“Cómo vendí por $6 millones un video de 10 segundos que puede verse gratis”
El inversor estadounidense Pablo Rodríguez-Fraile es uno de los precursores en conseguir más dinero y atención mediática en el mundo del arte digital
Un gigante rubio yace sobre el césped rodeado de basura. No se le ve el rostro, pero parece ser Donald Trump.
La gente camina a su lado ignorándole.
Hay palabras pintadas sobre su cuerpo: “perdedor”, “bebe desinfectante”, “pobre chico”.
Un pájaro azul (¿Es el de Twitter?) se posa en su hombro. El pájaro abre el pico y aparece el emoticono del payaso.
El ave vuela fuera de la escena.
El video dura menos de lo que se tarda en leer las líneas anteriores: 10 segundos. Cualquiera puede verlo gratis en este enlace.
Pero el inversor estadounidense Pablo Rodríguez-Fraile lo ha comprado hace unos meses por $60.000 dólares y lo acaba de vender por $6.6 millones.
En realidad lo que ha mercadeado es el certificado de autenticidad del video, una pieza de arte digital del cotizado artista Beeple.
Un día después de conversar con el inversor, otra pieza de Beeple es vendida por cifra récord. Pero en esta ocasión se ha rematado en la famosa casa de subastas Christie’s por $69 millones de dólares.
Bienvenido al mundo del arte digital, donde aficionados del arte y los negocios pagan millones por los también llamados NFT (token no fungibles), unos identificadores únicos de propiedad para objetos no físicos.
Los escépticos señalan que este mercado está inflado y que en cualquier momento puede explotar.
En conversación con BBC Mundo, Rodríguez-Fraile habla sobre este negocio, cómo funciona y qué futuro puede tener.
Mercados de arte digital
El verdadero nombre de Beeple es Mike Winkelmann.
Antes que apareciera en varios titulares tras la multimillonaria licitación en Christie’s, algunos inversores ya le habían echado el ojo.
Entre ellos, Pablo Rodríguez-Fraile, graduado en Económicas en la Universidad de Columbia en Nueva York e inversor dedicado al blockchain, la tecnología que ha permitido este boom por el arte digital.
“Existen varios mercados digitales donde los artistas exponen sus obras y las puedes comprar. El blockchain permite registrar que la obra es realmente la original del artista“, cuenta Rodríguez-Fraile a BBC Mundo.
El inversor revela que fue en uno de esos mercados donde conoció a Beeple.
“Me di cuenta que era un fuera de serie. El líder absoluto en su sector, el mejor en lo que hace”, dice.
Nifty Gateways es uno de esos mercados donde los artistas digitales cuelgan sus obras con certificado auténtico.
“Beeple publicó allí su catálogo. Fue una subasta donde todo el mundo podía participar. Acabé llevándome ese clip de 10 segundos por $66,000”.
Eso sucedió en octubre de 2020.
Durante las siguientes semanas el joven empresario recibe varias ofertas por la obra, pero no la vende al primer postor. Espera.
“Ahora mi prioridad no es ganar dinero. Por eso se lo vendí a la persona que me parecía de más peso. Alguien con verdadero interés que podía traer más visibilidad a este mundo del arte digital”.
La vendió por $6.6 millones de dólares.
¿En serio la gente paga tanto solo por el certificado de autenticidad?
Sí, y desde 2020 cada vez más.
¿Qué es un token y por qué la gente los compra?
Token es el nombre que recibe el activo de valor, en este caso el certificado.
Un activo fungible es algo que puede intercambiarse, como el dinero. Si cambias un billete de 10 pesos por dos de cinco, seguirá teniendo el mismo valor.
Pero este intercambio es imposible con un activo no fungible. Es decir, un token, que tiene propiedades únicas que no pueden canjearse por algo más.
Rodríguez-Fraile lo ilustra con una analogía sobre la Mona Lisa:
“Si le sacas una foto al cuadro original, con la mejor cámara posible, y luego usas al mejor pintor para reproducirla exactamente, es muy probable que quede perfecta, pero jamás será la de Leonardo da Vinci”.
El blockchain ha permitido que una obra digital pueda autentificarse y que ese certificado esté protegido, una prueba irrefutable de que procede del artista original.
Y esa información única es la que va contenida dentro del token.
“Mucha gente solo quiere ganar dinero con esto, pero muchos otros pagan esos precios porque, como en el arte tradicional, sienten conexiones emocionales con una pieza”, explica el inversor.
Boom mediático
No cabe duda de que la subasta de Christie’s, la primera pieza de arte digital jamás ofrecida en esa casa, ha mediatizado el mundo de los NFT.
Sin embargo, varios mercados digitales llevan reportando varios meses sobre el crecimiento de esta tendencia.
Y es que los tokens no fungibles no solo se limitan al mundo del arte.
En teoría, cualquiera puede tokenisar su trabajo y venderlo como un NFT.
El pasado 19 de febrero, un meme animado de 2011 sobre un gato se vendió por más de medio millón de dólares.
Y el fundador de Twitter, Jack Dorsey, promueve la venta del NFT de su primer tuit, con ofertas que alcanzan los $2.5 millones de dólares.
Sin embargo, este boom no está excento de críticas y preocupaciones.
Al ejecutarse las transacciones con criptomonedas, surgen reticencias sobre el impacto medioambiental de mantener la tecnología blockchain.
Y otros denuncian que alrededor de los NFT se construya una burbuja que en cualquier momento puede estallar.
¿Pasará la moda de los NFT?
Días antes del récord en Christie’s, la BBC entrevistó a Beeple.
“Sinceramente creo que sí habrá una burbuja. Podemos estar dentro ahora mismo”, reconoció.
Otras voces son incluso más escépticas.
David Gerard, autor de varios libros sobre tecnología, admite que es cierto que “hay algunos artistas haciendo dinero con estas cosas” pero que probablemente alguien común “no lo consiga”.
Incluso aseguró que las personas que se dedican al negocio de los NFT son “estafadores”.
“Los mismos tipos que siempre se han dedicado a ello tratan de crear algo mágico sin valor que pueden vender por dinero”, denunció.
Charles Allsopp, exsubastador en Christie’s, tampoco ve sentido en comprar NFT.
“La idea de comprar algo que no está ahí es simplemente extraña”, dijo a la BBC.
Artistas del presente…y del futuro
Rodríguez-Fraile defiende que en realidad no hay tanta diferencia entre un activo físico y uno digital. Tienen dinámicas parecidas. Gente aficionada que compra el valor único de la pieza.
“Quien me compró el video por seis millones no es un loco. En el futuro se entenderá mejor. Creo que todo el arte del futuro estará tokenisado”, dice el empresario.
“Creo que esta tecnología incluso permitirá que los artistas de nuestra generación sean más relevantes que los que se han quedado fuera de este mundo“, pronostica.
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