Verdades a medias ante la guerra en Ucrania

Para qué necesitamos las tradicionales tergiversaciones de los republicanos si tenemos a los demócratas que atizan el conflicto actual, alejando los esfuerzos por la paz

Rusos y ucranianos concluyen cuarta ronda de negociaciones en “pausa técnica” pero prometen reanudarlas

Rusia y Ucrania realizan cuarto diálogo de negociaciones por la paz. Crédito: TOBIAS SCHWARZ | AFP / Getty Images

Cualquier medio de comunicación, supuesto intelectual o especialista que explique el conflicto en Ucrania como un cuento de niños —donde uno es el malo y otro es el bueno—, simplemente quiere manipular, burlarse de la inteligencia de los demás y convencer a la gente para que apoye la guerra, o una de las partes del conflicto, sobre todo la que más se acerca a la categoría de víctima. Pero de eso, más tarde viene el  arrepentimiento. Nunca falla. ¿Por qué?

Porque como en otras guerras saldrán después a la luz documentos desclasificados donde se manifieste que hubo mentiras y que, por ejemplo en el caso Ucrania, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en realidad no era el “Hitler” que nos quieren imponer como parte de la propaganda de Occidente contra los rusos. Pero para ese momento, ya no tendrá mucho sentido la indignación de quienes exigen información fidedigna, porque todo habrá pasado y miles de ucranianos y soldados de varias nacionalidades habrán muerto.

Antes que otra cosa, enfatizo que estoy en contra de cualquier invasión, ya sea en Ucrania o las que ocurrieron en Irak, Libia o Afganistán, entre otras; pero para entender el porqué, tenemos que saber todo el contexto actual y la historia reciente. De lo contrario, muy a menudo y sin saberlo terminamos apoyando esfuerzos que, lejos de apoyar la paz, proponen la guerra como única salida.

Los demócratas y las guerras
El filósofo y lingüista Noam Chomsky había dicho hace unos años que el Partido Republicano era la organización delictiva más peligrosa del mundo. Pero hoy parece que los demócratas ya ganaron ese título.

Con el expresidente Barack Obama, premio Nobel de la Paz, fueron bombardeados siete países, se dio el golpe de Estado en Honduras y se mantuvo en guerra a la nación durante sus ocho años de mandato, un récord por encima de su antecesor George W. Bush y Franklin D. Roosevelt, Lyndon B. Johnson, Richard M. Nixon o incluso que Abraham Lincoln, según el New York Times.

Mientras tanto, con su sucesor Donald Trump, el presidente más explosivo y nefasto que cualquier país pudiera elegir, no se inició una nueva guerra. Eso no quiere decir que no hubo violencia durante sus cuatro años de administración; si bien no se iniciaron nuevos conflictos bélicos, sí apoyó con recursos y armas los iniciados por Obama. Además, durante su mandato fue lanzada  la madre de todas las bombas en Afganistán, donde murieron 36 supuestos terroristas, escena descrita por el presentador de MSNBC, Brian Williams, como una “cosa maravillosa” y digna de contemplar. Una narración realmente vergonzosa.

Cuando millones de estadounidenses parecía que descansarían con Joe Biden, luego de cuatro años de sobresaltos con Trump por tantas declaraciones, tuits y decisiones que afectaron a millones de personas fuera y dentro de Estados Unidos, sobre todo a los inmigrantes indocumentados, llegó la nueva guerra, a tan solo un año de la administración del mandatario demócrata.

Atizando el fuego
Es triste ver cómo varios presentadores de las cadenas de televisión corporativa, como FOX, MSNBC y CNN, entre otras, parecen celebrar tocando los tambores de guerra contra Rusia, en un conflicto que podría desencadenar una guerra nuclear donde la destrucción sería inimaginable; pero ante la que muchos de esos presentadores de noticias, políticos, supuestos expertos estadounidenses y europeos insisten en llegar hasta las últimas consecuencias. Como sus hijos no son los que sirven de carne de cañón en el conflicto, se atreven a atizar el fuego con alarmismo informativo.

En todo caso, antes de apoyar la entrega de más armas a Ucrania y sanciones contra Rusia, deberíamos de exigir a Estados Unidos aceptar que Ucrania no puede ser parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).  Incluso el mismo Henry Kissinger, sobre cuya conciencia pesan las consecuencias de otros nefastos conflictos e intervenciones del pasado, ha dicho que Ucrania no puede ser parte de esta organización.

Desafortunadamente no se cuenta todo el contexto ni la historia reciente del origen del conflicto, simplemente se ha implantado una campaña agresiva a nivel internacional para personalizar la guerra y hacer pensar al hemisferio occidental que el único culpable de lo que pasa en Ucrania es el presidente de Rusia, como si Estados Unidos o la OTAN no tuvieran nada que ver.

El doble juego de la OTAN
No se habla para nada que Putin advirtió desde 2007 en Europa que Ucrania era una línea roja y existencial para ellos. Así es que la OTAN, liderada por Estados Unidos, no podía establecerse en dicho país, pero fue ignorado como se ignoró el hecho de que desde la desintegración de la Unión Soviética se le haya prometido a las autoridades rusas que ningún país al este de Alemania debería ser parte de dicha organización. Hoy 13 países que eran de la antigua URSS son parte de OTAN.

Además, prácticamente ya se vivía una guerra civil dentro de Ucrania desde el 2014, pero los medios de comunicación no publicaban nada; no obstante, desde el 24 de febrero todos los reflectores internacionales están en Ucrania tratando de convencer a la opinión pública mundial que Putin es el único “malo” de la película. Incluso, en los Estados Unidos el congresista republicano Lindsey Graham —siempre utilizando los temas a su conveniencia— ha dicho que debería ser asesinado, al mismo tiempo que Biden lo llamó asesino desde el inicio de su gestión y ahora lo llama “criminal de guerra”.

Por otra parte, nada se dice de los videos donde Biden, desde 1997, habla sobre que la única forma de provocar a Rusia es aceptando a los países de Europa del Este en la OTAN; tampoco se habla del golpe de Estado en 2014 en Ucrania apoyado por Estados Unidos, mientras que en 2016 los republicanos John McCain  y Lindsey Graham aparecen en un video anunciando a un grupo de militares ucranianos que ellos presionarían en Washington para hacerle la guerra a Rusia.

No obstante, hoy los medios y los simpatizantes de la guerra nos quieren hacer pensar que el presidente de Rusia, que ha sido amigo de George W. Bush y de un gran número de los líderes europeos, simplemente se levantó un día y decidió bombardear Ucrania, sin mencionar la amenaza que ha significado la OTAN, que cada vez se acerca más a la frontera con Rusia.

Intolerancia ante el análisis
La fiebre de la guerra ha llegado a tal grado en Estados Unidos, que tratar de explicar el conflicto a un académico demócrata en una forma más amplia —lejos de tratar al pueblo estadounidense de manera infantil y decir que en un conflicto simplemente uno es un héroe y el otro es un ser diabólico, como en los cuentos—, convierte a las personas en “defensoras” de Putin y, en consecuencia, en diabólicas, ignorantes y ciudadanos que deberían de avergonzarse por atreverse a presentar el otro lado de la historia.

Estos supuestos intelectuales demócratas, aunque también hay republicanos, muestran su apoyo incondicional a un sistema imperialista que según el expresidente estadounidense Jimmy Carter, en su artículo de 2019, titulado “Estados Unidos, la nación más bélica en la historia del mundo”, solo  ha permanecido 16 años sin conflicto desde su nacimiento, pero en esta ocasión quieren que el pueblo estadounidense se olvide de su pasado, que no tome en cuenta nada, solo que Rusia invadió Ucrania y punto.

El problema es que muchos votamos por Biden para alejarnos de la amenaza que significaba Trump ante una posible Tercera Guerra Mundial. Pero ahora con el Partido Demócrata parece que estamos peor que con los republicanos. Y al parecer no soy el único desilusionado, ya que una encuesta de la Prensa Asociada indicó que la mayoría de los estadounidenses está en contra de cómo el presidente está manejando su gestión, mientras solo el 28% de los estadounidenses quiere que se presente a la reelección. En otras palabras, el 72% no lo quiere ver en la Casa Blanca después del 2024.

Debemos recordar que como estadounidenses tenemos el derecho y la obligación de criticar al gobierno para que lidere bien al país, sin menos guerra y más diplomacia. Si no lo exigimos nosotros los ciudadanos estadounidenses, entonces seguiremos llenándonos de sangre las manos. Nuestra apatía no es una opción teniendo al ejército más poderoso del mundo. El exgeneral del ejército Douglas Macgregor ya lo subrayó: el Departamento de Estado estadounidense es un “bully” que va por el mundo obligando a otras naciones a que acepten sus exigencias; de lo contrario, las pintan como enemigas y las tratan de destruir y controlar con el sistema financiero, lo mismo que intentan hacer hoy con Rusia, pero que ya se ha hecho con Cuba, Venezuela, Irán y otros países alrededor del mundo.

Aclaro: en forma personal no estoy de acuerdo con ningún tipo de invasión bélica. Pero si no explicamos todo el contexto del conflicto, los esfuerzos de la gente pacífica para presionar al gobierno de Biden a comprometerse con Putin de que Ucrania no será parte de la OTAN serán conducidos en la dirección incorrecta y, lejos de ayudar a la paz, estaremos alimentando la guerra.

Agustín Durán es editor de Metro del periódico La Opinión en la ciudad de Los Ángeles. 

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