Una latina mantiene viva la tradición del papel picado en Los Ángeles

Cuando hace 35 años, Margarita Sosa fue a la Plaza de la Raza del Lincoln Park en Los Ángeles y miró el lugar decorado con papel picado, quedó fascinada. Nunca imaginó que esa fascinación la llevaría a convertirse en una de las pocas maestras en la urbe angelina, especializada en esta artesanía tradicional mexicana que se elabora con papel de china de vivos colores.

“Por medio del papel picado, desarrollé mis habilidades en el arte, en la pintura y el tejido. Y no solo descubrí el arte chicano en Los Ángeles sino que ha sido una manera de conocer a muchos artistas”, dice Margarita.

Gracias al papel picado, ha viajado a lugares a los que nunca soñó ir como maestra. “Fui a Escocia a enseñar cómo hacer papel picado”.

Margarita era una ama de casa dedicada a criar a sus hijos, cuando se encontró con el papel picado al visitar el centro cultural de la Plaza de La Raza. Tanto le gustó que se apuntó para tomar clases con la maestra Olga Ponce Ferguson.

“Yo nací en Oregon. Me crié en City Terrace en Los Ángeles. Mi mamá es de la ciudad de México. Mi papá ya nació en Estados Unidos, pero sus padres eran mexicanos”, comenta.

Después de muchos años de tomar clases de papel picado, Margarita se convirtió en asistente de la maestra que la había enseñado. “Y cuando mis hijos crecieron, fui a la Universidad y me gradué de Cal State Los Angeles en artes”, recuerda.

Ya para entonces era voluntaria de Self Help Graphics & Art – una organización que promueve el arte entre los latinos en Los Ángeles – .

El papel picado consiste de figuras hechas y picadas en papel de China también conocido como papel de seda, que se distingue por su colorido y sirve para decorar fiestas y celebraciones especiales como los altares del Día de Muertos.

Margarita primero dibuja las figuras que quiere crear en el papel de China sobre una hoja de papel y las fotocopia.

“Guardo el original y coloco la fotocopia de mi diseño al menos sobre 24 hojas de papel de China, y empiezo a trabajar”.

Para crear sus diseños sobre el papel de China usa cinceles de madera de diferentes tamaños y se ayuda con un martillo. “Tengo entre 30 y 50 cinceles”, precisa.

Y observa que también se puede picar el papel con tijeras, sin necesidad de los cinceles. “Yo enseño a los principiantes a trabajar con tijeras, y la mayoría lo hace con tijeras”.

Cuando termina el papel picado, pega los cuadros con un hilo para que se pueda colgar.

“Me fascina este trabajo. Es algo increíble. La maravilla del papel picado es ver como se mueve con el viento”, dice.

Cuenta que la primera impresión de la gente al ver el papel picado, se da al ver la maravilla de los colores, pero luego empieza a notar los diseños y detalles.

Lo que Margarita comenzó como un hobby se ha convertido en parte de su vida. “No lo hago por dinero, pero sí significa un ingreso extra. Lo que cobramos entre $3 y $5 por pie de cada tira no compensa tantas horas de dedicación”.

El papel picado una vez colgado para una fiesta tiene una corta duración. “Es como una flor. A los días de estar colgado al aire libre, pierde su color. Dentro de una casa, puede durar meses. En la actualidad, ya se hace en plástico para que dure, pero no es lo mismo. No se mueve con el viento como el papel picado en papel de china”.

Al principio cuando aprendía a trabajar el papel picado, ella y su maestra Olga iban a Tijuana a comprar el papel de China, pero hoy lo adquieren aquí en Los Ángeles. 

Esta artista del papel picado dice que nunca se ha hecho promoción ni siquiera en las redes sociales. “Una persona me recomendó a otra; y de boca en boca se supo de mi trabajo”.

Algunos de sus cuadros de papel picado los vende enmarcados como obras de arte; y otras veces, hace diseños para pegar en tarjetas de felicitación.

El papel picado tiene mucha demanda para decorar fiestas como bodas y cumpleaños, y para las celebraciones del Día de Muertos. “De acuerdo al tipo de festejo, me piden el diseño. Por ejemplo, para las bodas siempre quieren corazones o palomas; y entre medio, las iniciales de los nombres de los novios”, explica Margarita.

La elaboración del papel picado se ha convertido en un asunto familiar. Su hija Maricela aprendió así como su hermana Jossie Alarcón y su hija Margaret Alarcón. “Mi hija Maricela da clases de papel picado en la Plaza de La Raza. Ella utiliza un programa de la computadora para diseñar los dibujos. La manera de diseñar va evolucionando, pero yo sigo haciendo mis dibujos a mano”, dice.

Y muchas veces entre su hija, su hermana y su sobrina trabajan juntas las órdenes de papel picado para los eventos.

Durante la pandemia, los pedidos de papel picado disminuyeron porque se suspendieron las fiestas, pero eso le ha permitido adelantar sus creaciones y tener suficientes para cuando la normalidad se restablezca.

Para Margarita, madre de 5 hijos, abuela de 10 nietos nietos y bisabuela de una nieta, el papel picado es puro gozo y alegría. “Es una obra de amor. Se me pasan las horas sin sentir”.

Y aunque en Los Ángeles no hay mucha gente que se dedique a cortar el papel picado, no cree que esta tradición mexicana vaya a desaparecer. “Sobrevivirá mientras enseñemos a otros a hacerlo“.

Si quieres contactar a Margarita, escríbele a: sosa.picarte@yahoo.com