Jorge Ramos: Contagiado de COVID quedó atrapado en una isla paradisíaca

"Me puse a llorar como hace décadas que no lo hacía. Por varios minutos, incontrolable", escribió.

Jorge Ramos

Jorge Ramos. Crédito: Mezcalent

Estaba listo para pasar las vacaciones de sus sueños en Mahe, islas Seychelles, con su familia, cuando una noticia que lo tiene a él de protagonista se cruzó en su camino… Jorge Ramos está contagiado de COVID y quedó atrapado en dicha isla paradisíaca.

Así lo confirmó el propio periodista en la columna que escribió en la página de ‘Al Punto’ y cuyo título es: ‘Atrapado en el Paraíso’... Allí comienza relatando que, luego de dos intensos años de reportar y cubrir la pandemia, decidió tomarse unas vacaciones en un lugar que siempre quiso conocer, y nunca había ido.

Ahorro de por medio invitó a sus hijos y a su pareja, Chiquinquirá Delgado. Pero apenas llegó comenzó a sentirse mal, dolor en un oído y de cabeza, algo que, teniendo en cuenta que los PCR para viajar habían dado negativo, se lo adjudicó a las horas de vuelo y a la diferencia horaria de 9 horas.

Como buen periodista, decidió doble confirmar ‘la información’ de su negativo, y se hizo una prueba casera que había llevado en su maleta. La repuesta fue un contundente positivo.

A modo de ‘breaking news’ Ramos dice que actúo de inmediato ante su noticia para nada positiva: “Nadie del resto del grupo estaba infectado y sorprendentemente encontré unos vuelos a Miami esa misma noche para regresar a todos. Mi hija Paola no me quería dejar solo y, en una increíble muestra de cariño y solidaridad, se quedó conmigo unos días para cuidarme“, explica el periodista en la columna.

“Una vez que se confirma el diagnóstico, el ministerio de salud de las Seychelles se comunica contigo y te obliga a ponerte en estricta y solitaria cuarentena“, cuenta y fue así como quedó confinado en su paradisíaco cuarto de hotel, rodeado de vegetación exótica, y un mar de color mágico, pero sin poder salir.

Ramos, explica que sus tres dosis de vacuna Moderna, lo ayudaron a que los síntomas fueran casi leves, el tinitus se le fue luego de un par de días, y solo le habría quedado eso que conocen los que transitaron por el coronavirus, y que se instala por un tiempo más después de dar negativo: el cansancio corporal.

Hay dos partes de la columna de Jorge Ramos en donde, no sabemos si la soledad, la enfermedad, o el tanto tiempo vacío, muestra un costado personal y vulnerable que pocas veces, o nunca, ha compartido.

El primero, cuando habla del momento en que su hija Paola, la que más arriba explicó que se había quedado unos días con él, se fue de la isla y quedó solo:

Mi hija Paola, magnífica y magnánima, ya se fue. Pero antes se aseguró que no tuviera nada grave. Tuvimos, con máscaras y una amplia distancia social, cuatro días de maravillosas conversaciones. La quiero y la admiro. Cuando sea grande quiero ser como ella. Al ver su pelo revuelto irse en el auto que la llevó al aeropuerto, me puse a llorar como hace décadas que no lo hacía. Por varios minutos, incontrolable“, escribió.

El segundo, cuando una vez más asegura que es ateo y no cree en nada, sin embargo, se aferra a un objeto que olvidó Chiqui Delgado en la huída contra el COVID y el gran significado que tiene en su vida:

“No soy religioso ni supersticioso. Pero ahora entiendo por qué el personaje de Tom Hanks en la película ‘Náufrago’ (2000) se sentía acompañado por una pelota de voleibol a la que llamó Wilson. Chiqui, mi compañera de vida, olvidó un arete y lo tengo postrado como objeto sagrado sobre una toalla blanca; quiero creer que si lo toco me traerá suerte. O al menos me recuerda mi vida antes de esta pesadilla“, confesó.

Ramos confiesa que está atravesando por emociones y sentimientos nuevos: el miedo, la angustia que no lo abandona ni para dormir, y la incertidumbre de no tener el control. Intenta tomar como herramienta la respiración que aprendió haciendo yoga e incluso se conecta a algunas clases que lo alivian.

Por el momento su destino sigue siendo el ‘encierro en el paraíso’, y su futuro incierto, por eso termina su columna con una promesa que queda abierta:

“Estoy atrapado en el paraíso. Todavía no sé ni cómo ni cuando me voy a poder ir de aquí. Pero sospecho que esta experiencia me va a marcar mucho. De hecho, ya me cambió. Me ha dado tiempo, mucho tiempo, de pensar en lo verdaderamente importante. Luego les cuento en que termina todo esto“.

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