Pareja mexicana: de la deportación a un paso de la ciudadanía de EE UU
Un notario público los hizo creer que podría obtener estatus por medio del asilo político, pero solo los puso al borde de ser expulsados del país
Jesús y Amalia Hermosillo no podían estar más que felices, ya que después de haber estado a un paso de la deportación, lograron revertir el proceso, se hicieron residentes y están a un paso de obtener la ciudadanía estadounidense.
“Nos sentimos muy agradecidos, muy bendecidos. No hay palabras para expresar lo que uno siente al saberse residente y que no está en peligro de deportación. Es un sueño hecho realidad poder iniciar nuestro proceso para hacernos ciudadanos”, dijo Jesús.
La pareja se presentó a las oficinas de la Coalición por los Derechos de los Inmigrantes (CHIRLA) en la ciudad de San Bernardino para llenar su solicitud de ciudadanía.
Jesús emigró de Sinaloa, México a Estados Unidos, el 10 de enero de 1987; Amalia dejó Nayarit, México para venir a Los Ángeles, el 30 de abril de 1989.
Jesús y Amalia se conocieron en las clases de inglés como segunda lengua (ESL) en una secundaria de Los Ángeles. Se enamoraron y al poco tiempo unieron sus vidas y son padres de dos hijas, que ahora tienen 30 y 22 años.
Pero en aquellos primeros años, Jesús y Amalia vivían en el limbo migratorio, ya ambos eran indocumentados.
Por eso comenzaron a buscar alguna manera de arreglar su estatus, y cayeron en las manos de un notario público quien les dijo que calificaban para el asilo político y les consiguió un permiso de trabajo.
Y así vivieron varios años, hasta que fueron llamados a una audiencia en la corte, y el juez les negó el asilo, y les ordenó una salida voluntaria. Como no cumplieron con irse del país, les salió una orden de deportación.
Fue una época muy difícil para la pareja.
“Estaba muy deprimido. Perdí el trabajo. Me sacaron cuando me quedé sin la autorización para trabajar”, relata Jesús.
Y Amalia agrega que estaban muy tristes y preocupados.
En la búsqueda de un abogado que los ayudara a evitar la deportación, encontraron a CHIRLA por Internet, y acudieron a sus oficinas en busca de ayuda.
“Llegamos con miedo e inseguros. Gracias a Dios, desde el primer momento nos acogieron, nos explicaron todo el proceso y nos ayudaron a revertir la deportación. En tres años obtuvimos la residencia”, dice Jesús.
Jesús reconoce que desesperados por tratar de salir de las sombras, cayeron en manos de un notario público que les dijo lo que querían escuchar, que había un alivio migratorio para ellos por medio del asilo político y del tiempo que llevaban en el país.
“Era obvio que no calificamos en el asilo. Ellos lo sabían. Nosotros no. Así vivimos con esa esperanza durante 18 años, hasta que el juez nos negó el asilo y todo se vino abajo”.
Karla Navarrete, abogada de migración y directora del Departamento de Servicios Legales de Inmigracion en CHIRLA, dijo que Jesús y Amalia llegaron a sus oficinas en 2014, después de que en 2008, el juez le dio orden de deportación por no reunir los requisitos para el asilo.
“Estaban buscando soluciones. Nosotros pudimos ayudarlo al reabrir su caso, al convencer al fiscal de migración. Jesús y Amalia habían entrado con una visa de turista. A Amalia su papá la había pedido a través de la forma 245 (i), y también su hija de 21 años nacida en este país estaba solicitando la residencia para ella y su papá”.
Es decir, subraya la abogada, que la pareja tenían elementos para conseguir la residencia, pero la deportación emitida por un juez, tras que ellos habían sido estafados por un notario, los estaba bloqueando.
“Logramos borrar la deportación y conseguirles la residencia en 2017, luego de que el fiscal de migración se unió a nosotros y vio que era viable su caso”.
Una vez que Jesús y Amalia se hicieron residentes, la abogada dice que se mantuvieron en comunicación.
“Fue este año cuando me preguntaron si ya podían solicitar la ciudadanía, y como ya habían pasado cinco años de que recibieron la residencia, les dijimos que sí y que podíamos ayudarlo en ese proceso. Es posible que este mismo año, en menos de seis meses se hagan ciudadanos. Así que ahora tienen que ponerse a estudiar para el examen”.
Ante la cercanía de obtener la ciudadanía, Jesús y Amalia dicen que están tan emocionados como cuando se hicieron residentes.
“Desde 2017 cuando nos aprobaron la residencia después de hacer la entrevista, todo ha cambiado para bien. Es una gran diferencia ser residente. Te quitas un gran peso. Se abre la luz del día”.
La ciudadanía estadounidense llena de ilusión a esta pareja que vive en Hesperia, en el condado de San Bernardino.
“Son muchos los beneficios que esperamos recibir al convertirnos en ciudadanos. Primero la seguridad de que ya eres ciudadano, poder viajar, jubilarte y regresar a tu país, y poder traer a mi mamá, si es algo que ella quiera”.
Amalia no oculta la emoción de estar muy cerca de lograr su anhelado deseo de ser ciudadanos estadounidenses y poder ejercer el derecho del voto. “Queremos que nuestras voces se escuchen en las urnas”.
Jesús recomendó a los inmigrantes que estén preocupados por su falta de estatus migratorio o porque enfrentan la posibilidad de ser deportados, que no se den por vencidos y busquen buenos abogados que peleen por sus casos.
“No pueden dejarse caer. Tienen que luchar. Nosotros siempre recomendamos a CHIRLA Es una organización muy conocida y que ayuda mucho al inmigrante”.