Amber Thurman, la mujer que murió por complicaciones en su embarazo y se ha convertido en un símbolo en las elecciones
Kamala Harris adoptó el caso de Thurman como una bandera para defender la protección al aborto y deafer las restricciones promovidas por Donald Trump
Amber Thurman se convirtió en el símbolo de las muertes que pueden evitarse por falta de acceso al aborto en Estados Unidos.
La mujer de 28 años era madre soltera de un niño de 6. Cuando quedó embarazada por segunda vez, esperaba mellizos.
Thurman acababa de mudarse con su hijo a un nuevo apartamento y se proponía estudiar enfermería. Tener más descendencia no estaba en sus planes, por lo que decidió interrumpir su segundo embarazo.
Aunque intentó someterse a un aborto en Georgia, el estado del sur de Estados Unidos donde vivía, las prohibiciones locales contra la interrupción del embarazo se lo impidieron.
Desde que la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos derogó la protección constitucional al aborto en junio de 2022, cada estado asumió la competencia de legislar sobre el acceso a este servicio de salud reproductiva.
Georgia se transformó en uno de los estados con mayores barreras contra el aborto, al aprobar una ley que admite el procedimiento hasta la sexta semana de gestación, cuando aún muchas mujeres ni siquiera saben que están embarazadas.
De esta forma, Georgia se sumó al desierto de acceso a servicios de aborto que se instaló en el sur de Estados Unidos, con al menos 14 estados en esa área que prohíben la interrupción del embarazo casi por completo o con escasas excepciones.
La nueva normativa en Georgia entró en vigencia justo cuando Thurman sobrepasaba el umbral de la sexta semana de gestación.
A partir de ese momento, sólo habría podido someterse a un aborto si hubiese encajado en una de las tres excepciones que estipulaba la ley: que su vida corriera peligro por el embarazo, que su salud física estuviera en riesgo o que el feto no pudiera sobrevivir.
En vista de que Thurman era una gestante sana, no encontró una clínica en Georgia donde pudieran interrumpir su embarazo.
Una complicación inusual
Cuando alcanzó la novena semana de gestación, Thurman decidió viajar al vecino estado de Carolina del Norte, donde el aborto estaba permitido hasta la semana 12.
Aunque salió de madrugada y condujo durante horas hasta la clínica, quedó atrapada en el tránsito y perdió la cita. Había tantas pacientes de otros estados cercanos en la misma situación que no pudieron asignarle otro turno a lo largo del día.
Sin embargo, los médicos le recetaron mifepristona y misoprostol, las pastillas más usadas en Estados Unidos para inducir el aborto antes de la décima semana de embarazo.
Thurman siguió las indicaciones médicas, pero tuvo una complicación inusual. Su cuerpo no expulsó por completo el tejido fetal y tuvo una infección.
En vista de que la fiebre empeoraba, acudió a un hospital en la localidad de Stockbridge, 34 kilómetros al sur de la capital estatal, Atlanta.
Los médicos concluyeron que Thurman requería un procedimiento llamado dilatación y legrado, que consiste en raspar y recolectar tejido interno del útero.
Aunque el centro de salud disponía de todos los recursos para hacer la intervención, los médicos no estaban seguros si podían ser acusados de violar las leyes del estado por aplicarlo en este caso.
Mientras discutían y esperaban, Thurman perdía presión sanguínea y sus órganos colapsaban. 20 horas después de haber llegado al hospital, los médicos finalmente decidieron operarla, pero murió durante la cirugía.
El caso de Thurman se conoció dos años después de su muerte, hace apenas un mes, luego de que un comité de expertos en mortalidad materna evaluara los registros del hospital.
Aunque la evaluación del comité es confidencial, sus hallazgos fueron revelados por el medio estadounidense ProPublica, junto con entrevistas a familiares y amigas de Thurman que contaron los detalles de sus intentos por acceder a un aborto durante las nueve semanas de aquel embarazo.
“Existe una buena posibilidad de que una dilatación y legrado antes hubieran evitado la muerte de Amber Thurman”, concluyó el comité según informó ProPublica, que definió este caso y el de otra mujer en Georgia como las primeras muertes por la falta de acceso a servicios de aborto que pudieron haberse evitado.
“Vamos a decir su nombre”
El 20 de septiembre, cuatro días después de la publicación de ProPublica, Kamala Harris hizo una escala inesperada en Atlanta, en medio de su campaña por la presidencia que se disputa con el candidato republicano, Donald Trump.
“Vamos a decir su nombre: Amber Nicole Thurman”, dijo Harris ante un auditorio de simpatizantes demócratas, integrado en su mayoría por mujeres afroestadounidenses como Thurman.
“Ella había planeado su futuro. Era su plan, ella tenía un plan”, aseguró Harris al iniciar el relato de su historia. “Bajo la prohibición al aborto de Trump, sus médicos podían haber enfrentado hasta una década en prisión por ofrecerle a Amber la asistencia que necesitaba”.
Días después, la vicepresidenta lanzó un video de campaña que muestra a tres mujeres que son parientes de Thurman visitando su tumba. “Lo que le pasó a ella era evitable. Mi hija murió por lo que hizo Donald Trump”, afirma su madre mirando a la cámara.
Luego aparece una entrevista en la que Trump asegura sentirse “orgulloso” por haber logrado la derogación de Roe vs Wade, la sentencia de la Corte Suprema que protegió el derecho al aborto durante casi 50 años en Estados Unidos.
La posición de Trump
En un intento por aproximarse a los votantes más moderados, y a pesar del rechazo de los líderes y grupos antiaborto más radicales, Trump sostiene que vetaría la prohibición federal del aborto si llegara a la presidencia.
“Todo el mundo sabe que yo no apoyaría una prohibición federal del aborto, bajo ninguna circunstancia, y, de hecho, la vetaría, porque corresponde a los estados decidir basándose en la voluntad de sus votantes (¡la voluntad del pueblo!)”, afirmó en un tuit que publicó en X el primero de octubre.
Aunque el aborto es un tema que ha polarizado el debate electoral, al igual que otros asuntos como la migración o la tenencia de armas de fuego, los estudios de opinión indican que la mayoría respalda el derecho a la interrupción del embarazo.
Una encuesta publicada en mayo por el Pew Research Center indica que 63% de los entrevistados considera que el aborto debe ser legal en todos o en la mayoría de los casos, mientras que 36% opina que debería ser ilegal.
En el caso de las píldoras, 53% piensa que los medicamentos para la interrupción del embarazo deben estar disponibles en sus estados.
Una encuesta de la consultora en temas de salúd pública KFF reveló este mes que para las mujeres menores de 30 años el acceso al aborto constituye un tema más importante que la inflación o la economía, las prioridades para el resto del electorado.
Además de la elección del presidente, el próximo 5 de noviembre los habitantes de 10 estados del país votarán en consultas locales a favor o en contra de proteger el derecho al aborto en sus respectivas jurisdicciones.
Tratamiento en emergencias
De los 331.4 millones de habitantes de EE.UU., 65.5 millones son mujeres de entre 15 y 49 años, es decir, están en edad reproductiva.
Congresistas demócratas y organizaciones por el derecho al aborto aseguran que las leyes de Georgia, al igual que las de otros estados que prohíben el procedimiento, violan la Ley de Tratamiento Médico de Emergencia y Trabajo de Parto Activo (Emtala, por sus siglas en inglés), que exige a los hospitales ofrecer la asistencia que requiera un paciente que llega por emergencia.
Investigadores de la Universidad Estatal de Ohio han advertido que el índice de mortalidad infantil aumentó en el país, especialmente entre bebés con anomalías congénitas, durante los primeros dos años que han estado vigentes las restricciones estatales al aborto.
Pese a casos como el de Thurman, la tasa de mortalidad materna disminuyó en los años posteriores a la derogatoria de Roe vs Wade, según cálculos preliminares de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
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