Raúl Ramón: el cine a su manera

La idea de Raúl Ramón de escribir y dirigir la cinta Poderoso Victoria tuvo su origen en una parte de la historia de México que le dejó una “mala leche” –mal sabor de boca– a este realizador.

Cuenta que en 1922, una años después del fin de la Revolución Mexicana, Álvaro Obregón ganó la presidencia del país en unas elecciones sucias y amañadas. Para legitimarse, Obregón buscó el apoyo de Washington.

“Washington le responde que va a respaldar su gobierno pero que tiene que aceptar los Tratados de Bucareli”, contó el director en una entrevista desde un restaurante en Atotonilco, un poblado cercano a la ciudad mexicana de Guadalajara. “En estos tratados Washington le pide a Obregón que pague la deuda que tiene con empresarios de Estados Unidos, le prohibe fabricar trenes, armas y [le dice que] tampoco puede fabricar motores ni tecnología”.

Eso explica, dijo, que todos los trenes que hay en México sean de segunda y que procedan de Estados Unidos.

“De ahí vino la premisa de, ¿por qué no puedo hacer mi propio tren?”, dijo Raúl, quien estrenó Poderoso Victoria hace unas semanas en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, donde ganó el Premio del Público. Ahora la cinta será la encargada de inaugurar el GuadaLAjara Film Festival en Los Angeles; el programa en este año será presencial y virtual, de hoy jueves al sábado.

La historia gira alrededor de un pueblo minero que ve su futuro desmoronarse cuando se cierra la mina, su principal motor económico. Eso implica que también se cancelará la ruta ferroviaria que conecta al pueblo con la civilización. Es entonces cuando a sus habitantes se les ocurre fabricar su propia locomotora.

“Quería hacer algo que le resonara a la gente”, dijo el director, “algo que le diera un sentido de pertenencia; es el cine que yo quería hacer”.

El proyecto, sin embargo, tardó más de una década en concretarse. Raúl, quien por años se dedicó a la fotografía comercial, fundó Vértigo Films en Guadalajara, donde reside. Desde ahí capacitó a su personal, se hizo de tecnología y consiguió los recursos para financiar su ópera prima.

Pero eso no quiere decir que el camino fue fácil. Primero, el Instituto Mexicano de Cinematografía, un organismo del gobierno, le negó el apoyo porque consideró que el proyecto era demasiado ambicioso para un director novel.

“En otras palabras, me dijeron que mejor hiciera algo chiquito”, dijo.

Pero Raúl estaba determinado a hacer su largometraje, así que participó en convocatorias y buscó apoyo hasta que reunió una buena parte de los recursos, que completó con dinero de su propia bolsa.

“Hay un paralelismo entre la historia de la película y cómo se hizo la película”, dijo el director de 52 años. “Se trata de hacer más con menos”.

Actualmente, Raúl ya tiene otros proyectos en puerta, entre ellos una cinta que podría filmarse en España o en Argentina. ¿Hollywood en la mira? Sí, dijo, aunque por ahora lo que le urge es trabajar para recuperar la inversión.

“Estoy quebrado”, dijo. “No tengo vida de director de cine todavía”.

La mejoría en su situación financiera será, sin duda, cuestión de tiempo.

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