Tiroteos masivos continúan por toda la nación; los angelinos temen que ocurran a nivel local
Padres de familia y activistas expresan su sentir acerca de cuál sería la mejor opción para terminar con el problema
El fin de semana nuevamente se tiñó de dolor y sangre con al menos tres tiroteos masivos, dos el sábado por la noche; uno en una concurrida calle turística de Philadelphia, Pennsylvania, que dejó a tres muertos y 14 heridos y otro en Clarendon County en South Carolina, que dejó un muerto y ocho heridos.
Entre los heridos había seis menores de edad.
Adicionalmente, el domingo por la madrugada en Chattanooga, Tennessee se reportó un tiroteo masivo que dejó un saldo de 12 heridos y 2 muertos.
Un tiroteo masivo es un acto de violencia con armas de fuego donde cuatro o más personas resultan heridas o muertas, excluyendo al perpetrador.
Estos tiroteos llegan a menos de dos semanas del 24 de mayo, en Uvalde Texas, donde sucedió una de las masacres más sangrientas que se hayan vivido, dejando a 19 niños y dos maestras asesinados por un tirador de 18 años.
Los más recientes reportes de Gun Violence Archive, una organización no lucrativa que registra los tiroteos en la nación, reportó que hasta el 5 de junio de 2022 sucedieron 236 tiroteos masivos en Estados Unidos. El saldo se estima en 266 personas muertas y más de 1,044 heridos.
Desde 2013, un año después del tiroteo masivo en la Escuela Primaria Sandy Hook en Connecticut que dejó a 20 niños y siete adultos muertos, los tiroteos masivos en Estados Unidos casi se han triplicado. El número de tiroteos masivos en lo que va del 2022 ha sido un aumento del 50% de los 141 tiroteos de mayo de 2017 y un aumento del 150% de los 84 de mayo de 2013.
Temor constante
La señora Cecilia Navarro dijo que es una preocupación constante ver lo que está sucediendo, sobre todo con los niños en las escuelas.
Añadió que es inconcebible el hecho que, por ejemplo en el caso de Uvalde, Texas, una persona de 18 años sea permitida comprar un arma sin importar el calibre y sin hacerle una revisión de antecedentes.
Agregó que en la escuela donde asiste su hijo, en el sur de Los Ángeles, retiraron a la policía escolar lo cual aumenta su preocupación en caso de que haya un incidente similar.
“En la escuela donde asiste mi hijo hay dos planteles, la policía estaba dentro de uno de ellos, pero ahora ya no tenemos policía y no sabemos cuánto tiempo puede durar la policía en llegar en caso de un incidente”, dijo la madre de familia.
Destiny Pérez, una estudiante de 15 años, dijo que le da mucha tristeza, pero también rabia saber que una persona a tan corta edad pueda causar tanto daño.
“También creo que las leyes para las armas de fuego son muy ligeras, ¿Cómo una persona puede comprar un arma a los 18 años? A esa edad todavía no están maduros”, expresa la joven.
Ella añadió que en casa hablan constantemente del tema con su madre y su abuela. Dijo que su madre trabaja como guardia de seguridad en un hospital y las experiencias que ha vivido le han ayudado para compartir anécdotas y consejos en caso de que algo suceda en su escuela.
Identificando los problemas de salud mental
Juanita García, quien tiene tres nietos y uno de ellos se acaba de graduar de la preparatoria, dijo que es importante estar al tanto de lo que sucede con los niños y los jóvenes.
“Hace falta un equipo de padres y maestros porque si no el problema se convierte en una bola de nieve que se va haciendo más y más grande”, expresó.
Mientras tanto, el activista Carlos Montes, con el Centro de Servicio y Organización (CSO), dijo que la solución no va a ser el control de armas o más policías para que cuiden los lugares. En su opinión, la solución debe ser la ayuda mental.
“Por mucho tiempo hemos abogado por la salud mental”, dijo Montes. “Cuántos policías armados pueden agregar antes de aceptar que la gente que [causa estos crímenes], se queja por no tener un trabajo o por ser acosados”.
El activista de Boyle Heights añadió que si las escuelas tuvieran más consejeros y/o terapistas, se podría identificar a tiempo la situación que ocurre con los estudiantes.
“Pero hay escuelas donde algunos consejeros tienen que lidiar hasta con 500 estudiantes a la vez. ¿Cómo van a poder conocerlos e identificar sus problemas?” cuestionó Montes.
Tomando acción
Mientras tanto, en el estado de California, el gobernador Gavin Newsom anunció una iniciativa para que las escuelas y comunidades de California sean más seguras a través de una campaña comunitaria que promueve las Órdenes de Restricción de la Violencia con Armas o leyes de “bandera roja”.
Estas permiten la eliminación temporal de armas y municiones de personas que corren el riesgo de hacerse daño a sí mismos o a otros. Empoderan a los seres queridos, o a las fuerzas del orden público, para que intervengan y eviten temporalmente que alguien en crisis acceda a las armas de fuego.
Estadísticas revelaron que California emitió 3,007 órdenes de restricción de violencia armada entre 2016 y 2020. En 2020, el estado emitió 1,284 órdenes de restricción, 15 veces más que las 85 emitidas en 2016.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la tasa de muertes por armas de fuego de California fue la número 44 más baja del país, con 8.5 muertes por armas de fuego por cada 100,000 personas, en comparación con 13.7 muertes por cada 100,000 a nivel nacional; 28.6 en Mississippi, 20.7 en Oklahoma y 14.2 en Texas. La tasa de mortalidad infantil por armas de fuego en California también es más baja que en otros estados; además, es un 58% más baja que el promedio nacional.
El gobernador Gavin Newsom dijo el viernes, en el Día Nacional de Concientización sobre la Violencia con Armas, que la violencia armada es una epidemia y debe haber acción para que los estadounidenses ya no vivan con temor.
“En California, estamos tomando medidas de seguridad de armas de fuego de sentido común que sacan las armas de nuestras comunidades y mantienen a las personas seguras”.