Menor no acompañado se gradúa de secundaria en ceremonia motorizada en Los Ángeles
Hace tres años llegó a EE.UU. tras escapar de la violencia de Guatemala
LOS ÁNGELES – Momentos de gran emoción vivió Lucas Ruiz al graduarse de la secundaria, tres años después de llegar a Estados Unidos como menor no acompañado tras huir de la violencia de su natal Guatemala y en busca de un mejor futuro.
Debido a las restricciones de distancia social impuestas por la pandemia del coronavirus, la ceremonia de graduación fue motorizada. Los muchachos recibieron sus certificados de culminación de estudios a través de la ventanilla de sus automóviles.
“Me siento muy satisfecho y muy feliz”, afirma Lucas.
A sus 19 años, se graduó de la preparatoria católica Cathedral High School, una escuela que está dentro de la jurisdicción de la Arquidiócesis de Los Ángeles donde fue becado.
Atrás quedó en el recuerdo, el peligroso viaje que emprendió por casi un mes para llegar a Tijuana; e intentar cruzar la frontera sur con el deseo de reunirse en Los Ángeles con su padre, a quien llevaba 13 años sin ver.
“Tenía la ilusión de encontrarme con él, pero a la vez mucho miedo de que me pasara algo. En el camino hay gente muy mala. Temía que me fueran a secuestrar o hasta perder la vida”, dice.
Lucas escapó de su tierra a causa de la violencia, y porque dice que “mi familia no quería que me involucrara en cosas malas”.
Cuando llegó a Tijuana se entregó a las autoridades migratorias y fue llevado a un centro de detención en Texas, en donde pasó varias semanas en las celdas conocidas como “hieleras” por sus bajas temperaturas. De ahí lo trasladaron a un albergue para jóvenes.
“Cuando me liberaron, me entregaron a mi papá en el Aeropuerto de Los Ángeles. Me sentí muy contento de verlo “, narra.
Al principio, reconoce que le fue muy difícil adaptarse e interactuar con otras personas sobre todo porque no hablaba inglés.
Entró a una escuela pública de la ciudad de Rosemead en el condado de Los Ángeles.
Fue un conocido de su padre, quien lo puso en contacto con la abogada pro-bono Linda Dakin-Grimm, quien forma parte del Task Force de Migración de la Arquidiócesis de Los Ángeles y las Diócesis de San Bernardino y Orange, y ha ayudado a otros inmigrantes en su situación a conseguir becas y la residencia permanente.
La abogada Dakin-Grimm consiguió que a Lucas le dieran una beca para estudiar en la preparatoria católica Cathedral.
“La diferencia entre la escuela pública y la católica es que al hacer el cambio pude aprender inglés. En la escuela pública, pasábamos siempre hablando español”.
El muchacho no oculta su alegría por haberse graduado, aunque reconoce que extraña Guatemala y a sus amigos. “Pero todo es por un mejor futuro”.
Su sueño es enrolarse en el ejército de los Estados Unidos una vez que la pandemia lo permita.
“Me gustan las acciones y estar al aire libre”, admite.
También está a la espera de su tarjeta de residencia para unirse a las fuerzas armadas.
Estatus Especial para Jóvenes Inmigrantes
La abogada Dakin-Grimm, se hizo cargo del caso de Lucas, un mes después de que el menor se reunificó con su padre.
“Empezamos el proceso para solicitarle el Estatus Especial para Jóvenes Inmigrantes (SIJS) a través del cual puede obtener la residencia”, explica.
Pero para lograrlo primero tuvo que hacer una petición a la corte estatal de California para que determinara si Lucas calificaba para solicitar ese estatus.
A través de este trámite, una corte juvenil debe ponerlo en custodia de una agencia del estado o con un individuo.
“El proceso se tomó unos seis meses. Una vez que fue aprobado se hizo la petición de Estatus Especial para Jóvenes Inmigrante al Servicio de Migración y Ciudadanía (USCIS) en 2017”, explica.
Este estatus legal fue creado por el Congreso para proteger a jóvenes que han sido abusados, abandonados, descuidados por alguno de sus padres o guardianes. Para solicitar este alivio deben ser menores de 21 años y no estar casados.
A Lucas le aprobaron dicho estatus en el 2018, pero como el número de visas para ese programa son limitadas, fue puesto en una lista de espera y aún no obtiene su residencia permanente.
“La lista de espera es por país. En el caso de Guatemala, los menores que califican para el Estatus Especial para Jóvenes Inmigrante tienen que esperar como tres años”, dice la abogada Dakin-Grimm.
Sin embargo, la buena noticia es que su turno está próximo a llegar. En un par de meses podrá solicitar la residencia permanente, y obtener un permiso de trabajo.
“Es una grata coincidencia porque sucede casi al mismo tiempo que se gradúa de la secundaria. Una vez con la residencia podrá enlistarse en el ejército como son sus deseos”, dice.
Cuánto tiempo pasará para que reciba la tarjeta de residente, una vez que presente la solicitud.
“En tiempos ordinarios pueden ser un par de meses, pero ahora no podemos decir cuánto tomará porque el Departamento de Justicia ha dicho que se les esté terminando el dinero”.
Sin cobrar un solo dólar, Linda ha ayudado a reunir a varias familias inmigrantes a través de la organización Niños en Necesidad de Defensa (conocida en inglés por sus siglas KIND – Kids in Need of Defense) cuya misión es asegurar que ningún menor de edad se encuentre solo o sola ante una corte de migración sin representación legal. Por lo menos ha dado asistencia legal a 75 menores no acompañados en EE.UU.
Linda está próxima a publicar su libro “Dignity and Justice: Welcoming the Stranger at Our Border” (en español Dignidad y Justicia: Dando la Bienvenida a los Extranjeros en Nuestra Frontera) donde expone los desafíos legales de los niños no acompañados.
KIND ha asistido a más de 1,100 personas afectadas por la separación familiar en el país y en otros en los que sus padres han sido afectados.
Desde 2014, más de 260,000 menores de edad no acompañados y refugiados han entrado a los Estados Unidos. Han venido de tres de los principales países más peligrosos del mundo: Honduras, El Salvador y Guatemala.