¿Los Chapitos escalaron la extrema violencia de su padre?

Anne Milgram, administradora de la DEA, afirmó que “Los Chapitos” eran los “herederos” no solo de esa red global de narcotráfico sino de una violencia que escalaron para hacerla más despiadada

Una mujer camina junto a un cartel que ofrece recompensas de hasta cinco millones de dolares, por informacion que conduzca a la detención de miembros del Cártel de Sinaloa. / Foto: AFP/Getty Images

Una mujer camina junto a un cartel que ofrece recompensas de hasta cinco millones de dolares, por informacion que conduzca a la detención de miembros del Cártel de Sinaloa. / Foto: AFP/Getty Images Crédito: ALEJANDRO ACOSTA | AFP / Getty Images

MEXICO.-  Ivan Archivaldo y Jesús Alfreso Guzmán Salazar recibieron a los 25 y 23 años respectivamente algunas enseñanzas por parte de su padre sobre el trabajo más sucio que implica dirigir el millonario negocio  del Cartel de Sinaloa: la tortura.

Era 2008 y Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder de la organización criminal, se encontraba reunido con sus hijos en un rancho cerca de Culiacán “para poner en su lugar” a Israel Rincón “El Gaucho”, quien supuestamente  había contratado sicarios para que lo asesinaran en venganza por haber traicionado a los hermanos Beltán Leyva.

El Chapo sometió a su víctima a toques eléctricos en las orejas, le desprendió varios dientes y le dio tal cantidad de golpes que el agredido no pudo más y se desmayó. Impotente porque la inconsciencia impedía a “El Gaucho” sentir dolor físico, Guzmán Loera contrató a un médico para despertarlo y así someterlo a más dolor.

La narración de los hechos la realizó un testigo durante el juicio al Chapo en la Corte del Distrito Este de Nueva York y fue parte de testimonios que describieron el grado de violencia del capo sobre quien se dijo también que enterraba vivos a sus rivales, ordenaba quemarlos con cigarros y con planchas y les rompía huesos con troncos de árboles.  

Meses después, Anne Milgram, administradora de la DEA, afirmó que “Los Chapitos” eran los “herederos” no solo de esa red global de narcotráfico sino de una violencia que escalaron para hacerla más despiadada, violenta y mortal.

Como ejemplo citó el caso de una mujer a quien “Los Chapitos” habían usado para probar “la potencia” del fentanilo que lanzarían al mercado. Según su investigación, la chica había muerto de sobredosis pero los criminales estaban muy orgullosos de ello porque así no “gastaron” balas para matarla y, al mismo tiempo, verificaron la intensidad del opioide artificial.

De acuerdo con la línea de tiempo de la DEA, fue Ovidio Guzmán quien en 2014  fundó el primer laboratorio para procesar fentanilo en Culiacán. Dos años después montaron otro en Durango y radicalizaron sus acciones para dominar la cadena de suministro de fentanilo con matanzas y torturas extremas.

“En México usaban a sus enemigos aún vivos para alimentar a tigres, los electrocutaban, los sumergían en agua para ahogarlos y les disparaban a corta distancia con una metralleta calibre 50″, detalló Milgrim.

LARGA HISTORIA

Durante los largos años de historia del Cártel de Sinaloa, la prensa local ha documentado episodios sanguinarios. Sin embargo, tras el ascenso de “Los Chapitos” para sustituir a su padre, el analista de seguridad y ex director de Operaciones de la DEA, Mike Vigil, advirtió que esta generación llevaría al extremo las acciones.

“Una vez que ellos tengan el control total vamos a ver a México pasar de la época de los cárteles violentos a la de los cárteles ultraviolentos, porque van a querer tomar el control del tráfico a como dé lugar y eso va a hacer más violenta la guerra contra Jalisco (Cártel Jalisco Nueva Generación) que, de por sí, es ultraviolento”, consideró Vigil.

El episodio conocido como “El Culiacanazo” en 2019 fue un ejemplo del grado de violencia que pueden ejercer ahora contra la población civil.

Según el testimonio de uno de los sicarios que participaron para evitar la captura de Ovidio Guzmán en ese tiempo, la instrucción era generar “terror”, incendiar la ciudad, usar lanzagranadas o lo que fuera para evitarlo, tal y como ocurrió porque el gobierno de Andrés Manuel López Obrador decidió soltar al capo, aunque ya lo había capturado  “para evitar muertes”.

En otros casos documentados por medios de comunicación locales, señalan que en tiempos de “Los Chapitos” y su guerra frente al Cartel Jalisco Nueva Generación primero se violenta  y luego se averigua.

Joselo V. conducía junto a un amigo por una carretera cuando fue interceptado de madrugada por un retén de seis hombres armados y ropa de camuflaje militar. A ambos los llevaron a un lado del camino y golpearon en la cabeza, el estómago, las costillas. A uno le  abrieron la cabeza con la culata de una pistola. A otro, lo asfixiaron con una bolsa de plástico.

“Mientras nos golpeaban, el resto del comando revisaba el coche en busca de evidencias armas y drogas y nos quitaron tarjetas, intervinieron nuestras  cuentas bancarias y las vaciaron. Hay una persona que sabe hacerlo muy bien y muy rápido”. Un segundo grupo llegó y siguió con la paliza hasta que quedaron inconscientes y los abandonaron el camino como si estuvieran muertos.

Según documentos judiciales del Departamento de Justicia de EEUU, actualmente “Los Chapitos” cuentan con al menos cinco mil hombres armados al mando, entre los que se encuentran “Los Ninis”, sus guardias personales con entrenamiento militar y tácticas de combate, incluyendo la guerra urbana, el manejo de armas, habilidades especiales y francotiradores.

De forma extraoficial se ha dado a conocer que “Los Ninis” fueron los encargados de desatar la violencia y el terror en Culicán y de crear un centro de torturas en Navolato, Sinaloa, donde usualmente interrogaban a sus víctimas y posteriormente se deshacían de sus cuerpos con ayuda de su jefe de Seguridad Nestor Isidro Pérez, “El Nini mayor”.

EL OTRO LADO

Excepto Ovidio Guzmán, el resto de los hijos del Chapo Iván Archivaldo y José Alfredo Guzmán Salazar,  a quienes se conoce como Los Chapitos, están prófugos y EEUU escaló las recompensas por ellos hasta 10 millones de dólares.

Para Tomás Guevara Niebla, especialista en sicología de la violencia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, los reportes del incremento de la violencia en la organización por parte de la DEA es un falaz.

“Todos los cárteles han sido violentos cuelgan a gente de los puentes, descabezan y quitan manos y dedos para amenazar a sus competidores”, detalla. “Que ahora vengan a decir que el Cártel de Sinaloa es más violento me parece que tiene que ver más con los debates en su proceso electoral que un cambio en la organización criminal”.

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