Repatriados y otros migrantes buscarán una segunda oportunidad con Biden

Migrantes indocumentados se mantienen en espera de que el presidente Joe Biden, cumpla con una reforma migratoria que les permita ingresar a Estados Unidos

Román Castillo y su esposa Rosa Luna

Román Castillo y su esposa Rosa Luna Crédito: Rosa Luna | Cortesía

Román Castillo y su esposa Rosa Luna no ingresaron los documentos para reclamar la reunificación familiar en Estados Unidos tras la deportación de él hasta este año aunque para ella todo se complicara. Por cuidar sola a los padres enfermos o por no tener dinero para comprar los útiles escolares, la ropa y la comida de los hijos.

Nos daba miedo perder el caso cuando Trump era presidente”, dice Rosa Luna en entrevista telefónica con este diario desde Texas unos días después de que por fin se animaron a solicitar el “perdón” y volver a hacer válida la residencia de Román Castillo. “Incluso la abogada nos aconsejó varias veces no hacerlo, pero, ahora con Biden, es diferente: nos sentimos más tranquilos”.

En los primeros días de su gobierno, el presidente Joe Biden se comprometió a cumplir sus promesas de campaña y planteó un discurso acogedor para los migrantes.

Entre otros beneficios, lanzó un ambicioso  proyecto de reforma migratoria que aspira a crear un camino de ocho años hacia la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados que, según Migration Policy Institute, vivían en la Unión Americana para 2018.

De ser aprobado el U.S. Citizenship Act of 2021 o la Ley de Ciudadanía Estadounidense 2021, constituiría la mayor reforma al sistema migratorio de Estados Unidos después de la amnistía de 1986 y, muchos que han vivido en EEUU ven ahora una puerta tras la hostilidad que significó la administración de Donald Trump.

El proyecto contempla la creación de un nuevo estatus migratorio temporal de cinco años para los migrantes que superen revisiones sin antecedentes penales y estén al día con sus impuestos. Este permiso les permitiría vivir y trabajar legalmente durante cinco años y, al terminar este período, podrían aplicar para una residencia.

Y tres años después para la ciudadanía.

José Campos, quien tomó la decisión de regresar a México aún cuando tenía los beneficios de DACA (para jóvenes que fueron llevados a EEUU en la infancia) ahora espera que esta ley sea aprobada en el congreso mientras mantiene un trabajo de agente de ventas bilingüe en el estado de Jalisco.

José Campos se encuentra en Jalisco, México, en espera de que pueda regresar a Estados Unidos (Foto cortesía José Campos/Gardenia Mendoza)

“La gente que fue deportada en el Era Trump que no tenían antecedentes penales y tenían DACA pueden ser beneficiados”, calcula.

Pero no es un camino fácil. La reforma migratoria necesita 51 votos en el Senado y 218 en la Cámara de Representantes, tras lo cual pasaría a ser firmada por el presidente y se convertiría en ley. Y aunque los demócratas tengan la mayoría en ambas cámaras del Congreso, no es claro si la reforma llegará a esa instancia, ya que primero debe pasar por la cámara que presentó el proyecto.

O sea, el Senado, donde puede detenerse por los demócratas si obstaculizan la discusión.

Román Castillo tiene otras cartas legales para reclamar la residencia que le quitaron cuando lo detuvieron por conducir a exceso de velocidad y tuvo que regresar a Tamaulipas a buscar trabajo para, por lo menos, subsistir. Dejó atrás los tiempos en que tenía un trabajo seguro en la construcción, una esposa ciudadana estadounidense y tres hijos que mantener.

“Al llegar a San José de Aura, me puse a trabajar en la agricultura, haciendo cercas y cuidando ranchos, pero sólo para comer, no alcanza para más”, dice Román Castillo. “Este año voy a volver, y a llevé los documentos al consulado de Ciudad Juárez y espero sólo el perdón”.

Rosa Luna ha sido el pilar económico de la familia. De vez en cuando le manda dinero a su marido, aunque la mayoría del sueldo que acumula como cuidadora de niños se le va en la  comida, en el día a día, en algunos gastos que tenía al hacerse cargo también de los padres.

El peor momento fue cuando mi padre se complicó con la diabetes y murió. Yo era quien lo llevaba y traía del hospital y mi sueldo disminuyó muchísimo”, detalla. “Han sido años muy difíciles y estoy feliz de que pronto le puedan dar el perdón a mi esposo”.

La familia iba a visitar de vez en cuando al papá a Tamaulipas. Durante 10 años, pasaban algunos días con él  y hablaban en un español que olvidaban pronto al regresar a Texas mientras Román Luna, en sentido contrario, dejaba atrás el poco inglés que aprendió allá. “Ahora los niños tienen 18 y 15 y aún les hace falta ese contacto paterno más cercano”, considera Rosa Luna.

“Las leyes pueden decir muchas cosas, pero también está el derecho de la familia a estar juntos como familia y creen que con Biden hay una oportunidad  para el perdón porque la mayoría fue deportada sin tener felonías (delitos graves) y porque  ICE los hacía firmar la deportación”, advierte Israel Concha, fundador de la organización New Comienzos que brinda apoyo a mexicanos de retorno de Estados Unidos.

“En nuestra comunidad tenemos por lo menos seis casos de gente que ya está allá y otra vez: se fueron indocumentados”.

El activista de New Comienzos observa que otros motivos por los que en este momento quieren regresar están relacionados a la inseguridad. Reclutamientos del crimen organizado, asaltos, asesinatos violentos: tan sólo en el mes de febrero el Sistema Nacional de Seguridad Pública registro más de 2,100, en una cifra récord nacional.

“Afuera de donde yo vivo mataron recientemente a un asaltante y hace unos días desapareció un miembro de la comunidad y la mamá llamó para decirnos que habían asesinado a su hijo”.

Una luz

Graciela Hernández y su hijo Raúl, de seis años, llegaron a Ciudad Juárez el 22  de febrero desde Michoacán, después de que mataron al esposo de ella, quien había sido deportado de Arizona en 2016  y por por eso tomaron la decisión de viajar a la frontera a pedir asilo político. “No hay quien viva allá: la maña es la que manda”.

Madre e hijo se acercaron al cruce internacional donde les dijeron que fueran al puente y ahí se les entregó una hoja con información de un sitio web al que deben acceder.

Me dijeron que fuera para las oficinas y que ahí mismo me anotara, pero de ahí me mandan para otro lugar y luego a hacer todo por internet. No sé qué haré”.

Cerca del puente internacional, se ha acercado poco a poco la diáspora mexicana, según observó Graciela Hernández empobrecida por la pandemia y por el desempleo que no se ha agudizado con la centralización de la economía implementada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

“Antes de que me lo mataran, mi esposo ya tenía varios meses sin trabajo”, advierte. “Queremos pedir que nos den asilo político”.

Graciela Hernández está esperanzada aunque las cifras sobre asilo político para mexicanos dicen lo contrario. Mexicanos en el exilio, la organización civil encabezada por el abogado binacional Carlos Spector, documentó que el rechazo es de alrededor del 99%.

Otro elemento que suma mexicanos en la frontera es el incremento en las deportaciones. El Instituto Nacional de Migración (INM), dependiente de la Secretaría de Gobernación, ha recibido y auxiliado a 25,054 personas mexicanas repatriadas de Estados Unidos, entre el 1 de enero y el 1 de marzo de 2021.

Del total, la gran mayoría ingresó por los puentes fronterizos:  5, 072 por Baja California; 5,003 por Tamaulipas; 4, 859, vía Sonora; 3,155 en Coahuila; 1,963 por Chihuahua; mil 170. Los menos por Jalisco; 1,099 por Querétaro; 1, 009, Ciudad de México; 685, Michoacán; 635, Puebla, y 404, en Tabasco.

Volver desde Guatemala

El pasado 20 de enero, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) anunció la suspensión del programa Migrant Protection Protocols que ordenaba a los aplicantes de asilo a permanecer en México terminando también la oportunidad de nuevas inscripciones para asilo en Estados Unidos.

Douglas Brian Vázquez, un guatemalteco de 23 años, no sabe muy bien las consecuencias de todas esas políticas. Lo que sí sabe es que no quiere estar en Escuintla, a donde fue repatriado por tercera ocasión, la más reciente desde Sinaloa, donde lo agarró la Guardia Nacional sobre el lomo del tren de carga, donde viajaba indocumentado.

“Me pidieron dinero y yo no tenía ni un peso”, cuenta al teléfono.

Douglas Brian y su abuela en Guatemala
Douglas Brian y su abuela en Guatemala. (Foto cortesía Douglas Brian/Gardenia Mendoza)

Así que lo llevaron a la estación migratoria, donde estuvo dos semanas sin medidas de salud a pesar de la pandemia. No le hicieron examen, ni le exigieron cubre bocas. Es más, ¡nadie tenía mascarilla en un cuarto con 10 camas que albergaba a 35 personas!

Luego lo enviaron a Tapachula y de ahí a Tecún Umán. Douglas Brian Vázquez no hizo más que desandar un poco para sorprender a su abuela. “Regresaste rápido”, le dijo.

Había partido hacía menos de tres semanas porque no conseguía trabajo en Guatemala y la abuela tenía que compartir su comida para alimentarlo. Alimentos que compraba por los dineros que le daban los hijos y no era mucho en una familia pobre. Me voy, dijo un día y volvió a la ruta migratoria sobre el tren de carga.

Lo hizo a pesar de la experiencia de haber sido obligado por los cárteles de la droga a ser vigía en un cerro del cruce fronterizo de Sonora. Desde ahí tenia que dar santo y seña a los criminales de los movimientos de la Guardia Nacional y la Patrulla fronteriza, ahora van para acá, ahora para allá, ya encendieron las luces, ya pasaron a tal hora…

Hasta que un día dejaron de llevarle comida al cerro y él dejó el puesto. Lo acusaron de traición, le dieron una patiza y se salvó de la muerte casi de milagro, cuando el jefe intervino y le hizo un interrogatorio de credibilidad y determinó que sí se fue por hambre y no por dejar de ser el chivato de los narcos.

“De todos modos quiero volver porque algo parecido me pueden hacer en Guatemala pero en Guatemala no tengo comida”, dijo.

Ahora sólo espera juntar unas cuantas monedas para alcanzar México donde trabajando cualquier cosa le alcanza para comprar leche, huevos, pan, algunas veces comer arroz en alguna fonda de mala muerte y seguir adelante. En su país es todo tan complicado. Recientemente su primo de cinco años no pudo atenderse bien en un hospital y perdió un ojo por el cáncer.

“Eso es muy triste, muy triste, no lo puedo soportar”, precisa. “Yo hubiera querido ayudarlo, pero no tengo dinero”.

Defensores de derechos humanos en México han notado que los centroamericanos están volviendo a emigrar después de la autocontención por la pandemia. Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Mesoamericano considera que, independientemente de que haya llegado al poder Joe Biden, los problemas de pobreza e inseguridad siguen igual y a ellos se suman golpes climáticos como los huracanes de finales del año pasado.

“A esa migración no la detiene nada”, advierte.

Héctor Ramírez

Fue un deportado en 2015 y la razón por lo que se quiere regresar es porque su hija, mamá, hermanos y todo círculo más cercano está en San Antonio, Texas. Es el único que está solo en México, pero su abogado se lo dice muy claro: si no se detiene a los cambios de ley que pretende Biden puede ser contraproducente.

Pero extraña cada día más. Sobretodo ver crecer a su hija que hoy tiene siete años y dejó de verla cuando ella tenía un año. Además no acaba de sentirse totalmente mexicano porque, aunque nació  en este país, sus padres lo llevaron a EEUU cuando tenía un año. Allá estudio y se hizo supervisor de una planta de cemento. Allá quiere estar.

Las promesas de Biden

  • Acabar con la separación de las familias. Dar marcha atrás al enjuiciamiento de inmigrantes por infracciones menores, poner fin a las redadas en los sitios de trabajo y en ubicaciones “sensibles” como hospitales, escuelas o lugares de culto, y dirigir los esfuerzos de las autoridades “hacia las amenazas a la seguridad pública y la seguridad nacional”.
  • Detener las políticas de asilo de Trump. Una de las primeras acciones que tomó luego de tomar posesión fue eliminar la política de “Quédate en México” para los solicitantes de asilo y pretende saldar de manera definitiva la intención de evitar que las víctimas de violencia doméstica.
  • Terminar con la detención prolongada. Frente a la detención de niños por “tiempo indefinido”.
  • Revertir la “carga pública”. Esta norma permite denegar visados o permisos de residencia a migrantes ante la posibilidad de que requieran recurrir a programas oficiales de ayuda.  
  • Restablecer el programa para los “dreamers”
  • Rescindir prohibiciones de viaje. A países que Trump restringió, la mayoría musulmanes.

Fuente: https://joebiden.com/es/inmigrantes/

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