Navidad migrante, un festejo díficil y de mucha melancolía en Estados Unidos
Algunos jornaleros extrañan y lloran la ausencia de sus seres queridos, pero se apoyan mutuamente y tratan de animarse con lo que tienen
¿Y usted a quien más extraña?, se le preguntó al nicaragüense Roberto Morales, de 56 años, uno de varios inmigrantes que se congregan a diario en el Centro de Trabajo Comunitario de Pasadena para ser contratado en algún trabajo.
De inmediato, se lleva las manos al rostro y se enjuga unas cuantas lágrimas.
“Tengo cinco hijos, de 2 a 11 años”, respondió. “Cada vez que les llamo, mi pequeña Josefina me dice ‘Papi, ¿a qué hora vas a venir para que nos durmamos juntos y me des mi ‘pachita’ (biberón)?”.
Será la primera Navidad que Roberto la va a pasar sin su familia, aun cuando vive con su hermana.
Llegó a Estados Unidos apenas hace ocho meses, huyendo de la persecución política del presidente Daniel Ortega.
“Yo no podía involucrarme más en hacer actividades políticas; tenía que cumplir con mis responsabilidades de padre, y eso no le gustó”, relató a La Opinión.
Su proceso de asilo político avanza lentamente. No se mueve al ritmo que él lo desearía para poder trabajar legalmente en este país.
“Allá me bloquearon todos mis trabajos y se me acabó todo…, allá los derechos humanos no existen”, añadió este hombre, quien tiene suficiente experiencia laboral en sistemas de electricidad, refrigeración, jardinería y compostura de techos.
Roberto señala que, en una buena semana de trabajo llega a ganar hasta $500 y cada quince días le envía unos $300 a su esposa Andrea Centeno, para la manutención de sus hijos Abraham, Esther, Kevin, Josefina e Ian.
Y, a pesar de la soledad y la melancolía que le invade, Roberto está agradecido con sus compañeros jornaleros.
“Ellos me han dado la oportunidad de hablar y mi testimonio de vida les toca el corazón”, expresó. “Yo les digo que busquen en Dios la oportunidad de salir adelante, porque él nunca nos abandona… Hoy estamos aquí, y el mañana será mejor”.
Rodrigo Solís, un mexicano nacido en Cuernavaca, Morelos, bromeó al decir que llegó hace 28 años a Estados Unidos en busca de petrodólares. Hoy tiene 51 años. Está casado, tiene dos hijos y vive en Glendale.
“En México era diseñador de arreglos florales y aquí le he entrado a todo, pero principalmente la construcción. Me iba más o menos, y ahora me dedico más a trabajar en las mudanzas, paisajismo, chofer y trabajo general de limpieza en casas”.
Por fortuna, Rodrigo cuenta con el apoyo de su esposa Marcela, con quien pasará la Navidad, al lado de sus cuñadas.
“Vamos a cenar un pozole al estilo Guadalajara, un ponche y quizás preparemos unos tamales, y a eso de las 10 de la noche vamos a abrir los regalos”, informó. “Yo soy feliz. Nada me falta y me siento bendecido por Dios porque tengo mi familia y compañeros jornaleros que me apoyan”.
De antemano, Rodrigo, quien narró que alguna vez en la vida estuvo solo en Estados Unidos, invitó a su amigo Roberto para que se una a su familia y pase la Navidad con ellos.
“¡Bienvenido a mi casa!”, le dijo.
“No están solos”
Si bien la temporada navideña puede alegrar a muchos y significar momentos de tristeza, desconsuelo, estrés, desolación y hasta pensamientos suicidas para otros, expertos dicen que nadie debe sentirse que está solo y sin esperanzas, y que los sentimientos de melancolía se pueden vencer con fe y fuerza unidas.
“Fe y fuerza se necesitan juntas; una depende de la otra”, afirma el doctor Eduardo López Navarro, director ejecutivo Entre Amigos Human Services, una agencia que brinda consejería para ayudar a levantar la autoestima y más.
“Si tienes la fe, esa es la esperanza de que aquello que buscas va a llegar si caminas hacia una meta…, la fe es el auto que manejas y la fuerza es la gasolina”, ejemplifica el doctor.
“El auto te lleva a donde quieras ir con la fuerza de la gasolina, y esa fuerza es la determinación que sostiene los sacrificios que la persona hace cada día: viniste a Estados Unidos a trabajar y tu determinación sostiene los sacrificios que haces cada día: trabajaste para comer, enviar dinero a tu familia y todos los acontecimientos que presenta la vida te llevan a valorar el esfuerzo realizado”.
Con los cambios del clima invernal, menos luz solar durante el día, días más cortos y más responsabilidades, el hecho de que se junten esas vicisitudes emocionalmente llevan al caos que contribuye a la tristeza navideña.
Según un estudio de 2014 realizado por la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales, el 24% de las personas diagnosticadas con una enfermedad mental encuentran que las vacaciones empeoran “mucho” su condición.
“Lo que pasa es que, cuando el cerebro y la mente comienzan a buscar las cosas que no están, a las personas que murieron o están lejos, o si pasamos dificultades porque no pudimos enviar dinero a nuestras familias, como seres humanos tendemos a ser negativos”, declaró el experto López Navarro a La Opinión.
“Y esos símbolos de tristeza y remembranzas de la familia empeoran de cierta forma, ya que estamos buscando lo triste para recordar a los que no están con nosotros”.
Vencer ese tipo de pensamientos, -dijo- es rehusarse a estar en un lugar de tristeza y apartarse de ellos.
“Debes ir primero a lo positivo: mi esposa y mis hijos están saludables por el esfuerzo que hago por ellos; en la escuela van bien porque están con su mamá y yo tengo contacto con ellos por Zoom, Skype o cualquier otra forma en que puedo verlos de cualquier forma”.
“El contacto no es algo físico, pero tengo que reflexionar que vine a este país a trabajar, a prepararme para sacarlos adelante y quizás regresar después para darles una mejor vida, y saber que ellos están bien gracias a mis esfuerzos y sacrificios”.
El doctor Ilan Shapiro, director médico de Altamed, dijo a La Opinión que no hay una fórmula que pueda evitar todos los sentimientos de desolación que pueden ocurrir durante las fiestas decembrinas.
“Para todos estos tiempos han sido difíciles, y hay gente que, por cuestiones de la vida ya no están con nosotros y tenemos que ver como repararnos y ayudarnos a nosotros mismos”, destacó. “Si nos encontramos en lugares oscuros con sentimientos de vacío, depresión y ansiedad, estos se pueden amplificar”.
Por eso, -añadió- es importante comenzar con cosas básicas como tener una alimentación balanceada, hacer ejercicio físico al menos una media hora, descansar y tratar de manejar la parte del sueño.
“Otras cosas que han funcionado es la meditación para reducir los niveles de ansiedad que tenemos durante estas fiestas y, además, buscar con quien hablar”, afirmó. “No están solos”.