Paradojas californianas en la generación de energía
Desarrollar más plantas eléctricas de gas natural para responder al calentamiento climático causado por ellas no tiene sentido común
Entre el 31 de agosto y el 9 de septiembre de 2022 los residentes de California sufrieron una de las olas de calor más extremas y prolongadas en la historia del estado. En consecuencia, la demanda de electricidad llegó a un récord de 52.061 megavatios, comparado con entre 42.000 y 50,000 megavatios en los que fluctúa durante los meses de verano.
El estado estuvo peligrosamente cerca de un déficit de energía que demandaría recortes escalonados de suministro, cosa que finalmente no sucedió.
Ante el temor por la confiabilidad de la red eléctrica, el gobernador Gavin Newsom suspendió controles de medio ambiente, específicamente restricciones de contaminación del aire para plantas de gas y de diésel (llamadas BUG) para permitir más generación de electricidad.
En la emergencia, dio luz verde para más contaminación en las comunidades pobres y de color, especialmente del sur de California.
El mensaje de la respuesta del gobierno estatal fue para mantener las luces de California encendidas y los acondicionadores de aire funcionando, las plantas de gas, que según un estudio de 2018 de la Union of Concerned Scientists son casi 200, deben seguir operando
Una coalición de grupos ambientalistas interesados en reemplazar las plantas de gas por generadores de energía limpia, decidió estudiar el evento crítico para desbaratar ese mensaje.
El grupo está dirigido por la iniciativa ambientalista Regenerate California, (creada por CEJA y el Sierra Club) junto con la Alianza de justicia ambiental de California (CEJA); el Sierra Club, la Alianza de la costa de California Unida por una Economía Sostenible (CAUSE); Comunidades por un Medio Ambiente Mejor (CBE) y el Centro de Acción Comunitaria y Justicia Ambiental (CCAEJ).
El estudio llevado a cabo por Grid Strategic, que incluyó 107 plantas de gas en California, comparó el rendimiento de las plantas de gas en el período de emergencia con las emisiones generadas y reveló que estas habían subido, especialmente en las comunidades pobres y de color, en un 60%.
Los resultados del informe pusieron de manifiesto, como dice el texto del mismo, que “dependemos todavía de una infraestructura de combustibles fósiles costosa y contaminante que exacerba el cambio climático y contamina de manera desproporcionada a las comunidades de bajos ingresos y de color”
En junio pasado, Newsom rubricó el Proyecto de Ley AB 205, que facilita el desarrollo de fuentes de energía no fósiles. Pero también establece, en nombre de garantizar suministros de energía adecuados, una Reserva de Confiabilidad Estratégica, que permite y financia fuentes de energía de todo tipo que no requieren la certificación de CEQA, la Ley de Calidad Ambiental de California.
Los autores del estudio se oponen a esta parte de la ley porque genera una especie de puerta trasera mediante la cual se “duplican las inversiones en los mismos recursos de combustibles fósiles que incluyen plantas de gas y generación de respaldo diésel”.
En consecuencia en lugar de acelerarse su cierre, se inicia la construcción de proyectos que según el estudio usan gas para generar electricidad en las ciudades de
en Lodi, Modesto y Turlock que están exentos del proceso normal de revisión regulatoria
Se trata del sitio de instalación de tratamiento de aguas superficiales en Lodi, el sitio de la Subestación Claribel del Distrito de riego de Modesto y el de la Subestación Marshall en el Distrito de riego de Turlock.
Durante la ola de calor, afirma el estudio, muchas de las plantas de gas no lograron funcionar a la capacidad que esperaban sus defensores.
Y en cuanto a las emisiones tóxicas, según el Analizador de Monitoreo Continuo de Emisiones (CEMS) de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), las plantas de gas de California estudiadas emitieron en aquel período el equivalente a la contaminación producida por 43,000 vehículos en un año.
Los picos de contaminación se concentraron en regiones altamente pobladas, y específicamente en comunidades de justicia ambiental “desfavorecidas”, de bajos ingresos, allí donde viven más latinos o afroamericanos.
Estas comunidades de por sí enfrentan problemas en la calidad del aire que repercuten gravemente en su salud, por lo que el estudio considera lo hecho como “una solución injusta e inapropiada para cumplir con la confiabilidad de la red”.
¿Qué hacer ahora? En vez de seguir invirtiendo en más plantas contaminantes, el documento propone acelerar la transición hacia la energía limpia para que en 2030 sea capaz de satisfacer la demanda máxima. Para ello, propone que las futuras inversiones en plantas de gas se destinen a recursos de energía limpia. También sugiere pagar a los residentes por reducir su demanda de electricidad durante períodos clave e invertir en fuentes de energía solar, pilas de almacenamiento de energía, energía geotérmica y eólica.
En conclusión, el aumento en el uso de energía contaminante a causa del calentamiento climático causado por ese mismo uso no tiene sentido común. Sí lo tiene acelerar su retiro como fuente de contaminación y reemplazarlo por alternativas sanas.