Por qué México es uno de los países con más muertes de personal sanitario por coronavirus
Amnistía Internacional y "The Lancet" identificaron a México como el país con más trabajadores de la salud muertos por COVID-19, aunque el gobierno calificó lo dicho por la prestigiosa revista médica de "francas mentiras"
México, el cuarto país con más muertos por COVIDd-19, está viendo también cómo quienes luchan en primera línea contra el virus resultan dramáticamente afectados.
El personal sanitario mexicano está a la cabeza de la lista de fallecidos durante la pandemia en la lista de países analizados en recientes informes de Amnistía Internacional y The Lancet.
La prestigiosa revista médica británica destacó el pasado fin de semana cómo algunos puntos de la estrategia de México frente al coronavirus, así como la carencia de equipo de protección para los trabajadores de la salud, podrían ser las causantes de estas cifras.
El gobierno del país, donde ya fallecieron casi 75,000 personas en total por el COVID-19, rechazó sin embargo que se puedan hacer comparaciones por las diferencias entre los datos presentados por los distintos países y aseguró que el artículo incurría en “francas mentiras”.
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Pero, aunque reconocen que su situación no es tan crítica como al inicio de la pandemia, miembros del sector médico continúan reclamando mejoras en sus condiciones para disminuir su vulnerabilidad ante el virus.
“Sigue muriendo mucho compañero. Todos conocíamos gente con la que cruzábamos cada día en el hospital y ya no está”, le dice a BBC Mundo Rafael Soto, vocero de la Unión Nacional de Trabajadores por la Salud de México creada durante la pandemia.
¿Cuáles son los países más afectados?
El pasado 2 de septiembre, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertó de que México y Estados Unidos concentraban el 85% de todas las muertes registradas entre personal sanitario por covid-19 en el continente americano.
“Se han enfermado casi 570,000 trabajadores de la salud en nuestra región y más de 2,500 han sucumbido al virus. Basándonos en estos datos, hasta la fecha, tenemos el mayor número de trabajadores de la salud infectados en el mundo”, advertía entonces su directora, Carissa Etienne.
Un día después, un análisis de Amnistía Internacional (AI) colocaba a México en lo más alto del ránking mundial con 1,320 trabajadores fallecidos.
La cifra estaba por encima de los 1,077 de EE.UU. o los 634 de Brasil, los dos países más golpeados por la pandemia y ambos con una población total muy superior a la de México.
Horas después, el gobierno mexicano actualizó la cifra y reconoció que era aún mayor: 1,410.
Con el nuevo dato, el Colegio Médico del Perú realizó una comparación entre los países de América Latina y mostró que las muertes de trabajadores de la salud en México suponían entonces cerca del 57% de las registradas en toda la región, muy por encima de Brasil y Perú.
https://twitter.com/CMP_PERU/status/1302065968651399171
¿Qué respondió el gobierno?
Horas después del reporte de AI, el gobierno mexicano quiso ofrecer otros datos de contexto para rebatir la idea de que el personal sanitario del país estuviera en mayor riesgo que en otros lugares.
El director de Epidemiología, José Luis Alomía, recordó para empezar que no se puede señalar a México como el que más muertes tiene en el mundo dado que otros países no reportan el número de infecciones entre personal sanitario.
De los que sí lo hacen, dijo desconocer si el modo en que registran la mortalidad es igual al de México, algo que por otro lado el propio informe de AI reconoce “debido a los diferentes métodos utilizados para reunir los datos” entre países o subregistro en algunos casos.
AI también aclaró que puede haber discrepancias a la hora de definir quiénes son “trabajadores de la salud” en cada territorio. México engloba en este grupo a médicos, enfermeros, camilleros, personal de limpieza y de ambulancias, entre otros.
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Alomía afirmó de hecho que el personal sanitario no solo no presenta cifras más preocupantes, sino que se enferma menos que la población general en México.
Así, aseguró que la proporción de trabajadores de salud que han desarrollado un estado grave de la enfermedad es menor que la del resto de mexicanos (7% frente a 25%).
También destacó que la tasa de letalidad en este sector (proporción de personas que fallecen tras ser diagnosticados positivos con una prueba PCR) es del 3.8%. Según el Centro Johns Hopkins, la tasa de letalidad en todo México es del 10.5%.
“¿Esto qué quiere decir? Que el grupo de profesionales de la salud fallece mucho menos que la población en general”, afirmó Alomía.
“Si estos dos indicadores estuvieran por encima de la media, entonces podríamos hipotetizar o pensar que es un riesgo ser un profesional de la salud en México porque estaría falleciendo o enfermando gravemente, pero no es así”, agregó.
Falta de protección
Ocupe o no el primer puesto mundial, la pregunta es a qué se debe que tantos trabajadores de la salud en México hayan perdido la vida durante esta pandemia.
Edith Olivares, de Amnistía Internacional México, le dijo a la agencia Reuters que algunas de las causas son la falta de equipos de protección y las extensas jornadas laborales en este sector, lo cual motivó diversas protestas de médicos y enfermeros en los últimos meses.
La propia directora de la OPS reconoció a inicios de septiembre que la falta de material de protección, especialmente al inicio de la pandemia, había obligado en general a los trabajadores a reutilizar máscaras y batas.
“Es revelador que una encuesta de trabajadores de la salud en México mostró que casi la mitad no recibió EPP (equipo de protección personal) en el trabajo”, destacó.
Rafael Soto, enfermero del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), admite que ahora cuentan con más equipos de protección que al inicio de la crisis aunque asegura que muchos son “de baja calidad”.
“No queremos aplausos, no queremos medallas, no queremos bonos. Lo único que pedimos es el material para hacer un trabajo digno y no morirnos, y el reconocimiento del riesgo de trabajo a los compañeros infectados y muertos”, le dice a BBC Mundo.
El gobierno mexicano importa de China buena parte del equipo que se distribuye en los hospitales.
Según datos del IMSS, hasta el 3 de septiembre se habían repartido en sus centros más de 30 millones de cubrebocas como el N95; más de 35 millones de cubrebocas quirúrgicos y casi 2 millones de caretas.
Soto también critica la falta de capacitación para quienes tuvieron que tratar directamente con pacientes con covid, o que se encargara de ello a personal muy joven sin experiencia.
Tests y rastreo de contactos
Además de las condiciones del personal sanitario, The Lancet identificó otros factores en la actuación del gobierno de México frente al coronavirus que considera que también podrían haber contribuido al balance de víctimas actual.
“El país ha seguido una estrategia de no realizar pruebas de manera amplia o de rastreo de contactos, sino monitorear la capacidad de los hospitales para informar sobre la relajación de las restricciones”, se lee en el artículo.
El subsecretario de Salud mexicano, Hugo López-Gatell, dijo sin embargo que estas afirmaciones eran “francas mentiras”.
Por ejemplo, aseguró que el rastreo de contactos para interrumpir las cadenas de transmisión, se estableció en México “desde antes del primer caso, ha seguido” y que son las autoridades estatales “las que coordinan este empeño”.
BBC Mundo solicitó una entrevista con la Secretaría de Salud mexicana para conocer más sobre su postura ante las publicaciones de AI y The Lancet, pero no obtuvo respuesta.
El país sí se ha distinguido desde el inicio por no realizar pruebas masivas de detección de coronavirus entre su población al considerar que no era necesario para definir su estrategia.
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Según el sitio Worldometer, el país ha realizado 12,400 tests por millón de habitantes frente a los más de 100,000 de Perú y Panamá o los realizados por otros como España, Reino Unido y EE.UU. (entre 250,000 y 330,000).
“Entre el personal sanitario tampoco había pruebas al principio. Lo que ocurre ahora es que al que dio positivo se le obliga a volver al trabajo a los 14 días, aún teniendo síntomas propios de covid, sin hacerle una segunda prueba”, denuncia Soto.
“Imagina, si no hay pruebas para un trabajador de la salud, ¿la habrá para la población? Menos”.
El enfermero también desconfía de que la ocupación hospitalaria sea uno de los principales criterios a la hora de que las autoridades permitan a un estado avanzar de fase para relajar las restricciones.
“Hubo mucho derechohabiente que murió en su casa, que no quiso ir al hospital. Al inicio, el gobierno decía que solo fueras al hospital si estabas en fase crítica. No se puede decir que las camas vacías en los hospitales son el gran triunfo de la estrategia de México”, concluye.
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