Mexicanos aceptan riesgos de la vacuna de AstraZeneca
En México se estima que 3.5 millones de personas serán inmunizadas con la vacuna inglesa contra COVID-19 de AstraZeneca a pesar de la polémica sobre la posibilidad de que cause trombosis
MÉXICO – “Si no me vacuno, me voy a volver loca”, dijo Dolores Flores cuando sus hijos le advirtieron de los riesgos de coagulación que provoca en algunas personas la vacuna AstraZeneca, justo la que a ella le tocó ponerse entre los diversos tipos que se distribuyen en México.
Don Hilario Salas, su marido, la secundó.
La pareja originaria de la Ciudad de México pasó así a ser parte de los 3.5 millones de mexicanos que serán inmunizados con la vacuna inglesa que es polémica porque ha causado diversas trombosis y coagulaciones de la sangre.
En México, hasta el 12 de abril las autoridades de salud reconocieron 849 reacciones adversas por las dosis de AstraZeneca, de las cuales, sólo 31 han sido graves. De todos modos, tanto el subsecretario de Salud Hugo López Gatell como el presidente Andrés Manuel López Obrador, confirmaron que la vacunación seguirá.
Gabriela Nucamendi, directora de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedades no Transmisibles, fue más precisa en una conferencia de prensa especial sobre el tema y dijo que incluso se pretende aplicar a la población de 30 años: un rango de edad aún cuando ha tenido más complicaciones.
“La mayor parte de los afectos son estragos menores”, dijo. “Por el momento no quitaremos la vacuna… ¡vamos a ver cómo evoluciona!”
Los datos de la Secretaría de Salud mexicana respecto a las vacunas es que todas, en algunos casos, tienen “Eventos Supuestamente Atribuibles a la Vacunación o Inmunización (Esavis)”.
La vacuna con mayor número de Esavis registrados en el país es Pfizer. Lucamendi explicó que esto no significa que es por ser la vacuna de Pfizer sino porque ésta se aplicó en un mayor número. Le siguen 748 casos por AstraZeneca, 563 por la aplicación de Sinovac, 205 por aplicación de Sputnik, 64 por aplicación de CanSino.
Los Salas estaban convencidos de que se vacunarían. Con cualquiera. Georgina Salas, uno de sus cinco hijos, les advirtió de los riesgos de AstraZeneca, pero los padres fueron para adelante: ¡Vamos a ponérnosla!
Hilario Salas es hipertenso , diabético y tiene 85 años. Eso provocó que en los últimos meses estuviera prácticamente encerrado en casa desde marzo del año pasado. Apenas salían para ver a sus hijos en el centro del jardín de la privada donde viven. Ahí los veían: en un kiosko, lejos de todo mundo. “Ahí nos turnábamos para verlos con careta y mascarilla”, dice Georgina.
Así pasaron los meses hasta que recientemente los hijos se dieron cuenta que la pareja empezaba a salir a escondidas, sin contarle nada a los hijos. A comprar Pizza o al Burger King en el Drive Thru. Paseos que luego se delataban sin querer, en conversaciones casuales. “Hasta ir a la farmacia les emocionaba”.
A los hijos, la situación de sus padres comenzaba a estresarlos. Dos de ellos viajan mucho por trabajo y Georgina es dentista, por lo cual, los tres hermanos eran gente con alto riesgo para la familia. Visitar a los padres era un asunto serio.
Para mediados de abril, el riesgo disminuyó: recibieron la segunda dosis y ahora sólo esperan las tres semanas de rigor para poder ir a un restaurante argentino por un corte de carne, por vino y ensalada. Un pequeño momento de felicidad. A los hijos les gustaría también ir a Cuernavaca, la ciudad vecina, rentar una casa de fin de semana para que se distraigan. En eso están.
En otras partes del mundo, el optimismo respecto a AstraZeneca, de la Universidad de Oxford contra COVID-19 no es tan fuerte.
Ha sido distribuida en 115 países, pero fue hasta que surgireon algunos casos de coágulos en la sangre cuando algunos países europeos comenzaron a investigar la relación de éstos con la vacuna.
La incidencia de estos trastornos de coágulos o trombos es extremadamente baja, pero quienes han presentado los síntomas tienen bloqueos en venas principales, a menudo en aquellas que drenan sangre del cerebro aunque esto ocurre principalmente entre los jóvenes.
Hasta la primera semana de abril, las autoridades europeas recibieron reportes de 222 casos del inusual problema de cóagulos sanguíneos en el Reino Unido y la Unión Europea que integra a más de 30 países. Esto entre 34 millones de personas que fueron inmunizadas con AstraZeneca.
Esto es uno por cada 100,000 vacunados. Un caso especial es Dinamarca, donde se contabilizaron un caso por cada 40,000 personas y las autoridades decidieron suspenderla definitivamente.
El martes, EE.UU., Canadá y la Unión Europea pusieron en pausa los programas de aplicación de la vacuna de Johnson & Johnson por razones similares, pero ésta no había llegado a México.
Astrazeneca era, en cambio, una de las favoritas del gobierno mexicano. Incluso firmó un convenio de producción de millones de dosis de la vacuna de Oxford.
En agosto de 2020, Argentina y México anunciaron un acuerdo para producir entre 150 y 250 millones de dosis destinadas a países latinoamericanos. Un laboratorio argentino produciría el ingrediente activo y en México sería el embasado.
López Obrador predijo que en marzo de 2021 comenzaría la distribución, pero eso no ocurrió. Se ha estancado por protocolos sanitarios en este país. Según el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, el ingrediente activo tenía muchas complicaciones y no pudo autorizarse. En esas están.
Las vacunas que se han puesto hasta ahora en México son, en su mayoría, donadas recientemente por el gobierno de Estados Unidos en un acuerdo firmado por Biden. EEUU aún no autoriza esa vacuna, pero había comprado muchas detenidas en almacenes.
A Concepción Aguilar, de 77 años, le dio lo mismo. “Nunca he sido miedosa”, cuenta. El 31 de marzo, cuando le tocó su cita en la Ciudad de México, la hija pasó por ella en el coche, ahí mismo hizo la fila y al llegar su turno se descubrió el hombro. “Que venga porque cuando te toca te toca”, pensó.
Ahora mismo recuerda que dos semanas antes de que muriera su hermana por covid, ella la vio en un café. “Ya se le veían los ojos vidriosos, quizás ya lo tenía, pero yo no me enfermé”.
Ahora sólo espera la segunda dosis y luego hará un viaje con su nieto. “Tengo un dinerito ahorrado y me lo voy a llevar a San Antonio”, dice.
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