Cómo los incendios forestales son una amenaza para la salud mental

Los incendios forestales en California afectan la salud mental y física de miles de personas. Expertos instan a buscar apoyo y fortalecer la resiliencia

Cuadrillas y equipos han llegado de todo Estados Unidos, así como de Canadá y México, incluidos camiones de agua y aviones que arrojan productos químicos para combatir incendios.

Cuadrillas y equipos han llegado de todo Estados Unidos, así como de Canadá y México, incluidos camiones de agua y aviones que arrojan productos químicos para combatir incendios. Crédito: Jae C. Hong | AP

El impacto de los incendios forestales en California se extiende mucho más allá de la destrucción visible, alcanzando niveles profundos en la salud mental de las personas.

Para la Dra. Jyoti Mishra, profesora asociada de psiquiatría en la Universidad de California en San Diego, el fenómeno no es solo un tema de investigación, sino una experiencia personal.

Mientras su familia de Los Ángeles busca refugio en su hogar en San Diego, la incertidumbre de la situación subraya una de las principales causas de angustia entre quienes enfrentan estas crisis: la pérdida potencial de sus viviendas y comunidades.

Mishra, quien dirige investigaciones sobre los efectos psicológicos de los incendios forestales, destaca en entrevista a CNN cómo estos desastres pueden generar ansiedad, depresión y estrés postraumático tanto en el corto como en el largo plazo.

Su trabajo sobre el incendio Camp de 2018 en el norte de California reveló que las personas expuestas directamente a los incendios tenían significativamente más probabilidades de sufrir trastornos de salud mental en comparación con quienes no lo habían experimentado.

Este daño psicológico, según explica, no solo surge de la amenaza inmediata del fuego, sino también de la sensación persistente de inseguridad y desarraigo que puede durar años.

El humo de los incendios también juega un papel clave en la salud mental, como lo indica el estudio del Dr. Yang Liu de la Universidad Emory. Su investigación reciente muestra una correlación entre la exposición al humo y el aumento de las visitas a urgencias por trastornos de ansiedad, especialmente en mujeres, niñas y adultos mayores.

Los altos niveles de contaminación del aire en el área metropolitana de Los Ángeles, donde la calidad del aire supera hasta 20 veces el estándar nacional, agravan estos riesgos. Liu aconseja medidas preventivas como mantener ventanas cerradas, evitar actividades al aire libre y usar filtros de aire para minimizar la exposición.

Personas de todas las edades pueden ser afectadas a nivel psicológico

El impacto de los incendios no distingue edades, aunque los niños y adolescentes pueden experimentar el estrés de manera única. La Dra. Sabrina Renteria, psiquiatra infantil en el Cedars-Sinai, señala que los menores son particularmente vulnerables, ya que suelen percibir la angustia de los adultos a su alrededor.

Renteria subraya la importancia de que los padres hablen abiertamente con sus hijos sobre sus emociones, proporcionándoles un modelo saludable para afrontar las adversidades. Recomienda restaurar las rutinas escolares y sociales lo antes posible para darles una sensación de estabilidad.

La recuperación emocional también depende de mantener conexiones sociales y fortalecer los lazos comunitarios. Mishra enfatiza la necesidad de una “curación colectiva”, donde las comunidades trabajen juntas para superar el trauma compartido.

Participar en actividades comunitarias, como el voluntariado, puede ser terapéutico, permitiendo a las personas encontrar un propósito en medio de la adversidad. Por otro lado, limitar la exposición a noticias y centrarse en historias de resiliencia y colaboración puede ayudar a cambiar la narrativa de desesperación a una de esperanza.

Los incendios forestales no solo son una crisis local, sino también un recordatorio de la creciente amenaza del cambio climático, que puede afectar a cualquier región en el futuro.

Mishra insta a las personas fuera de las zonas afectadas a mostrar solidaridad con los damnificados, ofreciendo apoyo emocional y contribuciones prácticas para aliviar las necesidades básicas. La resiliencia frente a los desastres comienza con pequeñas acciones colectivas que refuerzan la humanidad compartida y la esperanza de un futuro más seguro.

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