Es una barbaridad el permitir que los niños de 12 años decidan si se quieren vacunar o no
Dejar que el estado vacune a los menores sin saber o tener pruebas que confirmen que la niña o el niño no tienen un cuadro clínico que pudiera tener efectos secundarios, es irresponsable.
Como padre que tiene una familia donde todos tienen hasta la vacuna de refuerzo, cuando me enteré que el senador Scott Wiener de San Francisco sometió la medida SB-866 que permitiría a los niños mayores de 12 años decidir si se quieren vacunar contra el covid-19, aún sin la autorización de sus padres, me pareció una barbaridad.
Aunque tengo gran confianza en la ciencia y en forma personal trato de compartir información que anime a las personas a vacunarse por su propia seguridad, considerando el gran sin número de tragedias que hemos visto y seguimos viendo, el darle a un niño o niña de 12 años la facultad de decidir si se quiere inmunizar contra el covid-19 es ir demasiado lejos.
Especialmente porque se ha comprobado que el número de víctimas menores de 18 años es mínimo si es que no se han vacunado. Pero además, no garantiza que los niños no se infecten ya que la vacuna no previene la enfermedad.
Por si fuera poco, con una medida de este tipo les estamos quitando el derecho y las facultades a los padres a decidir por sus propios hijos y su familia sobre qué es lo mejor para ellos, en base a sus valores, creencias, experiencias y algunos cuadros clínicos que pudieran tener los hijos.
Dejar que el estado vacune a los menores sin saber o tener pruebas que confirmen que la niña o el niño no tienen ninguna enfermedad que pudiera tener complicaciones con una decisión de ese tipo, es irresponsable. ¿Quién tendrá que cuidar a los menores en caso de tener alguna complicación o efecto secundario producto de la vacuna?
Si hubiera pruebas científicas de que los niños menores de 18 años se están muriendo en forma considerable por la falta de vacuna, dudo mucho que los padres lo pensarían dos veces para inmunizar a sus hijos, independientemente de la religión, ideología o simplemente falta de información, pero este no es el caso.
Por si fuera poco, estamos hablando de una decisión autoritaria que no tiene cabida en un país que se dice es la mejor representación de la democracia en el mundo occidental, donde a todos sus ciudadanos se les respeta su voz. Aquí ya estamos hablando de decisiones autoritarias que representan sistemas en los que miles de estadounidenses han muerto para combatirlos.
No podemos caer en ese tipo de arbitrariedades y decisiones, sigamos informando a los padres de familia para que estén mejor informados y de esa forma, de acuerdo a sus creencias y valores, puedan cuidar y educar mejor a sus hijos, pero nunca sin pasarse por encima el respeto que debe de tener por la decisión de los padres de familia.
Si a los 18 años todavía hay mucha inmadurez y falta de conocimiento en muchos aspectos de la vida, a los 12, el cuidado y las decisiones de los padres son fundamentales para el bienestar de sus hijos.
Agustín Durán es editor de Metro de La Opinión en Los Ángeles.