Plomo en la gasolina: más de 150 millones de diagnósticos mentales estarían vinculados
El legado del plomo en gasolina sigue afectando la salud mental de millones en EE. UU. Estudios vinculan exposición temprana con ansiedad, depresión y TDAH
Una nueva investigación publicada en The Journal of Child Psychology and Psychiatry ha revelado una conexión entre el uso histórico de gasolina con plomo y un aumento significativo en los problemas de salud mental en los Estados Unidos.
El estudio estima que aproximadamente 151 millones de diagnósticos de trastornos mentales podrían atribuirse a la exposición al plomo, un neurotóxico potente cuya presencia en la gasolina fue permitida durante gran parte del siglo XX.
La investigación sugiere que esta exposición pudo haber cambiado la propensión de toda una población hacia trastornos como ansiedad, depresión y TDAH, además de afectar características de personalidad y comportamiento.
El coautor del estudio, el Dr. Aaron Reuben, profesor adjunto de neuropsicología clínica en la Universidad de Virginia, explicó que la exposición al plomo probablemente afectó negativamente la forma en que millones de estadounidenses piensan, sienten y actúan.
Según Reuben, el impacto de este tóxico no se limita a diagnósticos clínicos, sino que también ha alterado aspectos fundamentales de la personalidad, haciéndola menos organizada, más neurótica y menos orientada hacia objetivos concretos.
Desde su introducción en los años 1920 hasta su eliminación paulatina en la década de 1980, la gasolina con plomo fue utilizada de manera generalizada en Estados Unidos. Aunque dejó de emplearse oficialmente en 1996, aún se encuentra presente en combustibles de aviación, automóviles de carreras y maquinaria agrícola, lo que perpetúa el riesgo de exposición en ciertos sectores. Además, los restos de plomo en suelos y estructuras antiguas siguen siendo una fuente persistente de contaminación.
Patrones de consumo de gasolina con plomo
Los hallazgos del estudio se basaron en análisis previos que utilizaron datos históricos de niveles de plomo en sangre durante la infancia y patrones de consumo de gasolina con plomo. Los investigadores determinaron que la mitad de la población estadounidense estuvo expuesta a niveles perjudiciales de plomo en etapas tempranas de su vida.
Sin embargo, como explicó el Dr. Bruce Lanphear, experto en salud poblacional de la Universidad Simon Fraser, los resultados podrían subestimar el problema debido a que no se evaluaron todas las posibles fuentes de exposición.
El plomo, reconocido por su capacidad para dañar casi todos los sistemas del cuerpo humano, tiene un impacto particularmente devastador en el cerebro en desarrollo. Reuben destacó que esta neurotoxina puede alterar las conexiones cerebrales de formas que generan no solo enfermedades mentales diagnosticables, sino también cambios más sutiles pero generalizados en la personalidad y el comportamiento. Según él, es probable que las generaciones expuestas hayan enfrentado retos psicológicos que trascienden lo visible o clínicamente identificable.
La persistencia de este problema plantea preguntas sobre las medidas preventivas y correctivas necesarias. Reuben enfatizó la importancia de educarse sobre las fuentes actuales de plomo y cómo minimizarlas.
Por ejemplo, recomendó realizar pruebas de plomo en hogares antiguos, especialmente durante renovaciones, y destacó la necesidad de que los padres soliciten pruebas de exposición para sus hijos. También subrayó que, aunque no existe un método claro para revertir los efectos del plomo en quienes ya han estado expuestos, mantener hábitos saludables como una buena alimentación y ejercicio puede mitigar algunos impactos.
La eliminación del plomo de productos esenciales como la pintura y las tuberías ha sido un paso importante, pero queda mucho por hacer para enfrentar el impacto de décadas de exposición. Los expertos coinciden en que la carga de resolver este problema no debería recaer exclusivamente en los individuos y las familias afectadas.
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