Conserjes en Los Ángeles marchan y denuncian explotación laboral
Un informe indica que miles trabajan con dolores crónicos y toman analgésicos para poder realizar sus labores diarias; ya viene su lucha por un nuevo contrato colectivo de trabajo
Condiciones laborales de explotación, cargas de trabajo agotadoras y acoso son parte de las denuncias realizadas por centenares de conserjes del sector inmobiliario de California que salieron ayer una vez más a las calles de Los Ángeles para protestar por los bajos salarios que devengan.
“Somos humanos, no mano de obra barata”, gritaron los trabajadores, quienes, de acuerdo con un reciente estudio del Departamento de Relaciones Industriales de California el 58% de los conserjes (17,400 de un total de 30,000) enfrentan dolores crónicos severos debido al exceso de trabajo.
Además, el 56% de la fuerza laboral de limpieza en los edificios y rascacielos (16,800 trabajadores) desde Sacramento hasta Los Ángeles, el condado de Orange y San Diego regularmente están tomando analgésicos para lidiar con el estrés que su trabajo les impone a diario a sus cuerpos.
El impacto del trabajo precario y estrés psicosocial en la salud física y mental de los conserjes les ha causado daños y lesiones en el cuello, hombros, codos, manos, muñeca, espalda, cadera, rodillas o tobillos.
Más de mil conserjes como Lulú Vargas, junto con funcionarios electos locales, marcharon por las calles céntricas calles de Los Ángeles para denunciar las condiciones de trabajo en la limpieza de los edificios más lujosos de la ciudad.
“Hay personas a quienes les toca limpiar cuatro o cinco pisos y no se puede con la sobrecarga de trabajo”, dijo Vargas, quien tiene 25 años trabajando en el hotel One Wilshire.
En enero de 2024, los representantes del Sindicato Internacional de Trabajadores de Servicios (SEIU-USWW) comenzarán las rondas de negociaciones para obtener un nuevo contrato con las grandes empresas del sector inmobiliario: American Building and Maintenance Company (ABM). Allied Universal y Flagship. Su contrato actual vence el 30 de abril próximo. Ninguna compañía estuvo disponible para comentarios.
California es el hogar de la industria de bienes raíces comerciales más grande del país y alberga 52 sedes de empresas Fortune 500, incluidas Meta, Alphabet y Apple.
En 2022, el sector de oficinas de California generó casi $37 mil millones del Producto Interno Bruto (PIB) del estado.
Sin embargo, , corporaciones de inversión en bienes raíces valoradas en miles de millones de dólares como Blackstone e Irvine Company todavía usan la pandemia como excusa para recortar las horas de los trabajadores y despedir a los conserjes, mientras aumentan las ya imposibles carga de trabajo para los que se quedan.
Fuerza laboral explotada
Christian Ramírez, director político del SEIU-USWW dijo a La Opinión que, además de mejores condiciones laborales, los trabajadores de limpieza requieren salarios dignos de $25.00, similar al pago que recibirán los empleados de la industria de comida rápida.
“Por ahora, los dueños de edificios argumentan como excusa que los edificios están vacíos y muchas personas están trabajando desde la casa”, dijo. “El problema es que ahora ha habido reducción de personal y se ha incrementado la sobrecarga de trabajo”.
Aseguró que, en el condado de Orange, -en las instalaciones de Irvine Company- los empleados de limpieza tienen que asear 100,000 pies cuadrados, que representan aproximadamente 45 casas.
Para la región de Los Ángeles, -dijo- la sobrecarga de trabajo ha aumentado entre el 40% al 60%.
“Esperamos que se dé el contrato colectivo de trabajo, y si no, iremos al Estado para que se legisle, y más ahora, porque el 60% de las mujeres conserjes están en edad de retirarse”, indicó. “Los 30,000 trabajadores son una fuerza laboral noble, pero están siendo explotados”.
Un daño contra uno es un daño contra todos
Antes de comenzar la marcha desde la intersección de las calles Hope y 4th., Alejandra Valles, tesorera del sindicato dio a conocer que los ricos de la industria inmobiliaria tuvieron ganancias de miles de millones de dólares, y el director ejecutivo de una de las empresas de limpieza tuvo ingresos de $8.3 millones en 2022.
“Esto significa que el dueño de esa industria gana 238 veces más que un trabajador de limpieza”, precisó Valles. “Las compañías dicen que no hay dinero, pero nos quieren exprimir hasta los huesos, incrementando cargas de trabajo, a mujeres y hombres migrantes”
Gritando que, “un daño contra uno es un daño contra todos”, y apuntando con sus manos hacia los edificios donde trabajan, dijeron “¡Basta!” a la explotación y Alejandra Valles declaró que “el Partido Republicano y otros blancos supremacistas quieren dar marcha atrás a las leyes sobre trabajo infantil, detener y deportar a nuestras familias”.
En efecto, al menos 11 estados con legisladores republicanos, como Iowa, Minnesota, Arkansas o Tennessee han tratado de flexibilizar las leyes sobre el trabajo infantil para ayudar a los empleadores -desde fábricas hasta restaurantes- y tiendas minoristas- a cubrir puestos vacantes.
“Que nos paguen lo justo, o nos vamos a la huelga”, dijo Eva Paredes, de 55 años, quien ha trabajado por nueve años en el edificio de Paramount Pictures. “la comida y la gasolina están tan caras que, con los $19.00 que gano, no me alcanza para nada”.
El concejal de Los Ángeles, Hugo Soto Martínez reveló durante la manifestación que su padre le dio un ataque cerebrovascular durante la pandemia y su madre, quien todavía sigue limpiando oficinas, nunca dejó de acudir a su trabajo, a pesar del miedo de enfermarse.
“Cuando pienso en su sacrificio, eso es lo que me motiva a seguir luchando”, dijo Soto Martínez a los entusiastas inmigrantes. “Ellos [los propietarios de los rascacielos] estuvieron muy tranquilos en sus casas durante la pandemia, pero, si no nos dan por la buena lo que necesitamos, nos lo tendrán que dar a la mala”.
Por su parte el comisionado estatal de seguros, Ricardo Lara, declaró a La Opinión que, en la democracia y en la lucha por la justicia siempre se tiene que luchar para exigir respeto por los derechos de inmigrantes y las personas más vulnerables de la sociedad.
“Podremos seguir marchando en las calles, pero si no se hacen los cambios en las políticas internas de las ciudades y en el estado las cosas no van a cambiar”, dijo. “Cuando nuestros padres ya no puedan salir a marchar, serían los hijos quienes tengan que salir a pelear por ellos”.