Las mujeres del Cártel de Sinaloa que lavan dinero para la organización
La Unidad de Inteligencia Financiera incluyó a esposas, hermanas e hijas de los capos sinaloenses en su lista negra
En más de una ocasión, las parejas sentimentales de los capos de la droga en México han sido detenidas por sus presuntos vínculos con la delincuencia organizada.
Como ejemplos podemos mencionar a Emma Coronel, la esposa del Chapo Guzmán, o a Rosalinda González Valencia, esposa de Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, quienes no solamente conocían a qué se dedicaban sus parejas, sino que, además, los ayudaban a delinquir.
Y aunque estos son dos de los casos más conocidos, lo cierto es que muchas de las mujeres relacionadas con narcotraficantes, principalmente del Cártel de Sinaloa, participan en operaciones de lavado de dinero.
Así lo revela un informe de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el cual detalla que, durante los últimos años, se incrementó el porcentaje de mujeres que sirven como prestanombres o realizan blanqueo de activos.
Una de ellas es Adriana Meza Torres, esposa de Ovidio Guzmán López, hijo del exlíder del Cártel de Sinaloa. A la joven se le congelaron sus cuentas bancarias en 2015 tras la fuga del Chapo de El Altiplano, y en 2018, un tribunal colegiado de Sinaloa confirmó la protección de la justicia federal, pero la UIF se negó a liberar el recurso bloqueado.
En su defensa, Adriana Meza aseguró que se dedica a la agricultura, pero la Unidad advirtió que “posiblemente esté realizando actividades simuladas para dar apariencia de licitud a ciertos probables recursos de procedencia ilícita.
Otras mujeres cercanas a Ismael “El Mayo” Zambada también forman parte de la “lista negra” de la UIF, como su hermana Ana María Zambada García, su expareja Leticia Ortiz Hernández, así como sus hijas Midiam Patricia, Modesta, Mónica y María Teresa Zambada Niebla.
Incluso, la Oficina para el Control de Bienes Extranjeros del Tesoro estadounidense colocó en su propia lista a todas ellas, así como a algunas de las empresas que fundaron en Sinaloa.
De este modo se entiende que el rol principal de las mujeres en los círculos delictivos es de “testaferros”, palabra italiana compuesta que significa “cabeza de hierro”, es decir, una persona usada para suplantar a otra en operaciones fraudulentas.
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