El mayor telescopio jamás enviado al espacio, el James Webb, despega hacia su misión
El Webb ha empezado su viaje después de casi tres décadas de trabajos de desarrollo y construcción, y años de retrasos. La importancia y revolución de esta misión, tanto desde el punto de vista astronómico como tecnológico, ha hecho que el mundo entero lo siga
El cohete Ariane 5 que transporta al James Webb, el mayor telescopio jamás enviado al espacio, despegó el sábado desde el puerto espacial europeo de Kurú, en Guayana Francesa.
El James Webb partió hacia el espacio sin ningún contratiempo, pero un cielo parcialmente nublado en Kurú no permitió ver de manera continua el ascenso del cohete y las dos largas lenguas de fuego que provocaban sus motores a plena potencia.
Tras el despegue, la NASA destacó en un tuit que había empezado “una nueva y emocionante década de ciencia” y que el James Webb “cambiará nuestra comprensión del espacio tal y como lo conocemos”.
La Agencia Espacial Europea (ESA) señaló que este despegue “es un impresionante regalo de Navidad”, entre otras cosas para la ciencia espacial.
El Webb ha empezado su viaje después de casi tres décadas de trabajos de desarrollo y construcción, y años de retrasos. La importancia y revolución de esta misión, tanto desde el punto de vista astronómico como tecnológico, ha hecho que las agencias espaciales realicen retransmisiones en varios idiomas.
La NASA lo está retransmitiendo en inglés, en un programa liderado por la astrónoma Michelle Thaller, y en español, conducido por la científica española Begoña Vila, ingeniera jefa de sistemas del James Webb en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la agencia espacial estadounidense, quien resumió: “es un día histórico”.
Conocer nuestra historia
Thaller destacó del telescopio que, no se trata solo de avanzar en el conocimiento de las primeras galaxias que nacieron después del Big Bang -la gran explosión que se considera que originó el universo-, y saber más de “mi historia, la tuya, nuestra historia”.
El James Webb pondrá a nuestro alcance datos e imágenes nunca vistos. “Colores que no hemos podido ver” hasta ahora en el espacio, detectar cosas “que no teníamos en mente en la astrofísica actual“, aseguró el chileno Nestor Espinoza, uno de los implicados en esta misión.
En su cuenta de Twitter, el director general de la ESA, Josef Aschbacher, dijo: “ver un lanzamiento de esta magnitud y en este nivel de cooperación internacional es ver una maquinaria increíble en acción (…), estoy orgulloso del trabajo”.
El James Webb, una colaboración entre las agencias espaciales de Estados Unidos (NASA), Europa (ESA) y Canadá (CSA), viajará hasta situarse a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra, unas cuatro veces más lejos que la Luna.
Desde allí, ofrecerá una vista inédita del universo a longitudes de onda del infrarrojo cercano y el infrarrojo medio, y permitirá a los científicos estudiar una gran variedad de objetos celestes, siendo capaz de mirar hacia atrás en el tiempo más de 13,500 millones de años para ver las primeras galaxias que nacieron tras el Big Bang.
Como un transformer
Pero para ello, además de separarse del cohete a los 27 minutos y 11 segundos, deberá seguir un largo viaje y superar una serie de etapas críticas en el próximo mes. El James Webb es tan grande que se ha doblado al estilo origami para caber en el cohete de Arianespace y una vez en el espacio se desplegará como un juguete transformer.
Entre otros, deberá abrir su parasol, del tamaño de una cancha de tenis, y luego el espejo primario, de 6,5 metros.
La recomposición y tensado del enorme escudo solar comenzará a los tres días y a los 12 empezará el despliegue y recolocación del espejo primario formado por 18 hexágonos. Estas son solo algunas de las delicadas fases por las que deberá pasar y que ningún aparato ha realizado nunca antes.
Un complicado ballet
James Webb mide ocho metros de altura y su escudo solar, formado por cinco finas capas de un material especial llamado kapton, tiene el tamaño de una pista de tenis, por eso es que ha tenido que doblarse para reducir su dimensión a 10.6 metros de alto y 4.5 de ancho.
Los espejos primario y secundario, así como el parasol solar son algunos de los elementos que deberán recuperar su forma original durante el mes que tardará en llegar a su puesto de observación.
“Se trata de una operación muy delicada, muy arriesgada. Nunca se ha hecho nada parecido en el pasado”, lo que “nos provoca bastante insomnio”, aseguró a Efe, en una entrevista previa, Santiago Arribas, investigador del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA).
Nunca se ha desplegado en el espacio un telescopio de “este tamaño y magnitud”, destacó Arribas, que forma parte del equipo científico de la Agencia Espacial Europea (ESA) para NIRSpec, uno de los cuatro instrumentos que componen el telescopio.
21 días al filo
Solo 31 minutos después de su despegue del puerto espacial europeo en la Guayana Francesa, el James Webb desplegó los paneles solares que le proporcionan energía y sucesivamente la antena de ganancia para las comunicaciones.
En ese momento es cuando ha comenzado los “21 días al filo”, según se refieren a ese periodo algunos expertos de la Nasa.
El escudo térmico, para protegerle del Sol, una de las estructuras más llamativas del telescopio, se empezará a desplegar al tercer día de vuelo: en primer lugar, la estructura que lo sustenta, y luego sus cinco capas de kapton, que deberán tensarse correctamente.
Este proceso durará cinco días y a continuación se desplegará y encajará el espejo secundario.
Desde el día 12 será el turno del espejo primario, cuyas dos alas laterales se desplegarán y acoplarán con la zona central, creando así un espejo único formado por 18 hexágonos con un diámetro total de 6.5 metros, que habrá que probar y calibrar durante tres meses.
Todo este despliegue que la Nasa describe como “un ballet complicado” deberá realizarse con precisión milimétrica.
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