Remik González: rap de las calles de Tijuana

Sus seguidores se cuentan por millones y él atribuye este éxito a su capacidad de conectar con su público

Remik González salió de su casa antes de cumplir la mayoría de edad para ayudar a su madre, quien estaba sola a cargo de toda la familia. Foto: Cortesía

Remik González salió de su casa antes de cumplir la mayoría de edad para ayudar a su madre, quien estaba sola a cargo de toda la familia. Foto: Cortesía Crédito: Cortesía

La crudeza de las letras de Remik González no es ningún invento. Las anécdotas en las canciones de este rapero son sólo algunas de las cientos de experiencias que vivió en barrios peligrosos y conflictivos de Tijuana.

“Hay vivencias que me faltó cantar”, dijo Remik en una conversación telefónica reciente. “Todo lo que sé lo aprendí en ese ambiente”.

No ocultar nada —lo que se llama nada— de su vida, es lo que ha hecho de Remik uno de los artistas más populares de su género en México. Sus seguidores se cuentan por millones y él atribuye este éxito a su capacidad de conectar con su público a través de las letras honestas de sus temas.

Sin embargo, a pesar de que el cantante ha estado gravitando en el mundo del rap desde hace más de diez años, no fue sino hasta hace unas semanas cuando estrenó el que podría llamarse su primer disco como solista; antes había estrenado canciones que habían recibido millones de reacciones en las redes sociales y grabado discos con colaboradores, pero nunca había hecho un álbum como el que acaba de dar a conocer.

“Mis Demonios es un concepto que abarca muchas cosas”, dijo sobre el título de este material. “Hablo de mis emociones, de mis sentimientos, de mi estilo de vida.[Son] crónicas de lo que viví; es un disco muy personal, que a pesar del título trae mi lado bueno y malo”.

Remik explica que en esta dicotomía está la forma en la que lucha con las cosas en su cabeza, que es un reflejo de su personalidad y que hizo esta producción porque como tiene varios estilos de voz a la hora de interpretar, esa versatilidad le quedó perfecta para “Mis Demonios”.

La carrera de Remik comenzó en su natal Tijuana, una ciudad tan fascinante como convulsa y contrastante. Como urbe fronteriza, tiene una gran influencia de la cultura estadounidense, y una de esas influencias es el rap. Creció escuchándolo, y la primera vez que se dio cuenta de su talento fue cuando, al terminar las clases en su secundaria, él y sus amigos se ponían a rapear en la calle.

“No lo hacíamos por dinero, pero la gente nos daba cosas, a veces hasta hielitos”, dijo.

Una vez, uno de sus compañeros lo invitó a grabar a su casa. Remik no tenía idea de que una computadora y un programa de software eran suficientes para hacer canciones originales. En una de esas visitas grabó “Pirata sin barco”, tema que se hizo viral luego de que lo subiera a las redes sociales de la época. Lo mismo sucedió con otros de sus temas.

Pero conforme pasó el tiempo, la vida en las calles de Tijuana era cada vez más difícil para Remik, porque así como encontró el rap, también encontró “la vagancia, la ‘malandrez’ y las drogas”. Tuvo que salir de su casa antes de cumplir la mayoría de edad para ayudar a su madre, quien estaba sola y a cargo de varios hijos.

Fue cuando Remik —quien ya tenía varios éxitos a cuestas—, decidió dejar su ciudad y mudarse a Guadalajara. Llevaba consigo solo la ropa puesta y el boleto del autobús en el que viajó. Unos productores que sabían de su trabajo lo habían invitado a trabajar con ellos.

Esa fue la salvación para el rapero. En esa ciudad encontró su tribu y también el éxito comercial. Vivió ahí diez años y desde hace uno reside en Ciudad de México.

Hace poco ofreció un concierto en El Lunario del Auditorio Nacional de Ciudad de México, uno de los escenarios más importantes de esa ciudad, y eso lo llenó de orgullo. Está en espera de su visa de trabajo para poder venir a Estados Unidos.

Ahora dice que vive tranquilo, y que a pesar de lo vivido, se siente orgulloso de sus logros. Sobre todo, se siente privilegiado de saber que pocos pueden cantar lo que él canta porque son experiencias que vivió en carne propia.

“Mis seguidores saben que de ahí vengo”, dijo Remik, de 31 años. “Saben que lo que canto lo viví, y se identifican y me apoyan”.

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