Alabama ejecutó a un reo acusado de asesinar a una pareja de ancianos para robarles 140 dólares
Jamie Ray Mills recibió la inyección letal en una prisión de Alabama, luego del crimen cometido hace 20 años en contra de una pareja de ancianos para robarles dinero y medicamentos controlados
Tras 2 décadas esperando su destino, Jamie Ray Mills realizó su última caminata por el corredor de la muerte en el Centro Correccional William C. Holman en el suroeste de Alabama. Llegó hasta el sitio donde le aplicarían una inyección letal, debido a su condena a muerte por el asesinato cometido en 2004, en contra de una pareja de ancianos para robarles 140 dólares y medicamentos controlados.
Fue hace 20 años cuando cometió un horrendo e irracional crimen junto a su esposa, JoAnn Mills. El hombre defendió su inocencia durante años, pero un jurado lo condenó por asesinato capital y votó 11 a 1 a favor de la pena de muerte, que impuso un juez, según informa The Associated Press (AP).
En 2007 un jurado de Alabama condenó a Mills por los asesinatos de Floyd Hill, de 87 años, y Vera Hill, de 72, una pareja de ancianos que vivía en Guin, cerca de la frontera con Mississippi, informó CBS.
Dos personas más fueron declaradas culpables en el caso: JoAnn Mills, la esposa de Jamie; y Benjie Howe, descrito como un traficante de drogas local.
Esta es la segunda ejecución que se realiza en Alabama en este 2024, la primera se llevó a cabo en el mes de enero, en ella se usó el método de gas letal. En el estado la inyección letal es el método de ejecución, a menos que el condenado elija nitrógeno o la silla eléctrica.
La ejecución
Mills, de 50 años, tuvo una última cena consistente en una variedad de pescados y mariscos. Se reunió con sus tres hermanos –dos hombres y una mujer– su cuñada y un consejero espiritual. Ellos, junto a su abogado, estuvieron presentes en la ejecución.
Mientras Mills estaba en la camilla donde recibiría la inyección letal, volteó a ver a las personas que acudieron a presenciar el momento, allí vio a su familia, les levantó el pulgar varias veces mostrando que todo estaba bien. Oró junto a su consejero y dijo que amaba a sus familiares, les pidió continuar, según indica USA Today.
A las 6:07 p.m. del jueves 30 de mayo se aplicó la inyección letal al condenado, siete minutos después un guardia realizó un control de conciencia, lo tocaron y pellizcaron para ver si aún respiraba, pero su respiración era muy superficial.
Varios de los testigos de Mills sollozaron durante la ejecución, su último aliento pareció llegar a las 6:16 p.m., pero no fue declarado muerto hasta las 6:26 p.m.
Los asesinatos
Floyd y Vera Hill eran una pareja feliz, él cuidaba de ella debido a que padecía diabetes, también por esa razón le recetaban medicamentos controlados. Un día de 2004 un hombre los asesinó usando un machete, un martillo y una herramienta para neumáticos.
De acuerdo con las autoridades el crimen obedeció a un robo, pues el sospechoso tenía consigo 140 dólares y medicamentos hurtados de la casa de las víctimas.
En ese momento Mills había dejado su trabajo en una gasolinera, debía pensión para sus hijos y sus padres pasaban por problemas de salud, lo que lo tenía molesto, según indica AP, que agrega que el hombre además había recaído en el consumo de drogas.
Su esposa fue clave en este caso, al momento de testificar contra su cónyuge dijo que aquella noche estaba fumando metanfetamina cuando Mills le dijo que irían con un hombre “por algo de dinero”.
Narró que al llegar a la casa, su esposo comenzó a golpear brutalmente a las víctimas en el cobertizo del patio trasero.
JoAnn Mills también había sido acusada de asesinato capital, pero después de testificar contra su marido, se declaró culpable de un cargo reducido de asesinato y recibió una sentencia de cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional.
Durante el juicio, la defensa de Jamie Ray Mills argumentó que su cliente fue incriminado por un traficante de drogas arrestado la noche de los asesinatos con las pastillas de las víctimas y una gran cantidad de dinero en efectivo.
Los abogados dijeron que las armas homicidas encontradas en un baúl del acusado pudieron ser colocadas ahí por alguien más, ya que tenían un ADN no identificado, pero el testimonio de la esposa acabó con esos argumentos.
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