Las injusticias en la comunidad donde creció lo motivan a regresar
Tras graduarse de la universidad, en lugar de buscar un lugar más confortable para ejercer, Ángel García regresa al Valle de San Joaquín para apoyar los cambios que den una vida más justa a los trabajadores y los residentes.
Muchos jóvenes que viven en comunidades rurales del Valle de San Joaquín buscan constantemente emigrar. La falta de buenos empleos, de oportunidades, de más actividades recreativas, sociales y culturales, sumado a la creciente pobreza, hace que vivir aquí sea más bien un desafío que un placer.
Sin embargo en los últimos años se puso en evidencia una tendencia en la que muchos jóvenes que salen de sus comunidades rurales para ir a estudiar a reconocidas universidades del estado, después de graduarse regresan a sus pueblos de origen.
“Yo quería regresar a mi comunidad, quería ser parte de un cambio, aunque no sabía bien qué clase de cambio, pero quería hacerlo”, dice Ángel García de Sánchez, de 32 años, graduado de UC Santa Cruz.
Angel nació en la pequeña ciudad de Lindsay, en el Condado de Tulare, aunque creció en otra localidad cercana y también pequeña, Exeter. Allí completó su educación preparatoria.
En la escuela preparatoria, gracias a un programa para estudiantes migrantes, Ángel participa de unas clases de verano en UC Los Angeles.
“Fui expuesto a pensadores como Eduardo Galeano y Paulo Freire. A partir de allí empecé a ver cosas que no estaban bien. Era obvio que a mi alrededor, en esas pequeñas comunidades, había muchas injusticias. Por ejemplo, me llamó la atención el uso de químicos, casi rociaban sobre la gente. Te das cuenta entonces que algo anda mal”, dice Ángel, ahora casado y padre de dos hijos.
“Las comunidades campesinas enfrentan muchas injusticias, no solo económicas y sociales sino también ambientales”.
Ángel tuvo la oportunidad de asistir a UC Santa Cruz donde estudió Ciencias Políticas y Estudios Latinoamericanos, siendo el primero de su familia en completar estudios superiores.
La familia de Ángel es pequeña, solo tiene dos hermanas y sus padres, de origen campesino, son nacidos en San Jerónimo del Progreso, en la región Mixteca de Oaxaca, México.
El regreso no fue tan fácil. “Nadie te está esperando para ofrecerte un trabajo”, dice Ángel con un tono irónico.
De inmediato se involucró en la organización local Ola Raza, dedicada a promover la ciudadanía y la participación cívica.
“Aprendí mucho, observé que había mucho activismo, muchos proyectos alrededor”, dice el joven. “Y esto ha ido creciendo y se refleja en más cargos políticos en diversas comunidades que están ocupadas ahora por gente joven y con deseos de cambio. Y también en el surgimiento de nuevas organizaciones”.
Ángel destaca un lento pero firme cambio en la manera de pensar, que considera es un paso decisivo en la toma de espacios que tradicionalmente no eran accesibles a los inmigrantes y campesinos.
Actualmente, el recién egresado de la universidad es organizador local de Californians for Pesticide Reform, e integrante de la coalición CAPS (Coalition Advocating for Pesticide Safety).
“Hay avances, logros. Antes, cada condado tenía sus propias reglas para la aplicación de químicos, por ejemplo, a qué distancia de una escuela o poblado se podía rociar pesticidas”, explica.
“Pero tuvimos logros. Por ejemplo, en el 2016 realizamos en la ciudad de Tulare una marcha durante unas audiencias oficiales sobre el uso de químicos en la agricultura. Poco a poco el estado empezó a tomar decisiones uniformes para la aplicación de pesticidas con mas protecciones para la población”.
Un hito importante en esta lucha fue la creación en 2018 de zonas de protección (buffer zones), o sea restricciones en el rociado de químicos, de lunes a viernes, de 6am a 6pm.
El otro logro de gran importancia que destaca el ahora activista es que finalmente California dejará de aplicar el pesticida Chlorpyrifos a fines de este año, siendo uno de los tres estados del país en tomar esta decisión.
Este químico, indica, esta asociado con problemas en el desarrollo cerebral en los niños.
“Estos logros son muy importantes y han llevado mucho tiempo”, comenta entusiasmado Ángel. “Pero demuestra que si nos organizamos, si nos unimos, entonces podemos obtener estos triunfos”.
Respecto a su futuro, Ángel asegura que le gustaría “agregar más herramientas” a sus conocimientos, como por ejemplo realizar estudios mas avanzados. “Me atrae también estudiar leyes, necesitamos más abogados, porque si bien la organización y la unión son elementos muy importantes, hay luchas que tienen lugar en las cortes en favor de nuestras comunidades”, asegura convencido.
El joven afirma que en el Valle de San Joaquín hay muchos líderes no reconocidos y personas dedicadas a sus comunidades que prestan un gran servicio a la población más desprotegida, a los jornaleros, a las personas de color —tradicionalmente marginadas.
“Esto me da fuerzas, me alimenta”, dice Ángel emocionado. “Pero haga lo que haga en el futuro, estoy seguro que me voy a quedar aquí, en el Valle”.