Condenan a hombre de Tennessee que asesinó a su esposa y mintió a sus hijos sobre su muerte

Joseph Glynn fue sentenciado a cadena perpetua por el crimen de su esposa Jackie Glynn, a quien golpeó con un martillo y enterró en el condado de DeKalb

Joseph Glynn

Joseph les dijo a los hijos de su esposa fallecida que ella había tenido una enfermedad terminal y decidió irse de casa. Crédito: Metropolitan Nashville Police Department | Cortesía

Un hombre de Tennessee que mató a su esposa con un martillo y les dijo a sus hijos que ella tenía una enfermedad terminal y que se había ido de casa, se declaró culpable de asesinato en primer grado.

Joseph Glynn, de 70 años, golpeó a su esposa, Jackie Glynn, de 76 años, en la cabeza con un martillo el 1 de enero. Al día siguiente, según la policía, llevó su cuerpo al condado de DeKalb, Tennessee, donde lo enterró.

De acuerdo con el Departamento de Policía de Nashville, Joseph les dijo a los hijos de su esposa fallecida que ella había tenido una enfermedad terminal y decidió irse de casa, aunque su proveedor médico refutó esa afirmación.

Por este crimen, Joseph se declaró culpable de un cargo de asesinato en primer grado y fue sentenciado a cadena perpetua, según informaron medios locales como The Tennessean.

La policía dijo anteriormente que el cuerpo y el automóvil de Jackie fueron encontrados en lugares separados en el condado de DeKalb en los días posteriores a su desaparición.

Tiró la evidencia en contenedor de basura

Cuando Joseph fue entrevistado por la policía, confesó que golpeó a Jackie Glynn con un martillo dentro de su casa en Green Hills. Luego condujo su cuerpo 50 millas hasta su propiedad en el condado de DeKalb y la enterró en un hoyo que había cavado un contratista semanas antes.

El acusado también tiró una bolsa con la ropa de Jackie Glynn, toallas ensangrentadas y trapos de la escena del crimen que se recuperaron en un contenedor de basura.

El hijo de Jackie, Chad Folk, habló en la audiencia. “Me dijeron que mi madre se fue y había estado enferma durante mucho tiempo, y era su voluntad que no la siguieran”. Además, agregó que sus hijas dudaban de que su abuela se hubiera ido sin decírselo a nadie.

“Mi hija mayor, entre lágrimas, dijo: ‘Yaya no haría eso. Nos amaba demasiado. Algo le ha pasado a Yaya. Papá, tienes que encontrarla'”, dijo Folk.

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