Sastre salvadoreño crea gran clientela en Orange County

Pedro Pérez lleva más de 30 años atendiendo a la comunidad del condado de Orange

Pedro Perez, dueño de Pedro’s Alterations, posa para un retrato en su negocio en Santa Ana, Calif.

Pedro Perez, dueño de Pedro’s Alterations, posa para un retrato en su negocio en Santa Ana, Calif. Crédito: FOTOS: ISAAC CEJA | Impremedia


Dos meses después de que el padre de Pedro Pérez le comprara una máquina de coser a sus hermanas, las jóvenes perdieron interés en la costura y la máquina quedó guardada en una caja.

Mientras su padre trabajaba, Pedro, quien entonces era apenas un muchacho de 15 años, sacaba la máquina silenciosamente y con mucho cuidado para no descomponerla y para aprender a usarla.

Después de un tiempo él mismo se enseñó a parchear sus pantalones rotos y desde entonces la pasión por la sastrería ha sido el común denominador en su vida.

“Cuando mi papá se dio cuenta, yo ya podía echar mis costuras”, explica Don Pedro.

Años después de lo que empezó como una travesura, ahora el hombre tiene a su cargo Pedro’s Alterations, un negocio que ya lleva en la ciudad de Santa Ana 17 años, donde hace trabajos en todo tipo de vestimenta como vestidos, pantalones, faldas, sacos, uniformes y más.

Pérez ya no es un jovencito y a sus 71 años y con más de 50 años de experiencia como sastre no tiene planes de frenar el negocio.

Pedro Perez, dueño de Pedro’s Alterations, revisa la ropa de un cliente.

Hace 2 años, consiguió un local más grande para su negocio y recientemente empezó a ofrecer servicios de limpieza en seco después de trabajar en un cuarto pequeño detrás de un salón de belleza.

El sastre confiesa que se siente satisfecho con el éxito de su negocio, pero el viaje que tomó para llegar no fue tan sencillo.

Aunque su padre no le pudo dar una herencia, quiso dejarle algo que le pudiera ayudar en el futuro: un oficio.

Descubren su talento
Cuando el padre de Don Pedro descubrió su interés y talento en la sastrería convenció al sastre de su pueblo en Huizúcar, El Salvador de enseñarle el oficio a su hijo.

Por un año el joven Pedro aprendió el oficio de Catalino Ramírez que le enseñó todo, desde cómo usar un dedal de sastre hasta cómo manejar las máquinas de coser que se usaban en ese tiempo.

“El convenio que había hecho mi papá con él, es que después que yo aprendiera me iba a quedar con él ayudándole para pagarle a él porque mi papá no le pagó con dinero, sino que le iba a pagar con mi trabajo”, recuerda Pedro.

Después de un año más con Ramírez, el sastre le dijo a Pérez que el principiante ya había aprendido y tenía la experiencia suficiente para empezar su propio negocio.

Pedro Pérez lleva décadas atiendo a la comunidad de OC.

Así comenzó el primer negocio de Pedro, llamado “Sastrería el Éxito” donde hacía trabajos desde su casa y estuvo abierto más de 10 años.

El negocio fue nombrado por el padre de Pedro que le dijo a su hijo que tuvo éxito en hacer lo que le apasionaba.

Después de un tiempo, Pedro se mudó a la capital salvadoreña donde trabajaba como guardia de seguridad por las noches y como sastre durante el día.

El sueño americano
En 1990, Pedro tomó la decisión de dejar su país y así fue como llegó a Santa Ana en el sur de California, motivado por ofrecer una mejor calidad de vida para sus hijas. Al llegar al condado de Orange cuenta que le tocó trabajar en más de 4 sastrerías diferentes para salir adelante.

En el 2007, el experimentado sastre se cansó de andar de negocio a negocio y decidió abrir su primer negocio en Estados Unidos.

El primer año de Pedro’s Alterations fue devastador para Don Pedro porque tuvo que sacar de sus ahorros para seguir con el negocio y tuvo que conseguir un segundo trabajo para poder pagar sus cuentas en casa.

“Ese primer año estuve a punto de cerrar y de darme por vencido”, relata.

Pero su cuñando, que tiene su propio negocio en Nueva York le dijo que se esperara un poco más.
Aunque trabajaba desde las 4 de la mañana hasta la medianoche, el salvadoreño hizo lo que pudo para poder mantener su negocio.

En marzo del segundo año con el negocio los clientes empezaron a llegar y llegar y rápido se convirtió en una parte importante de la comunidad en Santa Ana.

Después de mudarse al nuevo local hace 2 años justo al lado del cuarto pequeño donde trabajaba antes, dijo que los clientes también se han duplicado y también tiene empleadas que le ayudan bastante con el trabajo.

Cuando camina por la calle Main muchos clientes le gritan “Don Pedro” y dice que ahora tiene tantos clientes que a veces no se acuerda de ellos, aunque intenta aprender cada nombre.

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