Ford Mustang GTD: la bestia que transforma el automovilismo
El Ford Mustang GTD representa el último avance de la división Performance de Ford, un vehículo que fusiona lo mejor de la competición con un auto de la calle
Ford no solo ha marcado un nuevo hito en su regreso a la competición, sino que también ha revolucionado el mundo automotriz con el lanzamiento del Mustang GTD, un vehículo que es tanto una bestia de pista como un automóvil homologado para las calles.
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Este imponente auto, que toma prestada tecnología de la competencia GT3, es una clara demostración del compromiso de la marca del óvalo con su división Performance y su pasión por ofrecer productos que no solo cumplan con las expectativas de sus clientes, sino que las superen por completo.
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El Mustang GTD no es simplemente una versión más del icónico muscle car; es un auto transformado por completo, con una aerodinámica que refleja su herencia en las carreras y un motor diseñado para ofrecer una potencia y rendimiento excepcionales.
En lugar de seguir la fórmula convencional del Mustang, Ford decidió ir más allá, incorporando elementos de competición que lo elevan a un nivel superior. Su aspecto agresivo, con líneas afiladas y tomas de aire estratégicamente colocadas, lo convierte en un auténtico depredador de la carretera.
Lo que más llama la atención del Mustang GTD es su profundo vínculo con la división IMSA GTD, de donde hereda su nombre. Este modelo está claramente inspirado en el mundo de las carreras, pero a diferencia de sus primos de pista, este Mustang está homologado para circular por las calles, aunque a simple vista pareciera más adecuado para un circuito cerrado.
Tomando como base la nueva generación del Mustang y aplicando la experiencia adquirida con el GT3, Ford Performance ha trabajado incansablemente para crear un vehículo que se siente tan cómodo en la pista como en la carretera.
Diseño y aerodinámica del Mustang GTD
Cada centímetro del Mustang GTD está diseñado pensando en la eficiencia aerodinámica. El paragolpes delantero ha sido rediseñado con una toma de aire central significativamente más grande, complementado por splitters que optimizan el flujo de aire.
Este enfoque en la aerodinámica no solo mejora la estabilidad del vehículo, sino que también permite un mejor enfriamiento de sus componentes. Las enormes entradas de aire en el capó y los pasarruedas son una clara muestra de cómo el diseño funcional puede ir de la mano con la estética.
Además, el uso extensivo de fibra de carbono en el techo, los paneles laterales y el impresionante alerón trasero aligera el peso del auto, mejorando tanto su desempeño como su aspecto visual.
Un detalle curioso es la incorporación de rejillas de ventilación sobre la tapa del baúl, lo que podría hacer pensar a algunos que este Mustang es un auto de motor central-trasero. Sin embargo, el GTD mantiene el motor en la parte delantera.
Lo que se ubica en la parte posterior es la transmisión transaxle y un sistema de suspensión semiactiva, un componente clave que le permite a este auto ofrecer un rendimiento excepcional en todo tipo de curvas.
Rendimiento y potencia
Debajo del capó, el Mustang GTD alberga un poderoso motor V8 de 5.2 litros, sobrealimentado con un compresor de aire y dotado de un sistema de cárter seco, lo que asegura que el motor se mantenga lubricado incluso en las curvas más exigentes.
Este propulsor no solo impresiona por su tamaño, sino también por sus cifras: 826 caballos de fuerza y 910 Nm de torque. Todo esto está gestionado por una transmisión automática de doble embrague y 8 velocidades, que envía la potencia a las ruedas traseras.
Ford asegura que este motor puede superar las 7.500 rpm, lo que se traduce en una experiencia auditiva única, potenciada por un sistema de escape con válvulas activas de titanio.
Esta combinación de potencia bruta y refinamiento tecnológico no solo garantiza un rendimiento de primer nivel en las rectas, sino también una maniobrabilidad sobresaliente en las curvas más cerradas.
Tecnología inspirada en la competición
El sistema de suspensión semiactiva, derivado directamente del mundo de las carreras, permite ajustar la dureza de la suspensión en función del modo de conducción seleccionado.
El eje delantero está equipado con un sistema de brazo corto, mientras que el eje trasero cuenta con un esquema multilink. Además, los frenos carbonocerámicos, desarrollados por Brembo, aseguran que el Mustang GTD tenga la capacidad de detenerse de manera rápida y segura, incluso después de largas sesiones en la pista.
Ford no se conforma con solo hablar de cifras. La marca tiene un objetivo ambicioso: el Mustang GTD buscará romper la barrera de los 7 minutos en el icónico circuito de Nürburgring, una hazaña que, si se logra, lo colocará en la élite de los autos de producción más rápidos del mundo.
Este desafío coloca al GTD en competencia directa con rivales de renombre como el Porsche 911 GT3, y Ford está confiada en que su nuevo modelo estará a la altura de las expectativas.
Un proceso de producción especializado
La producción del Mustang GTD es tan única como el auto mismo. A diferencia de otros modelos, su ensamblaje involucra varias plantas ubicadas en diferentes países.
La carrocería se fabrica en Flat Rock, Michigan, mientras que el motor se produce en la planta de Dearborn. Luego, todo se envía a las instalaciones de Multimatic en Canadá, donde el auto se ensambla a mano, garantizando un nivel de precisión y calidad excepcional.
Con el Mustang GTD, Ford no solo ha creado un auto impresionante desde el punto de vista de la ingeniería, sino también una verdadera obra de arte automotriz que combina lo mejor de la competición con la posibilidad de disfrutarlo en las calles.