El Centro Hope Street en LA: un segundo hogar
Latina reconoce que la guía de la organización la llevó al camino del éxito
Para Jasmine Rodríguez, regresar a The Hope Street Margolis Family Center —un lugar que provee recursos para la comunidad en Los Ángeles— es como volver a su segundo hogar.
Y no es para menos. La joven, hoy de 29 años de edad, pasó gran parte de su niñez y adolescencia en dicho centro donde no solo participó en diferentes programas sino que también descubrió su pasión por la lectura, lo que terminó por ser una motivación para que obtuviera su licenciatura en inglés e historia de la Universidad de California, Irvine (UCI).
Rodríguez se enorgullece en decir que es producto de un centro que ayudó a su familia, de clase trabajadora, cuando más lo necesitaba. El área donde creció, cerca de las calles Venice y Hope, era hasta hace unos años considerada un área peligrosa.
“Mis padres trabajaban y para ellos fue un alivio que yo viniera a este lugar donde no solo hacía mi tarea sino que había personas supervisando y ayudando”, contó la joven de raíces mexicanas.
“Eso es algo que ni siquiera [mis padres] hubieran podido hacer aunque estuvieran en casa porque mi tarea estaba en inglés y ellos tenían dificultades para traducir”.
La lectura, una ventana hacia el mundo
La joven recuerda que cuando llegó al centro, una de las cosas que más llamó su atención fue ver la cantidad de libros disponibles para los niños.
En su casa, no habían muchos y tampoco podía ir a la biblioteca porque sus padres trabajaban y ella era la mayor de tres hermanas.
“En ese momento mis hermanas tenían 6 y 4 años. Me puse muy feliz cuando finalmente tuve acceso a libros, aparte de los de la escuela”, contó.
Uno de los libros que más la cautivó a sus 9 años fue la historia de Elie Wiesel, un sobreviviente del campo de concentración nazi en Alemania quien en 1986 ganó el Premio Nobel de la Paz en 1986.
“Era su relato del Holocausto y yo quedé horrorizada porque no conocía esa parte de la historia y eso me hizo querer saber más sobre él y comencé a investigar más sobre el tema”, indicó.
Aprendiendo acerca del trabajo
Cuando Rodríguez tenía 11 años se unió al grupo de preadolescentes del centro Hope Street que trabajaba en la guardería. Ellos ayudaban a limpiar el área de los bebés o preparaban las mesas para el desayuno y almuerzo. Si les tocaba trabajar con los niños de prekínder era más divertido, ya que su trabajo consistía en jugar con ellos.
A cambio de la ayuda que daban a los maestros, los jóvenes ayudantes recibían una pequeña remuneración.
“Estuve haciendo eso durante un par de años y recuerdo que ahorraba mucho para poder comprar algo para mi mamá o ayudarla. Por ejemplo, para [cosas del] mercado y eso me hacía sentirme tan orgullosa porque ya sabía lo que era ganar dinero”, recordó.
Sid Oxford, coordinador del programa de jóvenes del centro Hope Street dijo que cuando abrieron el programa en 1996, el grupo era de unos 10 o 12 niños pero al correrse la voz por el vecindario pronto se vio la alta necesidad de niños que necesitaban esta ayuda.
“Cuando los papás se enteraron de quienes éramos y lo que hacíamos se sentían cómodos en venir y dejar a sus hijos o mandarlos porque sabían que aquí estaban a salvo”, dijo Oxford quien se convirtió en uno de los mentores de Rodríguez.
Una niñez diferente
El coordinador reconoció que cuando era niño tuvo la fortuna de que sus padres lo apoyaron en su educación y lo llevaran a practicar deportes y otras actividades extracurriculares. Eso es algo que no vio en el centro Hope Street cuando entró a trabajar ahí hace más de 20 años.
Oxford se empezó a preocupar por los niños que, aunque no lo decían, estaban ansiosos por aprender y por ser escuchados.
“Aunque no lo admiten ellos quieren disciplina en su vida, no tanto reglas y regulaciones, pero quieren y necesitan la estructura”, aseveró el coordinador.
“Desafortunadamente, tal vez muchos de ellos no lo tienen en casa, los padres no siempre están ahí, a veces ni siquiera en la escuela lo obtienen de los maestros”.
Agregó que ha notado que cosas tan simples, como preguntar a los niños cómo va su día o qué tal están en su casa, es una señal de que alguien se está interesando por ellos.
Rodríguez recordó que cuando era adolescente conoció por primera vez un parque de diversiones gracias al centro Hope Street que llevó a un grupo de adolescentes a Six Flags Magic Mountain.
También fue por medio de mentores estudiantes de diferentes universidades, como UCLA, que visitaron el campus y al escuchar de sus experiencias motivaba a los niños -como Rodríguez- a saber que asistir la universidad sí era algo posible.
Actualmente Rodríguez trabaja en el departamento de recursos humanos de la Corte Superior de Los Ángeles. Uno de sus objetivos es poder viajar a otro país para poder enseñarle inglés a otros estudiantes.
El centro Hope Street es parte del California Hospital Medical Center. Alina Moran, presidenta y CEO del California Hospital Medical Center, dijo que el 60% de la población que sirven es latina, el 20% es afroamericana y que el resto pertenece a otras etnias.
“Muchas de las familias que servimos son de esta área o del este y sur de Los Ángeles”, explicó. “Las familias usualmente son referidas a este centro cuando el bebé nace y si las familias necesitan recursos los enviamos aquí”.
Cada año, cerca de 3,000 niños menores de 18 años reciben los servicios del centro el cual ya cuenta con cuatro localidades satélite (más pequeñas) en el área de Los Ángeles.
El Hope Street Margolis Family Center está localizado en el 1600 South Hope Street en Los Ángeles. Para más información acerca de sus programas y oficinas satélite puede llamar al (213) 742-6385 o visite