Investigan a alcalde en Chihuahua por posible relación con el asesino de sacerdotes jesuitas
Desde el día del crimen, el alcalde de Urique, Daniel Silva, dejó de tener contacto con las autoridades y se sospecha que ayudó a escapar al "Chueco"
Mientras las autoridades de Chihuahua continúan con la búsqueda de José Noriel Portillo, alias “El Chueco”, por el asesinato de dos sacerdotes jesuitas, también investigan al alcalde del municipio de Urique, Daniel Silva, por el mismo crimen.
Y es que desde que sucedió este lamentable hecho, el funcionario dejó de tener contacto con las autoridades, por lo que podría estar relacionado con el grupo criminal que encabeza “El Chueco”; informó el fiscal estatal, Roberto Javier Fierro.
Asimismo, las investigaciones se centran en policías locales, ya que dos armas de fuego propiedad de la policía municipal de Urique, fueron encontradas en posesión de presuntos delincuentes durante operaciones realizadas para la captura de Noriel Portillo.
El fiscal agregó que ya han solicitado la comparecencia del alcalde de Urique, pero no se ha comunicado y se desconoce si sigue despachando en el municipio, por lo que existe la sospecha de que pudo haber ayudado a escapar al líder criminal.
Por su parte, el ayuntamiento de Urique difundió un documento de dos párrafos que atribuyó a Daniel Silva. En el escrito, el alcalde desmiente las declaraciones del fiscal, y asegura que desde el inicio de su gestión ha estado de forma permanente en Urique.
Sobre su colaboración con autoridades estatales y federales, Silva afirma: “Nuestra función ha sido resolver problemas y atender con todas nuestras fuerzas esta situación; nosotros habitamos aquí de forma permanente y queremos lo mejor para nuestro pueblo”. Junto con el comunicado se publicó una fotografía del funcionario en una oficina.
Además de la muerte de dos sacerdotes jesuitas, al “Chueco” se le responsabiliza por el asesinato del guía de turistas Pedro Palma, así como el secuestro y muerte de Paul, uno de los dos hermanos beisbolistas, mientras que el otro joven, Jesús Berelleza, escapó rumbo a la sierra para evitar la suerte que tuvo su familiar.
Versiones de testigos señalan que tanto los sacerdotes como uno de los jóvenes beisbolistas, fueron asesinados por haberle solicitado al delincuente que en el otro juego que tendrían, “no llevara armas y que estuviera calmado y no provocara escándalos”, lo que al parecer fue el detonante para que desatara esa ola de violencia.
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