Torreón, la ciudad mexicana que fue capaz de desterrar al narco de la región, ¿cómo lo hizo?
La presencia de Los Zetas y el Cártel de Sinaloa convirtieron a Torreón en una de las ciudades más mortíferas de México, hasta que pusieron manos a la obra para desterrar al narco de una vez por todas
El crimen organizado opera en casi todo el territorio de México, desde la frontera norte hasta la frontera sur, solo pocos lugares se salvan de que la delincuencia quede enraizada en ellos, pero hay uno en el que este cáncer llegó y, gracias a los esfuerzos de las autoridades locales, se pudo desterrar al narco del lugar. Se trata de Torreón, Coahuila, una ciudad que logró quitarse los tentáculos de los cárteles de encima.
Y no es que nunca los haya tenido, al contrario, varios grupos criminales se asentaron en la ciudad norteña del país, convirtiéndola en una zona sumamente mortífera, donde las luchas encarnizadas por el control del territorio eran la constante. Los sangrientos Zetas estuvieron en ella para pelearle la plaza al Cártel de Sinaloa, aquella región vio tanta sangre derramarse, que parecía que se quedaría sin pobladores.
Pasar de una carnicería a casi erradicar por completo al narco es algo sumamente difícil y sorprendente, por ello el diario Milenio realizó un reportaje especial sobre la manera en que Torreón se quitó de encima uno de los más grandes males que ha afectado a México por años. Muchas de las cosas las narró un exsicario, partícipe de la barbarie que se cometió en la ciudad.
Torreón es clave para el país. Conecta al Pacífico con Estados Unidos, une a Mazatlán con Reynosa y a Ciudad Juárez con Tapachula. Está a mitad de camino del puerto de Manzanillo y el de Altamira. Un nudo estratégico, según apunta Milenio. Por ello los cárteles lo han deseado y, para controlarlo, cada uno realizó matanzas terribles.
Una lucha finalizada
Hablar de Los Zetas es hablar de cruentas masacres, torturas a los adversarios, descuartizamientos, fosas clandestinas, así lo narró Eme a Milenio, quien dijo que en ese tiempo era normal matar “chavitos” -de alrededor de 14 y 15 años-, incluso mostró las casas donde llevaban a cabo lo antes descrito.
Aunque se logró erradicar al narco su recuerdo sigue presente en los edificios con orificios de bala, en los monumentos a los desaparecidos, en las familias que aún lloran a sus muertos.
Pero la violencia llegó a tales niveles que alcanzó a los “intocables”, como empresarios y políticos, fue entonces cuando un pacto no dicho comenzó, el gobierno del lugar puso manos a la obra y llevó a cabo varias acciones que hicieron posible el milagro de erradicar al narco.
Comenzó creando un mando especial, mejorando los salarios de los policías, colocando cámaras de videovigilancia y usando la tecnología a su favor. Debido a los nexos del narco con varios negocios, se prohibieron las máquinas tragamonedas -un negocio de Los Zetas-, los casinos -de donde el Cártel de Sinaloa sacaba dinero-, las peleas de gallos, las carreras de caballos y se cerraron los table dance y deshuesaderos, negocios usados para lavar dinero.
Luego, se puso en regla a las gasolineras para evitar la venta de combustible robado, se reguló el consumo de alcohol e inició un programa de cero tolerancia vehícular: nadie podía circular sin placas ni con ventanas polarizadas.
Fue así como, poco a poco, las familias volvieron a salir a las calles como la emblemática Avenida Morelos, en donde los hechos sangrientos fueron reemplazados por ciclistas, corredores, músicos, pintores y bailarines. Pronto, los temerosos tomaron la calle y los temibles fueron desplazados. El miedo empezó a cambiar de bando.
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