Cómo Bielorrusia se convirtió en el eje de una crisis migratoria con Europa por la que Polonia señala a Putin
Lituania y Polonia acusan al gobierno de Minsk de darles paso a miles de migrantes para que lleguen a la frontera de sus países como una respuesta a las sanciones que impuso la UE a Bielorrusia tras las cuestionadas elecciones de 2020.
La imagen no puede ser más impactante: cerca de 2.000 migrantes se agolpan frente a un cerco ubicado en la ciudad polaca de Kuznica, en la frontera con Bielorrusia. Del otro lado, decenas de soldados polacos vigilan la valla para que ninguno de esos migrantes, la mayoría iraquíes kurdos que huyen de su país, ingresen a Polonia.
Y la valla divisoria es solo el signo de una crisis que viene creciendo desde mediados de este año: en los últimos meses el influjo migratorio desde Bielorrusia se ha duplicado y ha puesto en jaque a los gobiernos de Lituania y Polonia.
De acuerdo al gobierno lituano, cerca de 4.000 migrantes han ingresado de forma ilegal a través de la frontera con Bielorrusia en lo que va de 2021.
El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, acusó este martes al presidente de Rusia, Vladimir Putin, de estar detrás de lo que está ocurriendo.
Morawiecki dijo que el líder de Bielorrusia, un aliado cercano a Putin, está “orquestando la crisis”, pero que “el autor intelectual está en Moscú”.
Todo esto, con un agravante: ambos países son miembros de la Unión Europea, lo que convierte a esta zona en un nuevo paso de inmigración, junto con el Mediterráneo y los Balcanes, hacia territorio europeo.
Y las imágenes que se registran solo hacen recordar lo que ocurrió en estos lugares a mediados de 2016, cuando miles de migrantes llegaron –y muchos murieron en el intento- en su cruce a las costas europeas.
Pero ¿qué hay detrás de este nuevo flujo migratorio y por qué se acusa a Bielorrusia de utilizar a los migrantes como “un arma de venganza”?
“Se han escuchado testimonios de soldados bielorrusos ayudando a los migrantes a cruzar la frontera con Polonia. Muchos señalan que esto es una respuesta de Aleksander Lukashenko, el presidente de Bielorrusia, por las sanciones que ha impuesto la Unión Europea”, dice Paul Adams, corresponsal de Asuntos Diplomáticos de la BBC.
Elecciones controvertidas
Hace un año, no se hablaba de una ruta migratoria por Polonia para ingresar a la UE. Ese tránsito, que tuvo su crisis humanitaria más grave en 2016, estaba centrado en los Balcanes, los puntos en el mar Mediterráneo en Italia y Grecia y el paso por el sur de España.
Sin embargo, las elecciones presidenciales en Bielorrusia, en agosto de 2020, serían el punto de partida de lo que se está viviendo esta semana en la frontera con Polonia.
En ese momento, el resultado electoral -de acuerdo al conteo del gobierno- dio una aplastante mayoría a favor de Aleksander Lukashenko, quien gobierna el país desde hace 20 años. Pero los resultados fueron rechazadas por amplios sectores de la oposición.
Eso llevó a centenares de miles de personas a las calles para exigir la salida del que ha sido llamado “el último dictador de Europa”, en una de las mayores movilizaciones populares que se han visto desde que el país consiguió la independencia de la Unión Soviética en 1991.
Varios países como China y Rusia saludaron la reelección de Lukashenko; sin embargo, otra decenas de países -entre ellos Estados Unidos, Alemania, Francia y Canadá- pusieron en duda el resultado de la votación.
Por ejemplo, el entonces vocero del gobierno alemán, Steffen Seibert, declaró que los “estándares mínimos para las elecciones democráticas no se observaron durante la votación y que los informes de la oposición sobre el fraude electoral eran creíbles”.
Sin embargo, fue la reacción de Lukashenko -quien rechazó las denuncias de fraude- ante las movilizaciones populares lo que comenzó a llamar la atención de varios países en Occidente.
Primero fue el encarcelamiento de varios líderes de la oposición y la represión por parte de las fuerzas armadas de las movilizaciones en la calle, e incluso la intervención a oficinas defensoras de Derechos Humanos, incluida la misión de la ONU.
Pero el hecho que desató la crisis ocurrió el 23 de mayo de este año: un avión de la aerolínea Ryanair, que tiene su sede en Irlanda, y que cubría la ruta Atenas-Vilnius, fue obligado a aterrizar en Minsk, la capital de Bielorrusia, cuando surcaba el espacio aéreo de este país.
En este vuelo viajaba Román Protasévich, periodista y uno de los líderes más visibles de la oposición a Lukashenko.
Protasevich fue sacado del avión junto a su esposa y enviado a una prisión. El avión continuó su itinerario, pero las reacciones no se hicieron esperar.
Aunque la Unión Europea y Estados Unidos ya habían anunciado sanciones contra el gobierno bielorruso, durante el mes de junio de este año aumentaron las sanciones, especialmente dirigidas contra Lukashenko y sus principales colaboradores.
Entonces, llegó la respuesta de Bielorrusia.
“Migrantes como arma”
Durante el mes de junio de 2021 se comenzó a notar un aumento de migrantes que intentaban ingresar a Polonia y a Lituania a través de la frontera por Bielorrusia.
El gobierno lituano señaló que Lukashenko estaba utilizando a los migrantes como “un arma política”, debido a las sanciones de la UE.
Voceros de este país denunciaron que Bielorrusia le estaba dando visas de turismo a migrantes de Irak y Siria para facilitar su entrada en avión en el país y poder llegar a su frontera.
Una investigación de la BBC, publicada en octubre, constataba cómo Bielorrusia estaba ayudando a migrantes de estos países otorgándoles visas de turista para circular por su país hacia la frontera con Lituania y Polonia.
Pero no solo les facilitan la llegada a Minsk, sino que también los transportan hasta las fronteras, como señala el periodista Adams.
“Los migrantes nos han contado numerosas historias sobre el papel que desempeñaron los soldados bielorrusos al ayudarlos a realizar cruces ilegales hacia Polonia y Lituania”, anota el corresponsal.
“Algunos cruzan en pequeños grupos, mientras que otros han hablado de haber sido transportados a la frontera en camiones militares“, agrega.
El gobierno bielorruso ha negado cualquier relación con el aumento de los migrantes en las fronteras de Lituania y Polonia.
Además, la agencia fronteriza de Bielorrusia emitió un comunicado de prensa esta semana en el que confirmaba que cerca de 2.000 “refugiados” se habían reunido frente a las vallas instaladas por el gobierno polaco.
“Estas personas quieren pedir refugio y el gobierno polaco está utilizando medidas injustificadas para detenerlos”, se puede leer en el comunicado.
Escalada preocupante
La situación comenzó a ser preocupante a partir de octubre, cuando tanto el gobierno polaco como el lituano anunciaron que iban a construir vallas para detener el flujo migratorio desde Bielorrusia.
Esto creó el atasco que ha tenido su clímax esta semana, algo que la Unión Europea y la OTAN han descrito como “preocupante”.
La OTAN señaló que está lista para prestar asistencia para mantener el “orden y la seguridad en la región”.
Además, frente a esta situación, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, pidió a los estados miembros de la UE que impongan nuevas sanciones contra el régimen bielorruso, al que acusó de “poner en riesgo la vida de las personas”.
Mientras tanto, Estados Unidos instó a Lukashenko a “detener de inmediato [su] campaña de orquestación y coerción” del flujo ilegal de migrantes a través de la frontera de su país hacia Europa.
Varias organizaciones de derechos humanos también han llamado la atención sobre el estado de los migrantes en la frontera, especialmente debido a las bajas temperaturas que se presentan durante la noche, que podría afectar a los menores.
“La situación en ese lugar es delicada. Muchos de ellos no tienen los recursos para sobrevivir en un clima de esta naturaleza y varios han muerto en los últimos meses. Por eso es importante regular su situación”, le dijo a la BBC la abogada Marta Gorczinska.
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