Gabriel Lerner deja la dirección de La Opinión y es nombrado editor emérito

Seguirá representando al diario angelino en diferentes foros

Gabriel Lerner sirvió a La Opinión por más de dos décadas. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Gabriel Lerner sirvió a La Opinión por más de dos décadas. (Aurelia Ventura/La Opinión) Crédito: Aurelia Ventura | Cortesía

Gabriel Lerner todavía se maravilla de haber sido el director editorial de La Opinión, diario al que admiraba desde afuera y siguió admirando hasta el último día de trabajo. El periodista, hizo realidad su sueño en 2014. Seis años después, en medio de la más intensa arremetida de la pandemia de COVID-19 en Los Ángeles, decidió que era tiempo de retirarse.

Su último día de trabajo fue el 8 de enero de 2021, pero no es un adiós. Se va, pero no se va. Es desde enero de 2021, editor emérito del diario. “Seguiré representando a La Opinión y trabajando para que le vaya bien, ahora desde afuera“, dice. 

Gabriel Lerner da un discurso durante un aniversario de COFEM. (Aurelia Ventura/La Opinión)

En su despedida pública, argumentó razones de salud, lo que ocasionó preocupación en la comunidad que lo ha seguido y respeta su trabajo periodístico.

No tengo ni cáncer ni COViD… sí unos problemas serios de salud relacionados con el corazón, que me obligan a evitar el estrés y a llevar una vida más relajada sin intensas jornadas de trabajo. Pero en especial porque no quiero hacer un mal trabajo ni buscar excusas. Así no se puede servir a la comunidad”, agrega.

Gabriel nació en Buenos Aires hace 67 años en el seno de una familia judía. Vivió en la capital argentina hasta los 10 años. De ahí fue llevado a Israel donde permaneció hasta los 16  años. Pasó dos años adicionales en Argentina, y regresó a Israel donde vivió hasta los 37 años.

“Ese ir y venir entre Argentina, Israel y luego en Estados Unidos, fue muy importante en establecer mi identidad, mi visión general del mundo, mi observación de la gente sin las trabas del patrioterismo y la estrechez de miras que conlleva”, reconoce.

Gabriel Lerner conversa con el alcalde Eric Garcetti durante una reunión de editores en La Opinión.(Aurelia Ventura/La Opinión)

Su vida en Israel quedó marcada por su participación obligada en dos guerras, la Guerra del Día del Perdón en 1973 entre Israel, Egipto y Siria; y la de 1982 entre Israel y Líbano, en la que perdió a muchos de sus amigos.

De allí provino una pequeña novela “Soldados de Papel” que generó controversia en Israel. “Me insultaban por presuntamente desdeñar a los soldados cuando en realidad buscaba humanizarnos y mostrarnos así como somos, de carne y hueso”, explica. “Y sí, era pacifista”.

Fue durante sus años en Israel que Gabriel incursionó por primera vez en el periodismo. “Siempre tuve una pasión por escribir y por la noticia crítica. Fui editor general del semanario Tiempo, una publicación en español dedicada a los hispanos que viven en Israel”.

También fue colaborador de publicaciones en España, Argentina y Estados Unidos.

Gabriel Lerner con la supervisora del condado de Los Ángeles, Hilda Solís. (Aurelia Ventura/La Opinión)

¿Por qué viene a EE.UU.?

“Tenía una única hermana que vivía en el Valle de San Fernando en Los Ángeles. Se puso muy enferma y con mi entonces esposa y mi hijo vinimos a acompañarla en 1989”, recuerda.

Pero lo que prometía ser una breve estancia, se prolongó debido a la situación de salud de su hermana, quien finalmente falleció en 1996. Gabriel terminó por quedarse en el país.

Como todos los nuevos inmigrantes, comenzó de cero e hizo de todo para sobrevivir.

Un día al caminar por las calles de Los Ángeles, se reencontró con su vocación periodística cuando se topó, en el suelo, con un semanario de entretenimiento y actualidad en español. “Hablé con el subdirector que era chileno-palestino. Nos conectamos de inmediato. No hubo rechazo sino comprensión. Fuimos amigos por años”.

Gabriel Lerner platica con la vicepresidenta electa, Kamala Harris. (Aurelia Ventura/La Opinión).

Allí Gabriel, con pocos meses en Estados Unidos, retomó su carrera periodística, pero en el área de producción. “Me dediqué a instalar el sistema de publicación del semanario”. Ese trabajo duró hasta que la empresa fue adquirida por Sony y cambió de tecnología. 

“Me convertí en vendedor, desde detergentes para hoteles hasta de reliquias en los swap meet (tianguis o mercados al aire libre)”. Después entró a una mueblería latina, “Casa Leaders” en Wilmington, donde fue vendedor, administrador de la bodega, gerente general. Recuerda con mucho cariño a sus compañeros vendedores. “Escribí una columna sobre ellos, de mi serie Gente de Los Ángeles, por estimarlos tanto”.

Años después, llegó a ser dueño de su propia tienda de muebles, “Casa América” en Van Nuys. Pero dice que como mueblero le fue muy mal. “Después del trabajo en la mueblería iba a un trabajo de transcripción y traducción de programas de televisión hasta la 1 a.m. y así sucesivamente”.

Gabriel Lerner con el gobernador de California, Gavin Newsom durante una visita a La Opinión. (Aurelia Ventura/La Opinión).

En 1999 vino la oportunidad de trabajar en La Opinión, cuando se presentó para un puesto temporario en la sección editorial.

“En esa época estaban allí Rafael Buitrago y mi amigo Roger Lindo”. A los pocos meses le ofrecieron quedarse y así retomó su carrera periodística.

De la sección editorial, Gabriel pasó a ser editor de la sección Estado, “cuando el editor perdió la vida en circunstancias trágicas”. 

Fue durante los años que fue editor de la sección Estado de La Opinión, que decidió ir a la universidad; y a los 54 años de edad se graduó de la carrera de Historia en Cal State Los Angeles.

Se desempeñó en distintas posiciones en La Opinión durante más de una década, hasta que en 2011 le ofrecieron la edición del sitio latino, en inglés, del Huffington Post. “Habían venido otras oportunidades, y yo no me quería ir.  Pero me sentía estancado en La Opinión, y decidí tomar la oferta”.

Gabriel Lerner con el procurador de California, Xavier Becerra. (Aurelia Ventura/La Opinión)

En 2012, dirigió la iniciativa de Miguel Ferrer para crear el sitio Voces, en español, dentro de la plataforma del Huffington Post

Unos dos años más tarde, recibió la oportunidad de regresar a La Opinión por la puerta grande.

Con el apoyo de Mónica Lozano, regresé como editor del sitio web de La Opinión en 2014; y tres meses después como editor en jefe”.

Desempeñó el cargo hasta el 8 de enero de este año. “Me tocó dirigir el diario cuando éramos una redacción grande, pero ya acechaba la crisis en la prensa escrita, y se desencadenó de manera inusitada y destructiva para el diario”.

Gabriel dice que como director vivió días de mucho sufrimiento y tristeza cada vez que tenía que ser portavoz de malas noticias de un recorte a los compañeros. “Yo lloraba con ellos. Me quebraba”.

Y a pesar de que la redacción de La Opinión no se compara con los 140 empleados que un día llegó a tener, está convencido de que el diario y el periodismo continuarán.

La Opinión no ha perdido su misión de servir a la comunidad aún con poca gente en la redacción. Respeto y reconozco a los compañeros que trabajaron en la época de oro de La Opinión cuando había muchos recursos, pero quienes están ahora trabajando allí, haciendo las tareas de tres o más personas al mismo tiempo. también viven la época de oro”.

Gabriel Lerner con el ahora concejal Kevin de León.  (Photo by Aurelia Ventura/La Opinion)

Gabriel confiesa que se va de La Opinión lleno de sentimientos encontrados. “Me siento tan mal porque esperaba en mi tiempo como editor del diario, ver la reactivación en grande de La Opinión. También me siento muy triste por la ola de terrorismo y violencia que trajo la presidencia de Trump, y por no ver el final de la pandemia con la mayor parte de la población vacunada”.

Pero por otro lado, siente confianza porque dice que deja la redacción en manos de Armando Varela, quien por su experiencia y conocimientos es la persona que se necesita para conducirla. Y confía en el pequeño equipo de editores y reporteros, todos dedicados y experimentados.

“Voy a servir a La Opinión de manera independiente como representante en diferentes foros, como editor emérito”.

Además, después de publicar dos libros de poesía, uno de cuentos y una breve novela, quiere volver al trabajo literario que lo apasiona. 

“Pero  primero, debo tomar conciencia de que tendré tiempo libre, que la jornada laboral ya no es de 24 horas, y que podré dedicarme a ayudar a la comunidad en otros proyectos e ideas”. 

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