La fiesta de XV Años de la hija de un capo y los lujos que se pagan con sangre en México

MÉXICO- Las extravagancias de los narcos para mostrar su poder con propios y extraños sale a menudo de sus propias casas con fiestas por todo lo alto como la que se viralizó en tiempos recientes sobre los XV años de la hija de Heraclio Gerardo Martínez, alias “El Tío Lako”, presunto líder regional del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Michoacán.

La joven “Nicole” disfrutó de una fiesta al estilo de la Tierra Caliente, con parrandas que se extienden por varios días y con los grupos regionales más caros del momento, de Julión Alvarez a Alfredo Olivas; los Sebastianes y los Alegres del Barranco, una agrupación que tiene un narcocorrido sobre titulado justamente El Tío Lako.

En el cielo de Tinaja de Vargas circularon decenas de drones para montar un espectáculo. Los artefactos formaron figuras y mensajes de felicitaciones mientras los poco más de 800 pobladores de la pequeña comunidad del municipio de Tanhuato se preguntaban hasta qué punto la muchacha sabía de dónde procedía el dinero.

¿Hasta qué punto la niña sabía que parte del regocijo  -que incluyó un Mercedes Benz de cuatro millones de pesos (unos 250,000 dólares), según los medios locales-, se pagó con dolor e infelicidad de otros, según el gobierno federal?

Gente a la que el Tío Lako robó ganado, extorsiónó, secuestro, despojó de tierras o asesinó; de sus actividades en el narcotráfico y hasta el robo de combustible.

Las autoridades mexicanas seguían los pasos al Tío Lako desde el 2015, divulgando la ficha criminal por aquí y por allá, cuando la organización “Los Guerrero”, a la que pertenecía el padre, se volvió una especie de franquicia del CJNG que comenzó a expandirse con aliados locales dedicados diversos delitos.

A Los Guerrero se les adjudica el asesinato de Enrique Hernández, un político local de Morena y líder de un grupo de autodefensas. También se les acusa de emboscar a miembros de la gendarmería en Ocotlán y de derribar con un lanzacohetes un helicóptero Black Hawk de la Fuerza Aérea Mexicana, entre otros zafarranchos.

Pero aquella tarde de septiembre pasado en que se llevó a cabo la fiesta de quinceaños, la impunidad reinó al exterior del recinto donde había un grupo de sujetos armados custodiando el evento. Algunos iban vestidos de civiles y otros tantos tenían ropa tipo militar acompañada de chalecos con las siglas CJNG.

Fue hasta dos meses después, ya en noviembre, que las autoridades de Michoacán realizaron un operativo que tenía como objetivo detener al “Tío LaKo”. Hubo enfrentamientos y cateos en Tinaja de Vargas y aunque el acusado huyó, quedó la historia de los quince años y el decomiso poco original cuando se trata de narcotraficantes: un cachorro de león, una pantera y un tigre.

“Las adquisiciones de dinero fácil, se ve reflejado en el despilfarro de dichos personajes para obtener terrenos, mansiones, residencias, autos, fiestas…”, observó Marlén Canales, especialista en el tema por el Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas.

La analista recordó que para los narcotraficantes el poseer tales lujos representa “sus logros más preciados” y su necesidad de reconocimiento, “es gente con un perfil muy espcífico: necesitan alimentar su ego”. 

De las fiestas a las propiedades

A lo largo de la historia criminal reciente en México, la captura de alguno de los capos conlleva la exhibición de sus excesos. El caso del Tío Lako es el ejemplo más actual, pero le preceden famosos casos.

Entre ellos, el hijo de la barbarie y la ostentación en igualdad de proporciones: Edgar Valdez Villarreal, “La Barbie” quien a punta de cercenar vivos a sus rivales traficantes de droga, entre otras prácticas de tortura, logró hacerse de diversas propiedades, entre ellas, el afamado rancho “Los Tres García”, de 21,302 metros cuadrados que quedó en el abandono desde la detención del capo y en la que planeó ahora se planea una universidad en el municipio de Naucalpan.

Y, ¿por qué no extender el hambre de suntuosidad más allá de sus pueblos, sus estados, el país? Para esta práctica, el ejemplo más conocido es el del principal lavador de dinero del CJNG, Hassein Eduardo Figueroa. 

De acuerdo con la Oficina de Control de Bienes Extranjeros de Estados Unidos, compró un penthouse en Dubai. No en cualquier zona de la capital de Emiratos Arabes, sino en una de las más exclusivas de la ciudad, donde cada departamento mide alrededor 1600 metros cuadrados y precios de al menos dos millones de dólares. Los portales especializados en bienes raíces del lugar detallan que cuentan con cinco habitaciones, seis baños, un cuarto de servicio y vista al mar. 

De vuelta en territorio mexicano, destacó este año el caso de José Alfredo Hurtado, El Fresa, líder de regional de La Familia Michoacana, quien construyó en una de las regiones más humildes del país, pobre entre pobres, algunas mansiones de descanso con camas de oro en seis habitaciones, alberca, cuartos de juego, cantinas, jardines, canchas de tenis, piscina con chapoteadero, juegos infantiles y autos de colección.

Todo acumulado con sus actividades ilícitas e incluso asesinatos; según acusaciones del ministerio público, el del presidente municipal Conrado Mendoza Almeda y su padre para lograr así retener el control de la plaza del municipio de San Miguel Totolapan para la extorsión y control de productos como cigarros, refrescos, cerveza, y hasta materiales de construcción.

El Estado mexicano cuenta con la Ley Nacional de Extinción de Dominio cuyo ejercicio de la misma le corresponde al Ministerio Público de la Federación pero las autoridades locales también pueden hacerlo “con auxilio de éste” cuando se trata de decomisar bienes patrimoniales cuya procedencia no pueda acreditarse.

“En particular de aquellos bienes que resulten o sean instrumento, objeto o producto de hechos ilícitos”, explica Antonio Reyes, abogado gubernamental. En el caso de las fiestas, “no hay mucho que hacer”, dice. “Lo bailado nadie se los quita y hasta son tema para imitar”.

Este año una regidora de San Luis Potosí y un futbolista del Cruz Azul, Irma Cuevas y Julio César “Cata” Domínguez, tuvieron que pedir disculpas “publicas” por organizar fiestas infantiles para sus hijos con conceptos “buchones” o relacionados al narcotráfico, con vestimenta, armas de gotcha y hasta vísceras con alusiones “a la chapiza”, en referencia al Cártel de Sinaloa en el caso del deportista.

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