El voto cambia poco a poco en el Valle Central
La participación ciudadana en estas elecciones ha crecido en las zonas rurales debido a la preocupación por el tema migratorio y al entusiasmo de los jóvenes
Minerva Mendoza, residente de la ciudad de Madera, ubicada en el Valle Central de California, votó en estas eleciones por primera vez. Se hizo ciudadana en julio del 2020 y no perdió tiempo en registrarse para votar.
“No pude votar en las primarias pero quería estar segura de hacerlo en noviembre”, indicó la mujer, de 30 años de edad, nacida en Santa María Tindú, región mixteca de Oaxaca, México.
“Cuatro años de esta Administración han dejado un fuerte impacto en nuestra comunidadad latina, en los DACA [los amparados bajo la Acción Diferida de los Llegados en la Infancia], en los indocumentados, y más. Yo tengo familiares y amigos en cada una de estas categorías”.
Ella sabe bien lo que dice. Su padre fue jornalero agrícola temporal y sus abuelos fueron braceros.
En su familia no todos pueden votar. “Muchos me animaron a participar, como si yo fuera su voz”, dice con evidente satisfacción. “Me hicieron sentir que tenía que hacerlo por ellos”.
Como Minerva, muchos jóvenes se involucraron más en el proceso de sufragio.
“Mis hermanos antes no mostraban mucho interés en las elecciones”, asegura Elsa Mejía, de 30 años de edad, también residente de Madera.
“Pero esta vez fue diferente. Ellos tomaron iniciativa, se informaron, preguntaban. Lo mismo ocurrió con varios amigos… Es señal de que había interés en estas elecciones”.
En voto en diversas áreas
Aunque los datos todavía no son definitivos, la participación ciudadana en estas elecciones ha crecido.
Es un dato a resaltar, ya que tradicionalmente en las zonas rurales predomina una cultura política conservadora y el porcentaje de votantes es bajo.
Pero entre marzo (elecciones primarias) y noviembre (elecciones generales), el registro de votantes del condado de Fresno aumentó en 20,000: de 471,249 pasó a 496,482 —la población del condado es de casi un millón de personas, 53.8% de origen latino— según el Buró del Censo.
Si bien estos números pueden parecer poco significativos a primera vista, al ver los resultados parciales de estas elecciones se nota un lento cambio en las preferencias del electorado del condado: el candidato demócrata Joe Biden obtuvo el 53.4% de los votos; mientras que Trump logró el 44.8%.
En el conjunto del Valle de San Joaquín, la diferencia es menor: 51.1% para Biden contra 47.4% para Trump.
Esta tendencia parece no plasmarse en resultados ciertos distritos, que podrían definirse como “republicanos” inamovibles.
Este es el caso del Distrito 22, en manos del diputado federal Devin Nunes desde 2003 —un aliado incondicional del presidente Trump quien basó su campaña electoral acusando a su contrincante Phil Arballo de “socialista” y activista radical profesional. Hasta ayer, el día después de las elecciones, Nunes iba adelante con 53.5% contra 46.5% —falta contar los votos ausentes y por correo, aunque pocos dudan que Nunes ganará su décimo término.
La diferencia fundamental entre ambos candidatos es que mientras el desafiante Arballo recaudó $4.5 millones para su campaña, Nunes dispuso de $23.5 millones, según información de prensa.
Es decir, casi $28 millones gastados en una campaña electoral en un distrito considerado entre los más pobres del estado y del país, a pesar de la producción millonaria de bienes agrícolas, lo que expresa la desigualdad extrema de recursos entre las clases sociales.
La participación de los jóvenes hace la diferencia
“El Valle es conservador pero me asombra ver la cantidad de gente que apoya la política [racista] de Trump”, dice Minerva.
“Nunca había vivido algo así, la división se siente, se huele. Escucho comentarios racistas
constantemente”.
Elsa, por su parte, tiene esperanzas en los jóvenes políticos latinos que han ganado elecciones locales.
“En las comunidades rurales pequeñas vemos cambios, con jóvenes latinos elegidos en los ayuntamientos locales de Sanger, Delano, Arvin…”
Y a pesar de que muchos inmigrantes no pueden votar, su participación ciudadana hace una diferencia.
“En mi comunidad muy pocos pueden votar”, dice Juan Santiago, de 31 años, nacido en Coatecas Altas, región Zapoteca de Oaxaca, y también residente de Madera.
Él tampoco puede votar, tiene el estatus de DACA. “Mis dos sobrinos sí votan, ellos sienten nuestra presión para que participen”.
Agrega que él y sus sobrinos tuvieron conversaciones sobre los candidatos y las proposiciones.
Inmigración y salud
“Para mí el tema principal de las elecciones es la migración, me preocupa mucho que apenas se habló de este tema en los debates presidenciales”, comenta Santiago.
“La economía no es un tema prioritario para nuestra comunidad, estamos igual de jodi… Pero [lo que se vive con] la migración… Es una situación inhumana”.
Elsa coincide. “Los cambios que esta Administración impuso en migración son muy negativos. Por ejemplo, el excesivo aumento en las tarifas para la ciudadanía. Tampoco me gusta lo que Trump dijo de los inmigrantes, mis padres son inmigrantes, en mi familia tenemos personas con diferentes estatus migratorio. También me preocupa el tema de la salud”.
Este es otro tema de interés para los jóvenes.
“La forma en que este gobierno enfrentó la pandemia… Falta información, no hay una política basada en la ciencia”, afirma Minerva.
“Estados Unidos es uno de los países más afectados y sin embargo desde la Casa Blanca desinforman”.
Esta mayor politización de muchos jóvenes latinos del Valle de San Joaquín puede ser el motor de mayores cambios a mediano y largo plazo, lo que haría una diferencia en el paisaje político, social y cultural de una región postergada y sumida en la pobreza —a pesar de la riqueza que los pobres producen y que queda en manos de unos pocos.
Pero aún falta mucho. El triunfo parcial pero consistente de Nunes, sumado al de otros candidatos también conservadores como diputados federales, son un presagio de una larga lucha sin cuartel entre dos visiones de nuestra sociedad, actualmente más distante una de otra.