Cómo el narco ganó presencia en Ciudad de México tras años de considerarse “inmune” al crimen organizado
Autoridades de la capital mexicana negaron durante años la presencia del crimen organizado, lo que según expertos fue aprovechado por estos grupos para extender sus tentáculos por la ciudad
Durante años, las autoridades de Ciudad de México negaron que allí hubiera presencia del crimen organizado, tan habitual en otros estados del país.
Tradicionalmente, en la capital se habló siempre de grupos locales dedicados a actividades de pequeña escala como el “narcomenudeo” o venta de droga en pequeñas cantidades.
Nada apuntaba a la operación de grandes organizaciones del narco como el cártel de Sinaloa o el Jalisco Nueva Generación (CJNG). Hasta hace tres años.
Desde entonces, en Ciudad de México se registraron actuaciones, operativos y detenciones contra células de grandes estructuras criminales.
La más reciente fue el atentado fallido el pasado viernes contra el secretario de Seguridad de la capital, Omar García Harfuch, que él mismo atribuyó al CJNG y con el que expertos consideran que se cruzó una especie de “línea roja” en la capital del país.
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En una zona de alto nivel adquisitivo de la ciudad, plagada de embajadas y representaciones diplomáticas, decenas de hombres dirigieron una impresionante balacera contra el jefe de policía.
“Consulté mis archivos y no tengo registrado ningún atentado de esta magnitud en 50 años en Ciudad de México. Responde a una criminalidad organizada muy compleja”, le dice a BBC Mundo Javier Oliva, especialista en seguridad.
José Armando “N”, alias el Vaca y señalado como uno de los presuntos jefes de sicarios del CJNG, fue detenido como supuesto autor intelectual del atentado.
Y aunque el gobierno prefirió dejar abiertas todas las hipótesis sobre la autoría mientras avanza la investigación, dijo no tener dudas de que se trató de “una organización criminal consolidada, dado el poder de fuego” observado en el suceso.
“Es una de las alertas más fuertes que hemos vivido aquí en Ciudad de México, que revela no solo la presencia que tienen estos grupos del crimen organizado sino el mensaje que quieren enviar hacia las autoridades y la ciudadanía de la capital”, opina la periodista de investigación Sandra Romandía.
Expertos apuntan a que esa aparente tranquilidad de la capital mexicana ante el crimen organizado pasó a la historia hace años. Otros creen que esa “inmunidad”, simplemente, nunca existió.
El interés del CJNG
La Unión Tepito, la Fuerza Anti Unión Tepito y el cartel de Tláhuac son los tres grupos delictivos identificados históricamente en Ciudad de México.
A ellos se les atribuye buena parte de los delitos de tráfico de drogas, extorsión, trata de personas, secuestros exprés e invasión de inmuebles sufridos en la capital.
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Romandía, coautora del libro “Narco CDMX”, cuenta que son estos grupos formados por pequeñas familias narcomenudistas en el céntrico barrio de Tepito los que empezaron a controlar la mayoría de zonas de la capital desde hace dos o tres décadas, antes de ser un grupo de crimen organizado.
“En 2010, un capo del grupo de los Beltrán Leyva llamado la Barbie junta a estas familias y les dice que tienen todo el poder para ser un cartel en esta ciudad. Y ahí empieza la pesadilla para Ciudad de México con la formación de La Unión”, le dice a BBC Mundo.
Los asesinatos en la capital aumentaron de manera exponencial en los últimos años. Si en 2006 los homicidios dolosos eran 7.23 por cada 100,000 habitantes, en 2017 fueron 12.31, según datos recopilados por el centro de pensamiento México Evalúa.
Pero aunque tradicionalmente estos grupos han sido identficados como locales y de pequeña escala, cada vez más expertos están convencidos de la existencia en la capital del país de estructuras mucho más complejas.
“Uno de los principales centros de tráfico de drogas, dinero y personas es el aeropuerto internacional de Ciudad de México. Para que funcione, es necesaria la corrupción de autoridades, pero también se requieren organizaciones criminales que ni la Unión Tepito ni Tláhuac tienen las capacidades para operar”, explica Oliva.
Romandía ubica a mediados del año 2017 la llegada del CJNG a la capital. Lo hizo siguiendo una de sus políticas más características: buscando alianzas con bandas locales para entrar a un nuevo territorio.
En el caso de Ciudad de México lo hizo en alianza con el cartel de Tláhuac y la Anti Unión para combatir a La Unión Tepito.
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Según la experta, su origen coincide con la liberación en octubre de 2017 de Luis Eusebio Duque, alias el Duke, un expolicía capitalino que en la cárcel conoció a José Pineda, el Avispón, miembro del CJNG y hombre de confianza de Nemesio Oseguera, el Mencho.
Se asociaron dentro de prisión y, al salir, el CJNG habría tenido la ayuda del Duke para ganar presencia en la capital en alianza con el Tortas, uno de los líderes de La Anti Unión.
Muchas de estas alianzas se diluyeron con el tiempo y, según algunos analistas, en la actualidad el CJNG campa a sus anchas en varias de las alcaldías de Ciudad de México.
“Lo que es importante es que el CJNG intenta entrar desde hace tres años y no lo ha logrado del todo porque hay otros grupos poderosos. También hay teorías de que tendría alianzas con todos los grupos de la capital y se estaría formando un gran grupo”, explica Romandía.
El año pasado, investigaciones periodísticas revelaron un “pacto de no agresión” en la ciudad entre los cárteles de Tláhuac, Jalisco Nueva Generación y La Unión Tepito para reducir las disputas por el control de la venta de droga.
“Lo que es importante es que el CNJG es un cartel muy interesado en la ciudad y no la ha podido controlar del todo”, agrega Romandía.
Cambio de discurso
La mayor complejidad de Ciudad de México, con más vigilancia y una mayor resonancia política y mediática de cualquier hipotético atentado, podrían explicar esta demora del CJNG a la hora de lanzar sus redes en la capital.
No hay constancia, sin embargo, de presencia de sus rivales del cártel de Sinaloa. Según Romandía, su actividad se limitaba a alianzas comerciales y a actuar como proveedores de las organizaciones locales, pero sin asentarse en la ciudad.
La delincuencia común continúa siendo mucho más grave que el crimen organizado en Ciudad de México, cuyas cifras aún están muy lejos de sus actividades registradas en otros estados del país.
Pero atentados como el organizado contra García Harfuch por grandes estructuras criminales “ponen en evidencia la necesidad de que las autoridades hagan un análisis y replanteamiento de sus programas de seguridad pública”, dice Oliva, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Romandía asegura que tanto la corrupción policial como la tradicional narrativa oficial de negar la existencia de estos grupos en Ciudad de México fueron alicientes importantes para su crecimiento.
Y esa negación, dice, llevó a que no hubiera estrategia ni detenidos hasta hace no mucho.
“Por eso nuestro libro ‘Narco CDMX’ lo titulamos también ‘El monstruo que nadie quiere ver’, porque no se quiso hablar de él, así que el monstruo se dejó crecer”, dice.
“Al darse cuenta de que había impunidad y protección policial, ese animal se fue expandiendo hasta tener tentáculos en muchos negocios ilícitos, muchos delitos y muchas zonas hasta llegar a los lugares más turísticos de la ciudad”, agrega.
La experta destaca que ese discurso cambió con la llegada del actual equipo de gobierno a Ciudad de México. El propio García Harfuch reconoció la existencia del crimen organizado en la capital y atacarlo fue una de sus prioridades.
Solo en los últimos tres meses, al menos tres cabecillas importantes del CJNG y una veintena de miembros del resto de grupos fueron detenidos en la capital.
Sin embargo, ese aumento de arrestos no se ha reflejado aún en la reducción de delitos en Ciudad de México.
El año pasado se abrieron en la capital 1,397 carpetas de investigación por homicidios dolosos, 30 más que en 2018. Los casos de extorsiones e intentos de extorsión tuvieron un aumento aún mayor: de 2,089 a 3.106, según datos de la Fiscalía General de Justicia de la ciudad.
Por eso, Romandía alerta de cómo el crimen organizado está marcando territorio en los últimos años en Ciudad de México y tiene intención de seguir haciéndolo mediante actuaciones tan violentas como el atentado contra el jefe de policía capitalino.
“Esa señal alerta de que el problema se debe atender con inteligencia y estrategia, y fue casi una declaración de guerra para el gobierno. Esto podría ser un indicio de lo que se podría esperar: un futuro muy difícil y violento de no tomarse cartas en el asunto”, vaticina
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