Latinos salen a votar en Glendale preocupados por la economía y la inseguridad

Se forman largas filas ante la sorpresa de los electores que no esperaban tanta afluencia a las urnas

Hugo Castillo cumple con su deber cívico de votar.

Hugo Castillo cumple con su deber cívico de votar. Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

La ciudad de Glendale, California, a pocas millas del centro de Los Ángeles, enclave de la segunda población armenia más grande de Estados Unidos, se volcó a las urnas en las elecciones presidenciales, y entre las extensas líneas de personas que esperaban para votar, no podían faltar los hispanos.

Hugo Castillo, un hombre soltero, naturalizado estadounidense, quien trabaja como farmacéutico, no quiso ir temprano a votar porque pensó que habría mucha gente. Así que acudió a sufragar cuando la tarde estaba por caer.

No contaba con que se encontraría con un tumulto haciendo fila para votar en un elegante salón de fiestas convertido en centro de votaciones sobre la calle Orange, a unos paso de la famosa plaza The Americana Brand.

“Aquí vivo en Glendale, a unas cuadras. Vine caminando. Como son las cinco de la tarde, no creí que habría tantas personas queriendo votar. Quizá unas 10 o 15 pero no tantas. Hoy no trabajé y pude llegar más temprano. Creí que a esta hora, sería rápido votar”.

Largas hileras de votantes esperando poder sufragar en Glendale.(Araceli Martínez/La Opinión)

Hugo dice que aún cuando tenga que esperar un poco para votar, prefiere hacer fila que mandar su boleta por correo. 

“Nunca se sabe lo que pueda pasar si la mandas por correo. Qué tal si se pierde por arte de magia. Hace poco quemaron unas urnas y se perdieron las boletas. Prefiero mejor venir directamente a votar, aunque haga fila”.

Originario de Puebla con más de 30 años de vivir en Estados Unidos,  Hugo reflexiona y dice que estamos en una elección presidencial muy controversial.

“Tenemos a dos candidatos muy diferentes: a una mujer; y a otro que ya fue presidente y quiere regresar. Es algo fuera de lo común. Es muy interesante”.

Si bien le gustaría que Estados Unidos eligiera a su primera mujer presidenta, como ya ha pasado en Argentina, y recientemente en México, confía en que al final del día, habría que apoyar a quien resulte ganador.

“No queremos que el piloto falle, porque ahí vamos todos. Hay que apoyar a quien la gente escogió, aunque no hayamos votado por él, tenemos que echarle porras porque si fracasa, perdemos todos”.

Esta es la cuarta elección presidencial en la que Hugo participa, y en esta ocasión, revela que particularmente se siente motivado por temas como la economía.

A la gente no le importó esperar para votar en las urnas. (Araceli Martínez/La Opinión)

“Me anima a votar, lo caro que están las rentas. Y voy apoyar la propuesta para ampliar el control de rentas. En Migración nos han prometido muchas cosas. Es un tema que genera incertidumbre y que afecta a mucha gente que paga impuestos y no tiene derechos. Los demócratas no han prometido ayuda porque quieren el voto latino; y el otro candidato suena ignorante, pero puede que nos ayude”.

Hugo dice que ha crecido en Glendale, en una comunidad en la que conviven armenios, filipinos y latinos. “Nos parecemos muchos. Somos muy familiares y todos quieren lo mejor para sus comunidades; y luego no por ser armenio, latino o filipino nos perdonan un aumento de renta”.

Aunque Glendale es una ciudad donde los latinos son una minoría, dice que se siente cómodo viviendo en esta comunidad. “Glendale es mi hogar, y yo hago mi parte como ciudadano, al venir a votar”.

El último Censo de EE UU reporta que casi el 19% de la población es hispana en Glendale. Así que el número de votantes debe ser mucho menor.

Ignacio Díaz acude con su hijo menor a votar en Glendale. (Araceli Martínez/La Opinión)

Ignacio Díaz, es un padre de familia, que acudió con su hijo menor a votar.

“Nací en México, pero ya llevo como 40 años viviendo en este país, y he votado varias veces en las elecciones”, dice.

Una de las razones por las que no falta a emitir su voto, es que quieren que la voz de los latinos se escuche. “Ojalá todos los latinos salgamos a votar”.

De oficio soldador, confiesa que hay dos asuntos principales que lo animan a participar  en las elecciones, la migración y la economía.

“Me gustaría que hubiera un camino para que la gente que viene aquí pudiera obtener un estatus migratorio, y que se tomara en cuenta la economía de otros países que es la principal razón para emigrar”, comenta.

Pero lo que más le preocupa en estos momentos, es el alto precio de las rentas. “Especialmente en Glendale, para donde voltees está carísimo”.

También en esta elección presidencial, le entusiasma que una mujer sea candidata para la presidencia. 

“Acabamos de tener una presidenta en México, sería súper, una presidenta en Estados Unidos”.

En cuanto al tema de seguridad, revela que le gustaría que contáramos con leyes más estrictas para las personas que reinciden en el delito.

Al igual que Hugo, Ignacio se sorprendió de la extensa hilera de personas queriendo votar. 

“Siempre vengo en la tarde-noche, no pensé encontrar tanta gente”.

Eso sí, dice, que no le gusta votar por correo sino ejercer el voto en persona.

Lissette Moran, de origen salvadoreño, quien trabaja de noche como supervisora en West Hollywood, dice que apenas se despertó esta tarde, acudió a votar.

“Tengo 23 años en este país. Me hice ciudadana hace seis años. Esta es la segunda vez que voto en una elección presidencial, pero no esperaba esta larga fila para votar. Vengo de otro centro de votaciones aquí en Glendale, y estaba peor, llenísimo”, dice Lissette.

Recuerda que hace cuatro años no le tocó tanta afluencia de votantes.

“Como que ahora hay más efervescencia”, dice un conductor pasaba echando porras al Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia.

Y mientras aguardaba para votar, Lissette platica que ella estaba votando por un cambio, por una mejor economía, alquileres y planes de salud más accesibles y sobre todo porque mejore la seguridad.

“Glendale está un poco mejor en cuanto a seguridad, pero en el resto del condado y el país andamos muy mal”.

A Lissette no le importaba esperar casi una hora para participar con su voto.

“Me siento orgullosa y feliz de votar. Es un deber cívico”. 

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