México, la época dorada del cortometraje y la animación

Estudios de animación en Guanajuato, Guadalajara, Monterrey, Puebla, Estado de México y Sinaloa ayudan a que la producción de animación en México sea prolífica y empujada por fondos del Estado

Fernanda Lozada, animadora

Fernanda Lozada, animadora Crédito: Fernanda Lozada | Cortesía

MEXICO.- Fernanda Lozada (Ciudad de México, 1994) nació un año después del estreno de El extraño mundo de Jack, del director y escritor estadounidense Tim Burton, un clásico animado que al principio pasó medio desapercibido pero con el tiempo se volvió una obra de culto, justo cuando ella empezó a crecer.

“Así empezó mi amor por la animación”, cuenta en entrevista con este diario más de dos décadas de aquel descubrimiento infantil de la animación, el día en que ella estrenó en la Cineteca Nacional su primera obra animada Bouclette, seleccionado para participar en el 27 Festival Internacional de Cine para Niños (…y no tan Niños) “La Matatena”.

Pero no ha sido un camino fácil después de que el imaginario de Burton le hizo cuestionarse sobre qué quería hacer cuando fuera adulta. 

Cuando por fin decidió que quería dedicarse a la animiación descubrió que… ¡en México no existe ninguna licenciatura o especialización sobre el tema!

 “No hay escuelas de animación en México y estaba fuera de mis posibilidades económicas salir del país”, detalla.

El hecho le dejó claro que la animación no se le veía a nivel académico en  México como una producción seria… ¡ni como una profesión! 

Se cree de que si haces animación es porque quieres llegar a Pixar, a la animación en 3D y yo sentía más interés por las películas más viejitas, por el contenido de animación redibujada para aque los dibujos salieran del papel”, detalla. 

En un esfuerzo por centrarse en sus objetivos, con las posibilidades y recursos que tenía a la mano, decidió estudiar la licenciatura en Diseño de medios digitales. No era el ideal, pero sí lo que más se la acercaba con un reto extra: demostrar que la animación es más que mercadotecnia: es decir un mensaje profundo de forma aparentemente sencilla. 

Imagen del cortometraje Bouclette, de Fernanda Lozada. Foto: Cortesía del autor.

La animación es un medio, así como el cine, la fotografía o la escultura. Animación es una forma de contar o de comunicar mi mensaje. Lo complejo o lo interesante es qué mensaje quieres dar”.

Al final de cuentas en la carrera no aprendió a animar. Solo había un par de materias al respecto y el resto era hacer infografías y spots publicitarios. Sin embargo, aprendió algo que considera muy valioso: “A tomar lo que tienes, las herramientas y construir tú mismo lo que buscas”.

Tomó un curso de animación en Gobelins, una de las mejoreres escuelas para hacer caricaturas en Paris (Guillermo del Toro tiene un par de becas ahí). Pasó un verano en Francia y complementó lo que no tenía en la carrera en México. En esa experiencia se sembró la semilla de Bouclette, su cortometraje.

El mensaje

Fernanda Lozada regresó a México cuando le faltaba un año para titularse y ella quería hacerlo con una animación. La carrera era tan diversa que tenía un compañero que se estaba titulando con una programación, otro con una instalación para museos, ella con sus dibujos, entre tantos proyectos.

Todos los miércoles, Fernanda Lozada iba a un café de la colonia Juárez, en el centro de la Ciudad de México, y escribía todo lo que pasaba por su cabeza, tres, cuatro horas persistentes, sistemáticas, hasta que nació Bouclette entre letras y lluvia de ideas girando en un bacanal de letras y creatividad.

El cortometraje de Fernanda Lozada trata de la historia de  Efil Cisó, un joven descendiente de la prestigiosa familia de peluqueros de Bouclette que decide que no quiere continuar con la tradición familiar y quiere perseguir su sueño de ser pastelero.

De alguna manera es un reflejo de su propia historia, pero también parte de la historia del cortometraje en México porque a pesar de que no hay escuelas especializadas es aquí donde se realiza el festival más grande de cortometrajes en México que coincide justamente en este mes. 

Bouclette en una escena. Foto: Fernanda Lozada

Shorts México, Festival Internacional de Cortometrajes está por iniciar las actividades de su décimo séptima edición, con una programación de  30 días, del 1 al 30 de septiembre, que se realiza en Ciudad de México como principal sede y 30 sedes virtuales, físicas y combinadas, como Cineteca Nacional, Cinemex 222 y 35 más en todo el país.

La primera producción animada en México es un cortometraje de ocho minutos de duración llamado “Mi sueño”, creado en 1916. La obra es basada en el escrito homónimo del general Salvador Alvarado. 

Luego pasaron 60 años para que se hiciera el primer largometraje animado, Los tres reyes magos, en 1976, y 18 años más para que el cortometraje animado “El héroe” de Carlos Carrera ganara una palma de oro en el Festival de Cannes, uno de los premios más destacados en el mundo del cine.

La producción de animación en México ha sido prolífica y constante aunque principalmente empujada por fondos del Estado con proyectos como el “Festival Internacional de Cine para Niños (…y no tan Niños) La Matatena cuyo objetivo es, según su propia descripción : 

“Programar y exhibir cine de calidad de México y otras regiones del mundo para fomentar entre el público infantil el gusto por el cine y retroalimentar a las niñas y niños con la recreación de costumbres, inquietudes y cotidianidad en otras partes del mundo”. 

La Matatena participa de un proyecto aún más grande, el CIFEJ (Centre International du Film pour l’Enfance et la Jeunesse), Organización No Gubernamental internacional dedicada al cine para la niñez y los adolescentes, cuenta con 150 miembros de diversos países.

En los últimos años y de manera independiente se han involucrado creadores como el director jalisciense multigalardonado, Guillermo del Toro, quien recientemente anunció que el estudio con el que estaba produciendo su versión de Pinocho era un esfuerzo binacional mexicano-estadounidense en el que participan ya animadores y productores mexicanos. 

Otro ejemplo es Esteban Bravo y Beth David quienes codirigieron el cortometraje In a Heartbeat, una pieza sobre el enamoramiento de dos jóvenes varones. O Alan Ituriel, quien en colaboración con Cartoon Network produce actualementeVillanos. O los hermanos Ambriz Rendón fundadores de Cinema Fantasma

Actualmente hay estudios de animación en Guanajuato, Guadalajara, Monterrey, Querétaro, Puebla, Estado de México y Sinaloa. El común denominador en todos estos nuevos esfuerzos es la coproducción entre México y Estados Unidos para aprovechar los avances tecnológicos de un país y el talento de otro sin que el talento de uno salga definitivamente del otro. 

En el camino de la colaboración está Fernanda Lozada tras la experiencia de Bouclette, su creación que fue un hecho con el presupuesto del Instituto Mexicano para el Cine (Imcine) que le dio la posibilidad de tener un equipo de 60 colaboradores entre animadores, músicos, doblajes y actores.

El cortometraje le dejó una conciliación con su propia historia familiar. “Mi familia ha hecho helados desde hace 101 años y el helado es parte de la historia de la familia, mi mamá se ha dedicado a la repostería para complementar. Por eso había una profecía de que yo iba a ser heladera”, recuerda. 

Entonces la preocupación entre la parentela era que ella podía terminar el linaje heladero sólo porque le gusta dibujar, aunque no le decían nada ni mucho menos la obligaron y, al final de cuentas, lo resolvió en la animación y en la vida real conciliándose con ambas historias.

“Me di cuenta de que puedo seguir haciendo animación y honrar el legado familiar”. 

De la imagen a la pantalla …y más allá

En los premios Oscar de este año, varias actrices encargadas de presentar los premios de las categorías animadas hicieron una serie de comentarios que dejaban ver dos prejuicios vigentes: que la animación es un género exclusivamente infantil y que, por ello, no es capaz de mostrar mensajes más elaborados, pero ¿es esto cierto? 

Esta idea la critica Fernanda Lozada, a partir de mostrar que en realidad se trata de una forma distinta de decir las cosas: no es un dibujo, tampoco una secuencia cinematográfica. Entonces, ¿qué es?

En su concepción, la animación es un formato basado en una ilusión óptica, ya que consiste en la secuencia de imágenes que simula un movimiento inexistente. 

El tipo de imágenes puede ser variado, desde dibujos como en la animación clásica 2D; fotogramas de figuras 3D, como el caso de la stop-motion o renderizaciones como sucede con la animación tridimensional actual. 

Como sea, la palabra “animación” está muy lejos de un concepto reducido. Proviene del latín anima que significa “alma”. Esta palabra era usada para hablar de todo aquello que tuviera vida. Así, este formato hace parecer que las figuras estáticas salen de su molde. 

Hoy en día, se pueden listar varias técnicas. Por un lado, se encuentra la “animación tradicional”, realizada mediante técnicas como el dibujo, el fotograma, y piezas hechas a mano. Por el otro, está la “animación digital”, realizada en programas y herramientas de computadora. 

Actualmente se han fusionado y enriquecido con elementos musicales, narrativos y plásticos.

Si bien hoy en día la casa productora más reconocida es Disney y sus distintas filiales (Pixar y Marvel), a lo largo de la historia ha habido distintas expresiones que evidencian que no se trata únicamente de un género de las producciones audiovisuales. 

Por todo este contexto es que Fernanda comenta que para ella ha habido dos escuelas reales, más allá de los cursos que ha tomado: la vida misma y su propio trabajo. Para ella hasta los detalles más pequeños pueden ayudar a entender la lógica y el sentimiento que deben tener las secuencias. 

Respecto a su trabajo, apunta que al sentarse a escribir y dibujar muchas cosas cobran sentido, y puede darle orden a pulsiones que muchas veces parecen no tener razón de ser.  

Hablar a los chicos

Aiko Alonso tiene 28 años, como Fernanda, y su cortometraje Acordes para el corazón también fue galardonado en el festival Matatena de este años, aunque es otro estilo lejano a la animación: la actuación.   

A diferencia de Bouclette, Acordes para el corazón trata un tema que muchos pensarían que es para todos, menos para niños: el duelo. 

“Uno de mis familiares falleció durante una de las primeras oleadas de la pandemia y me hizo reflexionar sobre la muerte y particularmente cómo lo viven los niños”, cuenta en entrevista con este diario. 

Aiko estudio la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de ciencia políticas de la UNAM. Posteriormente se especializó en el Centro de Capacitación Cinematográfica. 

Ella manifiesta que a lo largo de su formación una inquietud constante fue cómo hablar acerca de Derechos Humanos y temas que socialmente complejos.

Esto justifica que, para ella, la animación es un formato que permite enunciar ideas que muchas veces no son fáciles de digerir, principalmente porque se puede apelar a las metáforas visuales o auditivas. 

Cuando habla acerca de Acordes para el corazón, ella afirma que la finalidad era una película que pudiera generar identificación en quienes atravesaban un duelo por un ser amado. Esta idea se atoró en la cabeza después de una escena que vivió en clase: 

“Me encontré con una alumna que me dijo que estaba triste por sus familiares fallecidos y que no sabía qué hacer con esos sentimientos”. 

Con base en esa vivencia, spoilea la trama de su corto: 

Es un cortometraje de un niño que está hospitalizado por COVID, en medio de la noche se despiertan y le avisan que su papá falleció. Su vida cambia porque él era el ingreso principal de la familia; tienen que recortar gastos y modificar su dinámica porque él ya no está. Días después, encuentra una trompeta que su papá guardaba. Entonces empieza a aprender a tocar la trompeta que dejó su papá y se reencuentra con él de nuevo”. 

La producción de Aiko es que el equipo está conformado casi en su totalidad de mujeres; sólo dos participantes eran hombres porque, a ojos de la directora, la animación es potencialmente un nicho en el cual pueden tener cabida grupos vulnerados: mujeres, comunidad LGBT+, indígenas, personas pauperizadas y, por su puesto, los niños. 

“Esto es parte del éxito del arte, nuestro arte”. 

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