Papá soltero salta de la deportación a la ciudadanía
Obtiene la residencia gracias a la Amnistía de Reagan, pero un problema con su hijo, lo puso a un paso de perderlo todo
Miguel Labrada vive un sueño que creía imposible, obtener la ciudadanía de Estados Unidos, tras lograr que le eliminaran de su expediente una orden de deportación.
“Una cachetada que le di a mi hijo adolescente en un momento de desesperación, hizo que me dieran una orden de deportación”, dice.
Miguel nació en la Ciudad de México. A los 18 años vino de vacaciones con una visa de turista al sur de California, y cuando vio que aquí tendría más oportunidades de estudio y trabajo, decidió quedarse a vivir con un primo. En 1987, la Amnistía de Reagan le permitió obtener su residencia.
“Empecé lavando carros en San Bernardino y después me fui a Santa Fe Springs donde trabajé en la construcción y como guardia de seguridad al tiempo que estudiaba inglés y computación”.
En 1996, gracias a sus estudios, entró a trabajar a la compañía de seguros AAA como encargado de las máquinas que preparan la correspondencia.
“Estuve casado durante tres años y cuando me divorcié, me convertí en padre soltero de mis tres hijos, dos hombres y una mujer. Mi hijo mayor ya casi tiene 34 años, el otro 32 y mi hija, 24 años. Mi hija tenía dos años, cuando la madre decidió regresar a México y me dejó con ellos”.
Las presiones que vivía como padre soltero lo hicieron cometer el error de darle una cachetada a su hijo de 17 años durante una discusión.
“Un tío mío me acusó y me dieron cargos por abuso infantil y me mandaron a clases de paternidad”.
Fue cuando acudió a su cita para la ciudadanía que le platicó al oficial del incidente, y no solo se la negaron sino que le mandaron una orden de deportación.
“Me entró como pánico, empecé a llorar, vi mis sueños tirados; mis hijos se quedaron preocupados, mi hija se puso a llorar; qué vamos a hacer, me decían mis hijos. No sabía qué hacer”.
Así fue como se puso en contacto con la abogada en migración Denise Cabrera de Santa Ana.
“Les expliqué mi caso, y me dijo que no me preocupara, que me iba a defender. Mi abogada logró quitarme el cargo de abuso infantil en 2019, por mi buen comportamiento y por haber tomado las clases de paternidad que me ordenaron”.
Relata que después fueron con el juez de migración para entregarle el comprobante del juez criminal de que ya no tenía ese cargo para que decidiera si lo expulsaban del país o se quedaba.
“Esa audiencia duró tres horas. El fiscal me quería sacar a como diera lugar. Mi hijo al que le di la cachetada estaba ahí, apoyándome, dando testimonio. Ahora él es un infante de la Marina (US Marine). El juez decidió cerrar mi caso”.
Aún recuerda cuando el juez volteó a ver a su abogada y le dijo, ¡felicidades! ¡buen trabajo!.
Con el papel que le otorgó el juez de migración, este padre se presentó de nuevo a su entrevista de ciudadanía donde ahí mismo lo hicieron ciudadano de Estados Unidos.
“Cuando me dijeron, usted ya es ciudadano, se me salieron las lágrimas. Sentí una gran paz, una gran tranquilidad, armonía y felicidad”.
Ahora dice que sus tres hijos están contentos, y él aún no puede creer que después de tener en sus manos una hoja de deportación, acaricie entre sus dedos, su certificado de naturalización.
“De estar en el hoyo oscuro, hace dos meses, 12 de junio, salí a la luz. Si me hubieran deportado lo hubiera perdido todo, a mis hijos, mi trabajo y todos los beneficios que he acumulado a lo largo de una vida laboral”.
Agradece a Dios y a su abogada.
“Dios me dio una oportunidad, y a mi abogada, le estoy eternamente agradecido por defenderme y creer en mí”.
Celebró su ciudadanía, acompañado de sus hijos y sus cónyuges, así como de sus nietos.
Ya con la ciudadanía estadounidense, Miguel se quiere comer el mundo.
“Una manera de dar gracias a este país, es seguir preparándome y obtener un certificado de computación. Quiero estudiar para darle a este gran país, algo de lo mucho que me está dando”.
Si de algo se arrepiente en su vida es de haber perdido los estribos y de dar una cachetada a su hijo adolescente.
“Me arrepiento por completo. En ese instante perdí la paciencia. No quiero culpar a mi hijo por su actitud, yo era el adulto, y quien tenía que dar un paso atrás. Aprendí de las clases de paternidad que el cerebro de los adolescentes no está al 100% funcionando”.
La abogada Cabrera quien llevó el caso de Miguel dice que el Departamento de Seguridad Nacional quería expulsarlo del país, a menos que demostrara que era elegible para permanecer.
Precisó que Miguel solicitó la ciudadanía en el 2016, se la negaron y lo pusieron en proceso de deportación.
“Después de que su caso fue ganado en los tribunales, solicitó nuevamente la naturalización en diciembre de 2023 y finalmente pudo obtener su ciudadanía”.
Para lograrlo, dijo que anularon su condena penal en un tribunal penal argumentando que Miguel no entendía las consecuencias de aceptar el acuerdo de declaración de culpabilidad y luego le pidieron al juez de inmigración que le concediera la cancelación de la deportación para residentes permanentes (42A) basándose en que ya no tenía esa condena penal en su expediente.
“Fue un proceso largo porque tuvimos que limpiar su expediente con la moción de anulación en el tribunal penal. Estuvo en deportación aproximadamente entre 2018 y 2023”.
¿Qué consejo les da a los residentes legales con antecedentes penales que quieren convertirse en ciudadanos?
“Siempre busquen la ayuda de un abogado que sea especialista en inmigración, y que conozca las consecuencias migratorias de los delitos, para evitar ser colocado en un proceso de deportación. Mi mayor consejo es que no mientan.
“En este caso, cuando Miguel solicitó su primer proceso de ciudadanía, no sabía lo grave que es tener antecedentes penales en el récord. Por suerte nos encontramos y logramos poner las piezas juntas para obtener su ciudadanía”.