Somalilandia, el territorio que declaró su independencia hace 30 años y aún lucha por ser reconocido
Somalilandia se autoproclamó independiente de Somalia el 18 de mayo de 1991. Hoy funciona como tal, pero no es reconocido por ningún país en el mundo.
Es un territorio semidesértico del tamaño de Uruguay que proclamó su independencia en 1991.
Pero a exactamente 30 años de aquella accidentada declaración, Somalilandia sigue luchando por ser reconocido como país.
Ubicada en el llamado Cuerno de África, entre Etiopía y Somalia —Estado del que oficialmente forma parte—, Somalilandia fue un protectorado británico hasta su independencia el 26 de junio de 1960.
Pero esa autonomía poco le duró, ya que cinco días después se fusionó con la Somalia italiana, también recién independizada. Fue una unión de la que muchos somalilandeses se arrepintieron apenas se concretó.
Las diferencias con sus vecinos del sur comenzaron casi inmediatamente después de que el Parlamento aprobara la ley que fundó la República de Somalia.
De hecho, el 20 de julio de 1961, un año después de la creación del nuevo Estado, se celebró un referéndum para redactar una nueva Constitución. A pesar del rechazo mayoritario de los somalilandeses, el texto salió adelante, convirtiéndose en la carta magna de la naciente república.
Y menos de una década, el país colapsó.
En 1967 Abdirashid Ali Shermarke fue elegido presidente y designó al somalilandés Mohamed Haji Ibrahim Egal como primer ministro.
Pero a los dos años, el presidente murió a manos desu guardaespaldas, en lo que fue un golpe de Estado liderado por el general Mohamed Siad Barre, quien se hizo con el poder.
Así fue como Somalia se transformó en la República Democrática de Somalia.
“Dejaré edificios, pero no gente”
El gobierno de facto de Siad Barre acentuó el descontento en Somalilandia e impulsó el deseo de muchos somalilandeses de tomar un rumbo diferente.
Aquel polémico militar marxista-leninista no sólo causaba disgusto en Somalilandia, sino en todo el país, y ese malestar desencadenó una revolución.
“Cuando me vaya de Somalia, dejaré edificios, pero no gente”, prometió Barre a finales de la década de los 80.
Y un informe encargado por las Naciones Unidas y publicado a principios de este siglo, determinó que “el crimen de genocidio fue concebido, planeado y perpetrado” por el gobierno somalí contra el pueblo isaaq en el norte de Somalia entre 1987 y 1989.
En esa época, la fuerza aérea somalí efectuó bombardeos a gran escala en Hargeisa, capital de la declarada República de Somalilandia, matando a miles de civiles y destruyendo parcialmente la ciudad.
Después de varios años de una sangrienta lucha, en 1991 Siad Barre fue derrocado, a lo que siguió una guerra civil.
Sin reconocimiento internacional
El fin de régimen militar también hizo que Somalilandia declarara de manera unilateral su independencia. En ese entonces era, y aún sigue siendo, un oasis de relativa calma en una de las regiones más agitadas del mundo.
Tres décadas después, Somalilandia funciona casi como un país independiente, pero sin serlo, al menos oficialmente.
Tiene un sistema político propio, un Parlamento, su fuerza policial, una bandera, una moneda y emite sus propios pasaportes.
Pero ni Naciones Unidas ni la Liga Árabe ni la Unión Africana, ni ningún país en general la reconoce como nación independiente.
“Tiene sus propias instituciones gubernamentales, pero no cuenta con reconocimiento internacional”, resume el periodista Farhan Jimale, del servicio somalí de la BBC.
“Desde 1991 ha estado tratando de obtener reconocimiento, pero hasta ahora no ha tenido éxito”, le dice a BBC Mundo.
Comparaciones con Taiwán
El caso de Somalilandia suele compararse con el de Taiwán. Ambos parecen ser estados en pleno funcionamiento y declaran con orgullo su independencia de vecinos más grandes, Somalia y China, que insisten en que son parte de sus territorios.
Percatándose de ello, Hargeisa y Taipei han estrechado sus relaciones y el año pasado establecieron oficialmente lazos diplomáticas, desatando la ira de sus vecinos.
El representante taiwanés en Somalilandia, Allen Chenhwa Lou, describió en una entrevista con la BBC el mes pasado la relación entre los dos territorios como “beneficiosa para todos”.
“No necesitamos perseguir la independencia en este momento porque ya somos independientes. Lo que ambos necesitamos es reconocimiento. Ambos compartimos esta difícil situación”, agregó.
Un oasis de estabilidad
Aparte de la cuestión política y de la independencia institucional, Somaliland también es mucho más estable que el resto de Somalia.
Es considerada por los expertos un ejemplo de democracia en la región. Sus mandatarios llegan al poder a través de elecciones reñidas cuyos resultados, a diferencia de otros países africanos, son respetados, incluso cuando gana la oposición.
Y, pese a ser una ciudad con mucha pobreza y contar con un muy alto nivel de desempleo, Hargeisa es una de las urbes más seguras de la región.
Como escribió la periodista de la BBC Mary Harper en 2016, en el marco de los 25 años de la declaración de independencia del territorio: “Somalilandia tiene paz y estabilidad relativa”.
“A veces viajo entre Somalia y Somalilandia en el mismo día y el contraste no podría ser mayor. En Somalia, como periodista occidental, no puedo moverme sin seis guardaespaldas fuertemente armados (…). En Somalilandia camino sola, incluso de noche”, aseguró.
El periodista somalí Farhan Jimale explica que esta relativa paz se debe a que Somalilandia ha estado trabajando en ello desde los años 90.
“Hubo ancianos locales, que actuaron como mediadores. Reunieron todas las comunidades locales y formaron un gobierno local que se comparte el poder”.
La visión de Somalia
Somalia considera a Somalilandia parte integral de su país.
En los últimos 10 años, Hargeisa y Mogadiscio han sostenido conversaciones de paz, pero para Somalia la integridad del país no es negociable, destaca Jimale.
“Sin embargo, reconoce a Somalilandia como una región que ha desarrollado sus autoridades locales”, prosigue.
De acuerdo con el periodista, el futuro de Somalilandia dependerá de cómo evolucione la guerra civil que desgarra a Somalia desde hace tres décadas.
En los últimos años, el gobierno federal ha logrado avanzar hacia la reconstrucción del país, expulsando de la mayoría de las principales ciudades a los diversos grupos islamistas a los que se enfrenta.
Si Somalia logra la paz, tendrá menos razones para reconocer la independencia de Somalilandia.
“El principal argumento de los independentistas somalilandeses es que Somalia tiene que poner orden en su casa, antes de que ambas partes se sienten a conversar”, señala Jimale.
Pero si el país sigue sumido en el caos, la lucha independentista no cesará.
Pase lo que pase, muy probablemente la decisión final sobre la independencia de Somalilandia tendrá que venir de Mogadiscio, tal como sucedió con la secesión de la vecina Sudán del Sur, que el gobierno sudanés terminó aceptando luego de un referendo.
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