Emprendedores unen sus culturas en restaurante de comida rápida
Su especialidad es el pollo picante, y están ubicados en la tradicional Plaza México
Geovanny Villatoro, Khalid Zazai y Giorgio Shugonian mezclaron sus raíces culturales para montar un negocio de pollo frito con los sabores y la sazón de Honduras, Afganistán, Líbano y Armenia.
“Nos une la amistad, la lealtad y el amor por la comida”, dice Geovanny, quien hace más de 20 años dejó su natal Honduras para venir a Los Ángeles a labrarse una nueva vida.
Con el paso de los años se encontró con Khalid Zazai, nacido en Estados Unidos, pero de padres de Afganistán; y Khalid le presentó a su amigo de la infancia, Giorgio Shugonian de raíces libaneses-armenias.
“Khalid y yo nos conocimos, porque él tiene un negocio de venta de accesorios para teléfonos y yo estoy especializado en la reparación de celulares. Así nació la amistad y nos hicimos socios. Ni Khalid ni Giorgio habían tenido antes relación con latinos”, cuenta el hondureño.
Los tres amigos tienen en común el gusto por disfrutar la comida.
“Salíamos juntos a comer y cuando pedíamos pollo como el que nosotros vendemos ahora, siempre comentábamos cuando le faltaba algo a la receta; o sentíamos que estaba insípido”.
Entre comida y plática, se les ocurrió abrir su propio establecimiento de pollo frito, al que le agregarían los sabores de sus tierras de origen, Honduras, Armenia, Líbano y Afganistán.
“Empezamos por reunirnos para hacer comida y la regalábamos, buscando opiniones sobre qué le faltaba, o qué tenía de más”.
En 2019, nació Mean Chix en un pequeño local en el segundo piso de la Plaza México en la ciudad de Lynwood al suroeste del condado de Los Ángeles.
“Le pusimos Mean Chix con toda la intención de llamar la atención y que la gente se preguntara qué quiere decir”, dice Geovanny.
En realidad, revela que el nombre significa pollo picoso o pollo enojado en alusión a los condimentos que lleva, y que lo hacen único.
“Ya tenemos cinco años. Para nosotros fue un poco duro al principio, como una bomba, sobre todo cuando cerraron los negocios por la pandemia, pero logramos recuperarnos con las entregas a domicilio”.
En Los Ángeles, hay muchos negocios que venden pollo frito, qué hace diferente a Mean Chix.
“La diferencia es que somos 100% halal (apegados a las leyes del Islam), que quiere decir comida orgánica. Khalid es musulmán y toda la comunidad musulmana consume halal”.
Añade que este tipo de comida nunca ha sido congelada, no lleva químicos ni colorantes.
“No solo el pollo sino hasta las papas y chiles que usamos son orgánicos”.
Dice que tampoco mezclan comidas, y la plancha no se contamina con carne que no sea el pollo.
“Aquí no escondemos nada. La cocina está abierta para que todos la vean cuando entran. Pueden ver a la cocinera, la plancha, el lavabo y que utilizamos aceite limpio”.
Geovanny asegura que lo que dan al cliente, es 100% limpio, y a la vista de todos.
“Como si fuera a comer en su propio hogar”, dice.
Khalid y Giorgio agregan que se aseguran que el pollo sea de la mejor calidad, y no tenga mal olor.
“Además, tenemos un marinado sagrado que proviene de nuestro origen con especias del Oriente Medio combinadas con la cultura de Estados Unidos; y todo lo que hacemos es casero”, dicen.
Geovanny platica que todos los platillos del menú hechos a base de pollo frito, son muy populares, alitas, sándwiches, burritos y hamburguesas.
“Lo más barato que vendemos cuesta $9.99 y lo más caro $14.99 y con este último comen dos personas”.
El hondureño confía que nunca rondaron dudas por su cabeza a la hora de emprender un negocio con Khalid y Giorgio.
“Son como mis hermanos. Me han arropado con una gran confianza. Si triunfamos, vamos a triunfar los tres; si bajamos de nivel, vamos a bajar los tres; y estamos unidos por la honradez y la sinceridad”.
Cinco años después de abrir Means Chix, Geovanny considera que alcanzan un nueve de calificación.
“Vamos ascendiendo cada día. Tenemos muy buenas revisiones de cinco estrellas; y los clientes que no nos han dado favorables, lo atribuyen a que estamos lejos comparados con otros negocios o a que tenemos una sola locación, pero nadie se ha quejado de nuestra comida”.
Los tres amigos no le sacan al trabajo en su restaurante. Le entran tanto a la cocina como a la administración de Mean Chix.
“Giorgio, prepara las salsas; Khalid hace toda la logística con los números; y mi responsabilidad es que no falte nada, que la cocina esté impecable y traer productos”, dice Geovanny.
En la actualidad cuentan con cinco trabajadores, pero si un día, el personal no pudiera presentarse a sus labores, ellos se ponen el mandil y a trabajar, porque aseguran que saben hacer de todo.
“En la pandemia, nadie nos ayudaba, cocinábamos y mandábamos la comida”.
El sueño de los tres amigos es consolidarse en Mean Chix de la Plaza México para crecer y abrir otras sucursales.
Mean Chix abre de lunes a domingo, de 11 de la mañana a 8 de la noche.