En manos del congreso, eliminar trámite que impide la nacionalidad a muchos mexicanos

La apostilla, un trámite que se requiere para comprobar y reconocer la nacionalidad mexicana, se ha convertido en una situación compleja para muchos migrantes

En manos del congreso, eliminar trámite que impide la nacionalidad a muchos mexicanos

Migrantes buscan nacionalizar a sus hijos nacidos en EE.UU. como mexicanos. Crédito: Mario Tama | Getty Images

MEXICO.- Berenice Rosas, madre de dos jóvenes de 15 y 16 años sabe que ellos son mexicanos. Salieron de su vientre chilango, aunque en Los Ángeles. Podría decirse que ambos son mexicanoamericanos de sangre, pero para el Estado mexicano eso no basta: tiene que comprobarlo.

No solo con el acta de nacimiento de ambos padres, sino con la apostilla, un trámite que requiere paciencia de sabios, dinero de clase alta y el tiempo de Dios.

Consiste en certificar que la firma y el sello de un documento público fueron puestos por una autoridad existente, reconocida y en uso de sus facultades. Esto es: verificar que la información del funcionario que firmó los papeles sea fidedigna y no haya sido falsificada.

Y para lograrla se requiere la presencia en ambos países de la persona interesada, una situación compleja para los deportados con hijos nacidos en Estados Unidos que no tienen visa o peor: están fichados por las autoridades migratorias.

Además supedita los intereses de un país a los procedimientos de otro estado o entidad estatal porque son las autoridades locales quienes deben emitir la apostila..

Berenice nació en México, pero emiró hace 20 años a Los Ángeles, donde nacieron sus hijos con derecho a la nacionalidad estadounidense y a la mexicana por ser hijos de padres de este país.

El problema comenzó cuando Berenice decidió regresar a vivir a México, a casa de sus padres, debido a la violencia de género y familiar que padecía. Al intentar inscribir a sus hijos a la escuela se dio cuenta que, al no sacar en Estados Unidos la nacionalidad mexicana, en México no los reconocían como mexicanos.

Fue entonces cuando escuchó la palabra enigmática: apostilla.

Berenice Rosas no lo sabía entonces pero era parte de un colectivo de gente con necesidad de acreditarse como mexicanos en su propio país y para ello tienen que certificar que los papeles que obtuvieron en otras naciones  son válidos aquí.

En el caso de los repatriados —que son los más— el asunto se centra principalmente en el acta de nacimiento: de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática  hay poco más de 450,000 niños nacidos en otro país con nacionalidad mexicana por derechos consanguíneos.

La apostilla surge como un proceso establecido en la Convención de La Haya, el cual buscaba suprimir el “Requisito de Legalización de los Documentos Públicos Extranjeros”, que implicaba la certificación de los documentos en los países que fueran necesarios.

Esta medida se adoptó en La Haya, el 5 de octubre de 1961, durante la “Convención de la Apostilla”, como parte de una serie de ejercicios de derecho privado internacional. El objetivo consistía en simplificar el sistema de “legalizaciones en cadena” por un único proceso denominado “apostilla”. México la firmó el 14 de agosto de 1995.

El problema es que, hoy en día, se ha convertido en un asunto “rebasado”.

Según Berenice Valdés, especialista del Instituto para las Mujeres en la Migración (Imumi), la apostilla es hoy por hoy un impedimento a un derecho que tienen de nacimiento debería tener cualquier niño: la nacionalidad.

El principal problema que detecta la especialista es que la apostilla tiene que hacerse en el país de origen del trámite. Berenice Rosas señala que cuando regresó a México tenía vigente una visa de turista que le permitía el ir y venir entre Ciudad de México y Los Ángeles, con sucesivos períodos de extensión a su estancia.

No obstante, todo se complicó cuando tuvo una deportación exprés. El esquema con el que viajaba Berenice dependía totalmente del trato personal con los agentes migratorios al ingreso a EEUU, por lo que ella supone que en algún momento quien la atendió sencillamente decidió repatriarla.

Después de esto se encontró con la falta de empatía por parte de los funcionarios mexicanos. Para ellos “era muy fácil” decirle que buscara a alguien que llevara su proceso en Estados Unidos: “Busca a un amigo” o “contacta alguien que pueda hacer el trámite allá” se volvieron frases cotidianas mientras ella y sus hijos estaban en el limbo.

Encontró que el avance del trámite dependía de actitudes y no por un debido proceso: el voluntarismo de algunos funcionarios, peticiones de discrecionalidad o, incluso, “buenondismo” .

Esto era motivo de desesperanza para ella y un símbolo de lo que es ser una no persona.

“El tema de identidad, básicamente, abarca todo porque si no tienes identidad automáticamente no tienes un servicio a la salud, no tienes la facilidad para una inscripción para la educación, abarca actividades recreativas. Todo, porque si no lo tienes, no eres nadie”, reprocha ella.

Acabar con la apostilla

Para el periodo ordinario de sesiones que arrancó este 1 de septiembre, organizaciones como IMUMI prumueven en el congreso una reforma a la ley que elimine la apostilla. Definitivamente. “Ya las actas digitalizadas tienen tantas garantías de autenticidad que no hace falta, por ejemplo”, advierte Berenice Díaz.

Hasta ahora el Estado mexicano ha conservado el requisito de la apostilla con el argumento de que podría afectar la certeza jurídica y al carácter fidedigno de los documentos, sobre todo por la facilidad de falsificación que prevalece en el país.

Díaz difiere: “Se entiende que se exija que el requisito para otros tramites notariales de otra índole; por ejemplo, los procesos de compra y venta, pero no en trámites de nacionalidad, principalmente porque los derechos están de por medio”.

A esta crítica se ha sumado la propia Berenice Rosas porque ella entendió que todos los vericuetos de este proceso pueden acelerarse con la buena voluntad de algún funcionario y los niños son los principales perjudicados: “Mis hijos obtuvieron sus papeles nueve años después de volver a México”.

Esto fue hace dos años. Y actualmente sus hijos ya cursan sus estudios de forma regular.

El diputado migrante Mario Torres, aliado del tema en el congreso,  declara que la posibilidad de que la propuesta de eliminar la apostilla “es alta”, ya que existe el interés del poder legislativo federal de apoyar a las personas a agilizar sus trámites.

“Estamos muy optimistas”, adelanta.

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