusos sexuales de los que alegan haber sido víctimas en publicaciones bajo el hashtag “IamVanessaGuillen” (Yo soy Vanessa Guillén).

Lo que inició con algunos testimonios aislados en Facebook de mujeres que se solidarizan con el caso de la soldado de origen mexicano, la cadena ya se está convirtiendo en un movimiento en redes sociales de denuncia y reclamo de cuentas en favor de las alegadas víctimas.

En las publicaciones, las denunciantes comparten una foto suya junto a la de Vanessa, quien ya lleva dos meses desaparecida luego de que se le perdiera el rastro en la base militar Fort Hood, en Texas, donde estaba destacada. Cada una relata la manera en que, presuntamente, fue atacada sexualmente y amenazada para que mantuviera silencio bajo argumentos de que las denuncias serían invalidadas y afectarían sus posibilidades de permanecer en el Ejército.

Antes de desaparecer, Guillén había revelado a su madre que un sargento (al que no identificó) la estaba acosando sexualmente.

La historia de Vanessa y la repercusión pública del caso llenó de valor a muchas otras que por años mantuvieron en secreto el supuesto problema sistémico de abuso de poder contra mujeres. Muchas terminaron expulsadas por supuesta mala conducta cuando en realidad eran las víctimas de superiores que abusaban de su poder, a juzgar por las decenas de historias que circulan en el ciberespacio desde la semana pasada.

Una de las narraciones es la de Jerryka Stevens, quien relató que incluso fue tildada de “puta” y “racista” por no querer ceder a los avances sexuales de un sargento mayor.

El primer incidente de acoso ocurrió luego de que llegara a la base de un entrenamiento y fuera enviada a un cuartel con otra soldado. “Temprano en la mañana siguiente recibí un mensaje de texto de un número que nunca había visto. La persona estaba insistiendo en encontrarnos para tener sexo. Fue raro, y en principio yo pensé que era un amigo desde otro número, pero de inmediato descubrí que era un NCO (oficial de alto rango)…”, lee la publicación de la mujer en Facebook.

“El robó mi número de mi papeleo y ahora me estaba texteando para favores sexuales. Yo estaba tan sorprendida y disgustada que me disculpé, pero le dije que nunca haría eso y que no me texteara más”, agrega la mujer.

“Por las próximas dos semanas, fue puro infierno. El me texteaba constantemente y me llamaba para ver si cambiaba de opinión y tenía sexo con él. Cuando continué en la negativa, me amenazó y me llamó racista, entre otras cosas”, recordó la denunciante quien es negra.

“La peor parte fue que hubo un retraso en el procesamiento, y pasé dos semanas en el mismo edificio con él varias horas al día, con el temor de que me atacara cuando estaba sola o me agarrara cuando nadie estaba mirando. Yo me mantuve lo más cerca que pude con mis compañeros de batalla y no iba ni al baño sola por temor de que estuviera allí”.

Stevens continúa: “Yo lloré demasiado e incluso durante una sesión informativa sobre acoso sexual, el orador empezó a hacer bromas sobre el tema y me sentí tan enferma, que no pude escuchar y el sargento a cargo de mi procesamiento lo tomó como ‘irrespeto’ y me castigó al fondo del salón mientras lloraba. Eventualmente, la otra soldado que se convirtió en una buena amiga, le dijo a otro NCO lo que estaba pasando y me tuve que reunir con el comandante y darle copias de mis mensajes y ellos me prometieron que lo manejarían”.

“Yo fui acosada en múltiples ocasiones por un sargento mayor en el edificio de mi brigada que me encerró en el auto hasta que acepté salir con él y que le diera mi número para que me acosara”, añade la fémina en su testimonio.

Según la víctima, el superior se defendía indicando que ella solo quería atención, y que era una “puta” loca que acostaba con unos y con otros, y que se había contagiado con una enfermedad de transmisión sexual. La denuncia, aparentemente, quedó en nada, ya que Stevens no supo más del asunto.

“Como si el acoso no fuera suficiente, fui atacada sexualmente más de una vez mientras estuve allí. La primera vez es uno de mis más grandes secretos que solo uno de mis NCOs y una gran amiga y compañera de batalla conoce la historia verdadera, porque la persona que me agredió era un NCO de mi compañía que me hizo creer que si alguien se enteraba yo sería la que estaría en problemas y nadie me creería”, confesó.

“Mi carrera nunca fue la misma después de eso y yo traté de enterrar todo, pero nadie me dejaba olvidar; y cuando fui nuevamente atacada sexualmente, traté de hacer lo correcto y reportarlo, pero explotó en mi cara de muchas maneras que al día de hoy me arrepiento de haberlo reportado”, puntualizó la mujer, quien sostuvo que el caso de Vanessa no es la excepción, sino la regla, por lo que es hora de denunciar.

Cabe señalar que el Ejército de Estados Unidos no ha respondido a las múltiples alegaciones que circulan en redes sociales como las de esta militar. Los parientes de Guillén han pedido a las mujeres que hayan sido víctimas de abusos en esa institución que continúen relatando sus traumáticas experiencias bajo etiquetas como “IamVanessaGuillen”, “FindVanessaGuillen” y “JusticeforVanessa” para ejercer presión y llegar al fondo del caso de la joven mexicana, así como del sistema militar en general.

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